Internacional
Elecciones en Alemania

El socialismo alemán, en la encrucijada

Su líder, Martin Schulz, ha votado junto a su mujer a primera hora de la mañana en Würselen, su ciudad natal

Después de haber obtenido un 23% de los votos con Frank-Walter Steinmeier en 2009 y un 25,7% con Peer Steinbrück en 2013, los sondeos le otorgan la intención de voto más baja hasta la fecha

Es muy probable que este domingo el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) coseche una dolorosa derrota, ya que se le sitúa a unos 13 puntos de la CDU de Merkel, con cifras entorno al 20%

Martin Schulz y su mujer ya han ejercido su derecho al voto. / FRANCOIS LENOIR Reuters

Berlín

A finales de enero, cuando el SPD presentó como cabeza de lista a Martin Schulz, expresidente del Parlamento Europeo, los socialdemócratas recuperaron la ilusión. Se trataba de un candidato bien valorado, con amplia experiencia política y ajena al desgaste que ha supuesto para el SPD su presencia en la Gran Coalición (el pacto de la CDU de Merkel y el SPD que ha gobernado Alemania esta última legislatura). El convencimiento de los socialdemócratas de que un cambio era posible fue creciendo y todo eran sonrisas en la Casa de Willy Brandt.

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El paso de los meses, sin embargo, fue desinflando lo que los medios dieron en llamar el efecto Schulz, tras las sucesivas derrotas regionales, y ya entrado el verano se veía venir la catástrofe. “Con un escenario como el que tenían, un oponente tan fuerte y formando parte del gobierno de su oponente, no han sabido mostrar los problemas del ciudadano. No ha habido tiempo para preparar suficientemente el programa. Nada más empezar la campaña se presentaron todos los temas a la vez, sin dosificar, sin dar opción al debate”, opina Frank Stauss, asesor político y director de numerosas campañas electorales del SPD.

Los medios de comunicación y los poderes económicos tampoco ayudaron al candidato Schulz, y desde muy pronto desconfiaron de su intención de reformar la Agenda 2010, las medidas que unos ven como la llave del milagro económico, y otros como la traición a la izquierda. Le exigieron una concreción que no supo alcanzar, y Schulz se enredó cada vez más en cuestiones que ni controlaba, ni beneficiaban a su partido: política exterior, inmigración, integración, el escándalo del diésel, los peajes...

Ante la monotonía de la campaña, intentó que Merkel entrase al trapo, acusándola de anti democrática por evitar el debate de ideas. Aceptó un único duelo televisivo pese a que los temas fueron impuestos desde la Cancillería, creyendo que quizá tendría opciones.

A esas alturas, el malestar dentro del partido empezó a ser evidente, lo que ha obligado a Schulz a luchar en dos frentes: como candidato contra Merkel y por su supervivencia política como líder del SPD.

Tanto si vuelve a formar una coalición de gobierno con la CDU como si pasa directamente a la oposición, el SPD deberá someterse a una profunda revisión. Frank Stauss tiene claro que su futuro pasa por ser percibido por la sociedad alemana “no solo como el partido de la justicia social, sino como un partido con pretensión de modernidad, de innovación”.

“Su gran reto, será encontrar temas que sean relevantes en el futuro, no temas del pasado. El SPD ha hablado mucho de recetas de ayer, no de mañana. Sabían que venían las elecciones y no diseñaron un proyecto de futuro a largo plazo”, lamenta.

 
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