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La probabilidad estadística y el triste caso de Sally Clark

La probabilidad de dos muertes súbitas seguidas era entre 4,5 y 9 veces más probable que dos infanticidios seguidos

Sally Clark tras salir del Tribunal de Apelaciones de Londres en 2003 / John Stillwell Getty Images

Navarra

Sally Clark, natural de Cheshire (Inglaterra) y abogada de 42 años, murió el 15 de marzo de 2007 por un fallo cardíaco provocado por una excesiva ingesta de alcohol, después de haber sido acusada erróneamente de matar a sus dos hijos: Harry, de 8 semanas (muerto en 1988) y Christopher, de 11 semanas (muerto en 1996). Habían pasado cuatro años desde que fuera acusada de asesinato por asfixia de sus dos hijos. Fue juzgada en Inglaterra el 9 de noviembre de 1999.

En realidad, se trataba de la muerte súbita de dos bebés en una misma familia, situación calificada de altamente improbable por el tribunal de Chester que la condenó a cadena perpetua con ocho votos a favor y dos en contra, ya que interpretó que, si la posibilidad de muerte súbita de un bebé es de 1/8543, la de dos bebés es 1/8543 * 1/8543 es decir de 1 entre 73 millones. En aquella época, el número de nacimientos en Inglaterra, Gales y Escocia era de 700.000 al año, por lo que la probabilidad de ocurrencia por azar de este suceso era de 1 cada 100 años.

Tres años después, fue puesta en libertad al revocarse la sentencia, que fue calificada como uno de los mayores errores judiciales de la historia moderna de Gran Bretaña. Era el error denominado como “prosecutor fallacy”, es decir, el error probabilístico cometido en los juzgados por un falso razonamiento científico.

En octubre de 2001, la Real Sociedad Estadística Británica expresó públicamente su preocupación por el mal uso de la estadística en los juzgados. En enero de 2002, su presidente escribió al Lord Chancellor, comunicándole su interés en replantear el uso adecuado de la evidencia estadística en el sistema judicial. Como consecuencia de ello, se revisó el caso.

Un terrible error de interpretación

Estudios posteriores pusieron en evidencia que la muerte del primer hijo de Sally fue provocada por una infección respiratoria y que la muerte de su segundo hijo se debió a una infección bacteriana. Pero para Sally fue demasiado tarde. Había pasado tres años en prisión. El error judicial consistió en interpretar que la muerte súbita de un bebé nada tenía que ver con la de su hermano, aunque fuese de la misma familia. Es decir, se interpretaron ambos sucesos como independientes, lo que llevó a pensar que era prácticamente imposible que ambas muertes fueran accidentales.

Esta fue la interpretación que hizo el pediatra Sir Roy Meadow, ignorando que pudiera existir una correlación entre ambos sucesos, en cuyo caso cambiaría drásticamente la probabilidad de ocurrencia de muerte súbita. Como consecuencia de su erróneo razonamiento, Roy Meadow fue eliminado del registro británico de médicos.

De hecho, el pediatra no conocía que, si existe algún defecto genético, la probabilidad de muerte súbita del segundo hermano habiendo sucedido la del primero era aproximadamente de 1 entre 100, por lo que la probabilidad de muerte súbita de los dos bebés era de 1/85000, es decir 86 veces superior a la inicialmente estimada. Esta estimación se debió a Ray Hill, un estadístico de la Universidad de Salford. Ray Hill concluyó que la probabilidad de dos muertes súbitas seguidas era entre 4,5 y 9 veces más probable que dos infanticidios seguidos.

Y no es un caso aislado

El caso de Sally Clark no fue el único. Angela Cannings fue encausada por la muerte de dos de sus hijos, de los tres que habían fallecido por muerte súbita. En su juicio no se utilizó explícitamente el razonamiento estadístico, aunque sí se dijo que la muerte súbita de los tres niños era muy muy rara. Afortunadamente, Angela también fue liberada en 2003 gracias a la investigación que se hizo de varias muertes súbitas acaecidas con sus mismas bisabuelas paternas y maternas.

Trupti Patel, una farmacéutica de origen paquistaní, fue igualmente condenada por la muerte de tres de sus hijos, cuando en realidad habían fallecido por muerte súbita.

Una muerte súbita es 17 veces más frecuente que un asesinato. Dos muertes súbitas son 9 veces más probables que dos asesinatos y tres muertes súbitas suceden solamente dos veces más que tres asesinatos, pero eso no significa que necesariamente tres muertes súbitas sean asesinatos.

La probabilidad refleja un grado de creencia de la ocurrencia de un suceso y, por pequeña que sea, siempre ha de tenerse en cuenta. Es ahí donde radica la calidad de un razonamiento científico.

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Una versión de este artículo fue publicada originalmente en el blog Traductor de ciencia de la UPNA.

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Ana Fernández Militino, catedrática del Departamento de Estadística, Informática y Matemáticas e investigadora del Instituto de Materiales Avanzados (InaMat), Universidad Pública de Navarra

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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