El izquierdista López Obrador vence en las elecciones presidenciales de México
La izquierda conquista el poder en México y por amplia mayoría, con más del 50% de los votos
Andrés Manuel López Obrador, forjado como lider a pie de calle durante años como alcalde de la capital, se pone el afrente de la segunda economía de América Latina, el país con más hispanohablantes del mundo
Ciudad de México
A la tercera va la vencida. El izquierdista Andrés Manuel López Obrador, un viejo conocido de la política mexicana, ha convencido a los mexicanos para convertirse en presidente con su promesa de impulsar una profunda transformación del país que acabe con sus males: la corrupción y la desigualdad.
No pudo ser ni en las presidenciales de 2006 ni tampoco en las de 2012, pero la situación de violencia y sensación de impunidad que se viven en el país han sido el caldo de cultivo para la tan ansiada victoria que López Obrador (Macuspana, Tabasco, 1953) ha venido buscando los últimos 12 años.
Nadie despierta en México tantas esperanzas y temores como él, quien con su discurso populista ha sabido conectar con una población harta de escándalos de corrupción, de cifras de violencia sin precedentes y de unos altos niveles de desigualdad, con cerca de la mitad de los ciudadanos viviendo en condiciones de pobreza.
Pero tan contundentes son sus posturas en contra de los males que azotan a México como difusas sus propuestas para solucionarlos, que suelen basarse en grandes eslóganes y críticas hacia el establishment mexicano, al que llama "la mafia del poder".
Conocido como AMLO por sus siglas, ha prometido que su llegada a la Presidencia será la cuarta revolución en el país, tras la independencia, las reformas liberales del siglo XIX y la Revolución mexicana.
Eso sí, esa gran transformación que promete a partir de que asuma la Presidencia el 1 de diciembre será la primera en la que "no se derramará sangre", ha sostenido en varias de sus intervenciones.
Promete combatir la corrupción "dando ejemplo", cambiar la política de seguridad, revisar la construcción del Nuevo Aeropuerto de Ciudad de México y frenar la reforma energética impulsada por el presidente Enrique Peña Nieto, que abrió la explotación de hidrocarburos al sector privado.
Pero su intento de llegar al máximo de votantes posibles lo llevó a formar una peculiar coalición con los evangélicos del partido Encuentro Social, lo que explica que siempre evite hablar de matrimonio homosexual o de aborto.
Sea como sea, López Obrador ya ha hecho historia al convertirse en el primer presidente izquierdista de México en décadas y haber superado a los dos grandes partidos que se han repartido el poder del país en los últimos 20 años, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido Acción Nacional (PAN).
Continuamente comparado con Hugo Chávez por sus oponentes, López Obrador ha asegurado una y otra vez que no se inspira en ningún gobierno extranjero, ni en el de Venezuela ni tampoco en el de Donald Trump en Estados Unidos.
Pero López Obrador no es un outsider de la política mexicana, sino que ya ocupaba cargos políticos cuando muchos de los jóvenes que lo han votado en esta elección todavía no habían nacido.
Nieto del militante comunista español José Obrador Revueltas, la carrera política de AMLO comenzó en 1977 y está marcada por una declarada lucha y defensa de los pobres y las causas populares.
López Obrador dio sus primeros pasos en política con el hoy denostado PRI y, de hecho, muchos ven en sus aires mesiánicos y su discurso social un intento de recuperar el modelo asistencial que tuvo ese partido hasta que abrazó el neoliberalismo en los 80.
En 1988 López Obrador se sumó al proyecto izquierdista del Frente Democrático Nacional, que un año más tarde dio paso al Partido de la Revolución Democrática (PRD), con el que se convirtió en alcalde de Ciudad de México (2000-2005).
Su buena gestión, basada en la reducción de la delincuencia y la construcción de infraestructuras, le sirvió de plataforma para dar el salto a la política federal, intentando alcanzar la Presidencia en dos ocasiones y convirtiéndose en el gran perdedor de la política mexicana.
Pese a haber partido como favorito en los sondeos, en 2006 fue derrotado por una exigua diferencia de 0,56 puntos porcentuales ante el conservador Felipe Calderón, el menor margen en unos comicios presidenciales en México.
En 2012 sufrió su segunda derrota al verse superado por la maquinaria del PRI, partido que recuperó la Presidencia, de la mano de Peña Nieto, 12 años después de haberla perdido, en unos comicios señalados por supuesta compra de "millones de votos".
Tras su salida del PRD en 2013, fundó el Movimiento Regeneración Nacional (Morena), que finalmente le ha llevado a la residencia presidencial de Los Pinos. A la tercera, va la vencida.