El avance descontrolado del incendio de Monchique desata el pánico entre la población local y los turistas del Algarve
El fuego ya ha devorado más de 20.000 hectáreas y provocado la evacuación de numerosas aldeas
Lisboa
El miércoles los residentes de numerosas poblaciones del Algarve portugués fueron evacuados ante la expansión descontrolada del macroincendio de Monchique, que ha devorado más de 20.000 hectáreas desde que comenzó el pasado viernes. Aunque a media tarde los 1.500 efectivos desplegados por la zona consiguieron hacer algún avance en los frentes activos, los fuertes vientos registrados en el sur de Portugal al final del día facilitaron la propagación rápida del fuego de grandes dimensiones, que alcanzó la villa medieval de Silves, sembrando el pánico entre la población local.
La Guardia Nacional Republicana (GNR) realizó la evacuación exprés de la aldea de Enxerim, situada a las afueras de Silves, a la vez que las llamas alcanzaban el suburbio; el incendio se expandió tan rápidamente que las autoridades no tuvieron tiempo para avisar a los residentes de la zona, muchos de los cuales se enteraron que estaban en peligro cuando los agentes policiales se presentaron en sus casas y les obligaron a abandonarla con apenas aquello que llevaban puesto.
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Varios políticos locales, entre ellos José Chaparro, concejal de Monchique, denunciaron el exceso de fuerza empleado por los agentes de la GNR en la evacuación de la zona y afirmaron que, en su deseo de evitar que se registren víctimas mortales, las autoridades están realizando desalojos de una manera que sólo fomenta la confusión y el desespero entre los residentes locales. Muchos de los afectados manifestaron su frustración ante los medios, señalando que habían sido expulsados de sus casas de tal manera que se habían visto obligados a dejar sus mascotas atrás, expuestos a las llamas.
El avance de las llamas también ha provocado la evacuación de 29 linces del Centro Nacional de Reproducción del Lince Ibérico en Herdade das Santinhas, cerca de Silves; por indicación del Ministerio del Medioambiente luso, todos han sido enviados a instalaciones españolas hasta que pase el peligro.
En el litoral algarvío, donde actualmente hay cientos de miles de turistas extranjeros y portugueses en los resorts de la costa, ya es imposible ignorar la dimensión del incendio, cuya densa humareda ha llegado a bloquear el sol, dejando la región sumida en una luz tenue y amarillenta. En la emblemática Praia da Rocha los visitantes se han visto sorprendidos por aviones antiincendios Canadair que se han repostado en plena playa; posteriormente, varios expertos han criticado esta maniobra al considerar que agua salada no es apta para el combate contra este tipo de fuego, ya que su PH termina por matar las plantas en los terrenos donde es regada.
Entretanto, las principales asociaciones de bomberos de Portugal han criticado al Ejecutivo del primer ministro socialista Antonio Costa por su gestión del incendio. El Gobierno puso en marcha una amplia serie de medidas después de los devastadores fuegos forestales del año pasado, que fueron los peores de la historia de Portugal, en los que murieron más de 115 personas. Los bomberos lusos ahora se preguntan cómo es posible que el país vuelva a encontrarse con un incendio de semejantes dimensiones, y la Asociación Nacional de Bomberos Profesionales ha pedido una reunión urgente con el ministro de Administración Interna para que dé explicaciones.
El Gobierno, por su parte, ha afirmado las condiciones atmosféricas extraordinarias registradas durante la última semana, y ha afirmado que se está haciendo todo lo posible dada las circunstancias. Aun así, el primer ministro Costa ha señalado que todo indica que el fuego de Monchique podría durar varios días más, y ha pedido la colaboración de la población lusa ante una situación tan compleja.