Manos libres para Casado
Primera crisis interna resuelta. El líder popular agradece la labor de la exsecretaria general y pasa página. Toca presumir de ejemplaridad y reclamar la dimisión de la ministra de Justicia
"Es lo mejor que le podía pasar a este partido. Ya están fuera las dos, tanto Santamaría como Cospedal. Así se hará limpieza, ya no habrá batallas y se irán cerrando viejas heridas", comentan en el PP
Madrid
Han sido 10 días intensos pero también la pesadilla más breve vivida por el PP. Con otros escándalos -como el de Rita Barberá, Pedro Antonio Sánchez o Cristina Cifuentes- la agonía duró meses. En esta nueva etapa, con Pablo Casado al frente, la crisis se resolvió relativamente pronto. Así, al menos, lo vio ayer el PP, donde todos se temían lo peor.
En este tiempo, el líder del PP empleó como armas su silencio y falta de apoyo. De esta forma, logró solucionar su primera crisis interna e impuso su estilo. Y es que Génova se apuntó como un triunfo que el lunes pasado María Dolores de Cospedal abandonara el Comité Ejecutivo Nacional de su partido. Todo el mundo destacó que no renunciaba al acta, pero la dirección nacional conservadora ya sabía que lo dejaría pronto.
Dos jornadas después de aquello, la ex secretaria general anunciaba finalmente su dimisión por Twitter. Ayer lanzó un extenso comunicado para dejar bien claro que se iba de la política "con la conciencia tranquila" porque jamás había mentido ni ordenado espiar a nadie. También aprovechó la ocasión para destacar que a ella nunca le había parecido "pecado mortal" hablar con un comisario de policía condecorado por el exministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba. Y solo reconoció un error: el de implicar a su marido López del Hierro en toda historia porque, a su juicio, ahora él, por ayudarla, lo está pagando.
"Siempre he creído que un partido que no es capaz de defender a los suyos cuando están siendo injustamente atacados no puede esperar que los ciudadanos confíen en él. Cuando tus adversarios políticos detectan que tu fortaleza es vulnerable, los ataques se multiplican", señaló en su despedida.
También proclamó que lo dejaba todo para "liberar a su partido de cualquier ataque", sobre todo con las elecciones andaluzas a la vuelta de la esquina. Y es que ella era muy consciente del daño que este escándalo le estaba haciendo a su partido. Casado veía eclipsada su labor de oposición y ahora, sin embargo, podrá presumir de ejemplaridad.
En el PP creen que su presidente, por fin, tiene manos libres para actuar. Ya no hay apenas oposición interna porque el sector crítico perdió fuelle con la marcha de Soraya Sáenz de Santamaría. Y ahora encima ya no está atado a Cospedal, quien le dio sus apoyos para imponer su nombre en las primarias.
Aunque ella se lo cobró después, colando a buena parte de su equipo en los principales órganos de dirección. En estos momentos, a todos ellos, no les queda más remedio que adaptarse o morir. "Es lo mejor que le podía pasar a este partido. Ya están fuera las dos, tanto Santamaría como Cospedal. Así se hará limpieza, ya no habrá batallas internas y se irán cerrando viejas heridas", comentan en el PP
Desde luego Casado ya ha roto con el pasado. Hace unos días se desvinculó por completo de Cospedal. Y, tras eso, sus colaboradores ya no se contuvieron en sus comentarios. Empezaron a deslizar que les parecía "inaceptable" todo lo que estaba sucediendo.
El líder del PP había comenzado a soltar lastre y ayer lo hizo definitivamente. Todo el mundo le volvió a ver en su salsa. Se fue a Helsinki para participar en el Congreso del Partido Popular Europeo y recuperó su hiperactividad habitual: nueve citas bilaterales y dos intervenciones en el plenario.
Por cierto, que al llegar allí, Casado ya sabía que Cospedal iba a dar un paso atrás pero prefirió ocultarlo en su primera comparecencia ante la prensa. Era la hora de la comida. Quedaban aún algunas horas para que fuera una realidad y volvió a recurrir al argumento de que se trataba de "una decisión personal".
Pero una vez conocida la noticia, Casado salía a entonar buenas palabras. "Es una decisión que le honra. Ha hecho lo que era mejor para ella, para su familia y para su partido y, por tanto, yo lo que tengo que hacer es agradecerle esa generosidad y una vez más darle las gracias por los servicios prestados al partido y a los españoles", comentó Casado quien se presentó ante los medios de comunicación todo sonrisas. Ya no le hacía falta escapar de los periodistas a la carrera como puso en práctica en esta última semana.
El nuevo presidente conservador vinculó además su salida con el rechazo a aceptar "que se instrumentalice su nombre para atacar al Partido Popular y que se sigan sacando cuestiones de hace diez años para debilitar al partido". Además, este caso minaba la credibilidad del discurso que el PP mantenía frente al Gobierno, pero eso ya no volverá a ocurrir. Ahora Casado no dejará de exigir a Pedro Sánchez la dimisión de la ministra de Justicia, Dolores Delgado. Ahora se recrudecerá la labor de oposición. Se hablará de Cataluña, de hipotecas, de los próximos comicios y hasta de los futuros candidatos... pero ya no de Cospedal.
Se parará el ruido que tanto disgustaba a Mariano Rajoy. Una distorsión que, en esta ocasión, se ha intentado controlar lo más rápido posible. De ese modo, la ex secretaria general, tan dura como una roca, -la única persona que en el PP se enfrentó a Luis Bárcenas hasta en los tribunales- terminó yéndose diciendo que no lo hacía porque se sintiera avergonzada sino para cuidar de sí misma y de los suyos.
Los que la conocen bien afirman que ella tenía intención de retirarse después del Congreso Nacional de julio. Pero, primero, quiso dejar todo arreglado en Castilla-La Mancha. Después, colocar a su equipo en el nuevo PP. A continuación, tocaba hacer las listas en Andalucía... Y, así, enlazó hasta dar su adiós en el peor ambiente posible.