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Caso máster Casado

Examen interno a Pablo Casado

Algunos populares ven a su presidente "hiperactivo", actuando, a veces, como si fuera un tertuliano más que el líder de la oposición

En el PP creen que con la salida de Rajoy "ya pagaron el pecado original de la corrupción" y no quieren que todo se centre ahora en el caso máster

El líder del PP, Pablo Casado, durante su intervención en la sesión de control al Gobierno. / Mariscal (EFE)

Madrid

Génova pensó que con la marcha de Soraya Sáenz de Santamaría no habría críticas internas. Pero dentro de las filas populares siempre hay alguien dispuesto a examinar con lupa a su nuevo equipo de dirección. Así que hoy, -cuando Pablo Casado cumple dos meses al frente-, son muchos los dirigentes que ven a su presidente "acelerado", "hiperactivo". Sus colaboradores defienden que ese es su estilo: "Siempre ha sido así". Aunque reconocen que este verano no ha parado porque, tras la elección, quería visitar todos los territorios.

Pero hay quien cree que ahora ya debería frenar y reservarse para las grandes ocasiones. "Rajoy callaba y Casado no deja de hablar", bromean algunos de sus compañeros. A los que les parece que entra a todos los temas y da algunos bandazos de estrategia. A veces, como si fuera un tertuliano más que el líder de la oposición. Un comentario que lamentan quienes le rodean. No comprenden que se censurara el plasma y ahora también la sobreexposición mediática.

De todos modos, no es el único que se ve sometido al escrutinio. También comentan que su secretario general, Teodoro García Egea, está "crecido", recordando que hace tan solo unos meses era un simple diputado. Pero eso, según la cúpula conservadora, es porque le ha tocado "jugar el papel de poli malo". "Debe reorganizar el partido y los grupos parlamentarios. Es delicado tocar una estructura que lleva años igual", comentan.

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En el PP cuentan que Casado le ofreció primero el puesto a Isabel García Tejerina y la exministra lo rechazó. Fue entonces cuando decidió que su mano derecha fuera el amigo que le había estado ayudando durante las primarias. Y ahora ambos tienen que llevar las riendas de un partido al que le preocupan varios cuestiones.

Para empezar, que se produzca "una desbandada". Piensan que tantos cambios han dejado víctimas por el camino y tienen la impresión de que no sólo "los sorayos" están pensando hacer las maletas. Además, hay quien reclama a su líder que marque agenda, lleve la batuta y presente "un proyecto para España". Les parece que no lo tienen y esperan que la convención de diciembre no se convierta "en un simple cartel publicitario con los candidatos del año que viene".

Además, comentan que ven al nuevo equipo controlándolo todo demasiado. Y piensan que lo hacen para tener bien atados los apoyos en caso de que se le empiece a cuestionar, sea por el caso máster o por algún batacazo electoral.

Desde luego, en sus filas esperan que el Supremo no le impute y así no se diluya el efecto Casado. Los suyos están convencidos de que él genera ilusión. Y sostienen que podrán solventar el calvario judicial, que tienen por delante, diciendo que nada tiene que ver con ellos, que lo heredaron. Consideran que la salida de Rajoy (con la moción) sirvió "para que la opinión publica perdonara el pecado original de la corrupción" y no les gustaría volverse "a achicharrar" ahora con este tema. Temen que la opinión pública se inflame y les pase factura.

 
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