El primer paso hacia una nueva raza de 'superhumanos'
Biohacking: ¿Dónde está el límite del ser humano?
Madrid
El pasado mes de octubre, la familia de Stephen Hawking presentaba un nuevo libro del reputado físico bajo el título de Breves respuestas a las grandes preguntas. Una actualización del popular Una breve historia del tiempo: desde el Big Bang hasta los agujeros negros, en el que el británico reflexionaba acerca a los "mayores desafíos" de la raza humana.
En este libro, Stephen Hawking reconocía, entre otras cosas, su miedo a una raza de 'superhumanos' capaces de manipular su propia evolución y del peligro de que la capacidad de la ingeniería genética se concentre en las manos de los más poderosos. A pesar de que consideraba que estas modificaciones se emplearían para reparar ciertos problemas físicos, el físico temía que algunas personas utilizaran estas técnicas para mejorar sus capacidades.
Del biohacking a la comunidad Grinder
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Mientras tanto, la comunidad de biohackers ha demostrado durante los últimos años que el superhumano está más cerca de lo que pensamos y que es bastante parecido a nosotros. En declaraciones al podcast Cacharradas, el periodista, divulgador científico y biohacker reconocido Darío Pescador nos explica qué es el biohacking y en qué consiste este movimiento cada vez más popular: "Es la misma ética que utilizan los hackers informáticos pero aplicada al campo de la biología".
Por lo tanto, los biohackers tradicionales no son "aquellos que se implantan un chip detrás de la oreja para acceder a su coche", tal y como explica Pescador, sino un grupo de personas que se aprovechan de la tecnología para sacarle el máximo partido a su cuerpo, creando así al tan esperado "superhumano".
Y, entonces, ¿quiénes son las personas que se implantan microchips en su cuerpo para vivir las 24 horas conectados? Los grinders. Un grupo de personas, que se rigen bajo la filosofía biohacker, que incorporan dispositivos cibernéticos a su cuerpo o que se apoyan en la edición genética para mejorar o cambiar la funcionalidad de su cuerpo. Pero de ellos hablaremos más adelante.
Pero, entonces, ¿qué es eso del biohacking tradicional?
Como te hemos contado hace unos párrafos, el biohacking es un movimiento que tiene como objetivo principal aprovechar los beneficios de la tecnología para mejorarnos como especie. Como ejemplo para explicar esta práctica, Pescador nos habla sobre el movimiento 'self-tracking'.
Una tendencia, que tiene su origen en el conocido como 'efecto Hawthorne', que consiste en medirse y monitorizarse a uno mismo para mejorar nuestro día a día. Todo ello a través de aplicaciones que permiten controlar nuestra alimentación, que nos ayudan a gestionar el sueño o del estrés y que se convierten en unos auténticos entrenadores personales a la hora de desarrollar ejercicio físico. Según cuenta Pescador, el ser humano trabaja mejor cuando se siente observado: "Si mides tus progresos, tú te estás observando a ti mismo y entonces mejoras".
De las pulseras de actividad hasta los microchips en el interior de tu cuerpo
Para poder monitorizar todo lo que sucede en nuestro interior, los biohackers se apoyan en pulseras de actividad y aplicaciones móviles, principalmente. Sin embargo, Pescador reconoce que cada vez son más los dispositivos médicos que se adentran en nuestro interior para recoger más detalles sobre el comportamiento de nuestro cuerpo: "En la actualidad, varias compañías han desarrollado dispositivos médicos, que se instalan en el interior del cuerpo humano, que permite a los usuarios controlar los niveles de azúcar en sangre o los latidos de nuestro corazón".
Por esa misma razón, Pescador asegura que "es cuestión de tiempo" que este tipo de dispositivos dejen de ser un asunto médico para que pasen a ser accesibles para todas aquellas personas que quieran medir su día a día: "No pasará mucho tiempo antes de que la llevemos dentro".
De hecho, ya hay varias empresas que instalan microchips a sus trabajadores para monitorizar su día a día. Entre ellas destacan algunas como Three Square Market. Una empresa desarrolladora de software, de origen estadounidense, que decidió implantar chips bajo la piel de sus cerca de 50 empleados para que pudieran realizar distintas acciones como abrir puertas, acceder a ordenadores, hacer fotocopias, compartir información o pagar compras mediante tecnologías de identificación por radiofrecuencia.
El 'biohacking' llevado al extremo: así es el movimiento grinder
Mientras que el biohacker tradicional nos demuestra que los 'superhumanos' ya son una realidad, la comunidad grinder opina que todavía queda un largo camino por delante. Por esa misma razón, los seguidores de esta tendencia discuten a través de foros como Biohack.me acerca de proyectos que tienen como objetivo mejorar las cualidades del ser humano a través de la modificación del código genético o la implantación de gadgets en nuestro interior.
Durante los últimos años hemos sido testigos de numerosos ejemplos en los que la comunidad grinder ha testado los límites del ser humano. Entre ellos destaca el elaborado por un grupo de biohackers estadounidenses en 2015, quienes probaron a inyectar una solución de clorina e6 (Ce6) en el globo ocular del investigador Gabriel Licina para que pudiera ver en la oscuridad.
Segundos después de inocular el compuesto químico, Licina comenzó a ver en la oscuridad. Según explicaban los investigadores a través de un estudio publicado en el blog Science for the Masses, el bioquímico fue capaz de "reconocer de símbolos a distancia, de reconocer símbolos que variaban de colores en la distancia (hasta 50 metros) y de identificar sujetos en movimiento en fondos variados en diversas distancias". Una hora después de inyectar la solución de clorina e6, el efecto que la sustancia le produjo al sujeto desapareció.
Desde hombres conectados a una antena hasta microcámaras que actúan como ojos
Pero este es tan solo uno de los múltiples ejemplos de proyectos propuestos por la comunidad grinder para mejorar el cuerpo humano. Durante los últimos años hemos sido testigos de cómo el artista daltónico Neil Harbisson, reconocido como el primer ciborg del mundo, comenzó "escuchar" los colores a través de una antena auditiva conectada a su cerebro.
También fueron famosos otros casos como Eyeborg, un proyecto desarrollado por el canadiense Rob Spence. Tras perder su ojo, el cineasta se instaló una microcámara (que hacía la función de prótesis ocular) que emitía lo que registraba a través de una pantalla portátil. En definitiva, el movimiento grinder busca soluciones a los problemas actuales y explora nuevas formas de desarrollo del ser humano de cara al futuro.
La tecnología CRISPR: el futuro
Un futuro marcado por la tecnología CRISPR. Una herramienta molecular, utilizada por cada vez más organismos, que se utiliza para editar o corregir el genoma de cualquier célula (incluso las humanas). De esta manera, los investigadores pueden acabar con todo tipo de afecciones, identificar los genes responsables de alteraciones genéticas y reemplazarlos para prevenir enfermedades hereditarias e incluso revertir el envejecimiento del ser humano.
Durante los últimos años hemos sido testigos de un grupo de investigadores de la universidad de California que desarrollaron mosquitos modificados genéticamente para que no pudieran transmitir malaria, de un proyecto de la universidad de Harvard que eliminó los genes dañinos de los cerdos con el objetivo de trasplantar los órganos de los animales a personas o de investigadores que desarrollan cada día remedios a nuevas enfermedades.
En definitiva, el superhumano ya está aquí. Sin embargo, no es el replicante de 'Blade Runner' ni los robots de Futurama. Un nuevo humano, conectado más que nunca a la tecnología, que aspira a desplazar al actual con nuevas mejoras genéticas y gadgets que le ayuden a controlar su día a día y sacar el máximo rendimiento del cuerpo humano.
Una raza humana a dos velocidades
En su libro, Stephen Hawking decía temer las capacidades de este nuevo ser humano. Concretamente al hecho de que esta tecnología caiga en las manos que no deben y que la nueva raza de humanos crezca a dos velocidades. El físico mostraba su preocupación sobre que la raza de seres autodiseñados mejore a un ritmo cada vez mayor mientras aquellos que no pueden acceder a esta tecnología están condenados al fracaso. Una evolución que acabaría con el ser humano tal y como lo conocemos, dando paso a la época superhumanos.
Por esa misma razón, y con el objetivo de que la evolución del ser humano no caiga en las manos que no deben, el físico recomienda en su libro crear una ley que restringa la ingeniería genética de los rasgos humanos. Una ley que podría controlar el uso de esta tecnología y evitar una nueva clase de desigualdad social en la que los más poderosos del planeta sean todavía más poderosos mientras que la clase baja queda expuesta a la desaparición. La pelota está ahora en el tejado de los gobiernos: ¿cuál es el límite del ser humano?
David Justo
(Astrabudua, 1991) Periodista especializado en tecnología y buscador de historias virales e inverosímiles...