El último amigo de Samuel
Hoy se cumplen 2 años del hallazgo del cadáver del niño congoleño en Cádiz
Yanick Tresor ,que compartió más de 6 meses con el pequeño y su madre en el bosque marroquí donde vivieron antes de subir a la patera, pide en su memoria se tomen medidas para evitar más muertes en el Mediterráneo
Samuel Kabamba es una de las casi 18000 víctimas que han perdido la vida en los últimos 5 años intentando entrar a Europa a través del mar
Madrid
“Conocí a Samuel y a su madre cuando llegaron en agosto de 2016 al bosque de Bolingo, lo recuerdo perfectamente porque era un niño muy sonriente. Estuvieron allí hasta enero de 2017 cuando se subieron a la patera en la que murieron. Era un pequeño muy especial, jugaba con todos y todos lo conocían. Le prestaba mi móvil y lo manejaba como un adulto” así rememora Yanick Tresor, un camerunés que convivió con esta familia congoleña hasta que pusieron rumbo a España, una de las historias que más impacto ha causado en la frontera sur española en más de 30 años de muertes en sus playas.
Hoy, 27 de enero, se cumplen dos años del hallazgo del cadáver del niño congoleño sobre la arena de la playa de la Mangueta, en Barbate, en lo que se convertía en la confirmación trágica del destino final de este pequeño y de su madre, cuyo cuerpo apareció más tarde en la costa de Argelia.
Samuel no fue un número más de la macabra lista interminable de muertes en las playas europeas. Su nombre, su historia y su recuerdo es hoy posible gracias a la comunidad de migrantes con los que compartieron sueños para cruzar a Europa, y que después de unas horas sin tener noticias de ellos en la patera, dieron alerta al colectivo Caminando Fronteras de Helena Maleno, a Salvamento Marítimo para que buscaran a las personas que se subieron aquella barca de juguete hace dos años. Y después, gracias a la presión de Caminando Fronteras , que llegó a denunciar que Salvamento Maritimo dejó de buscar la barca por la noche, de artículos como el de Trinidad Deiros en El Mundo desde la República Democrática del Congo, la ONG Tierra de Todos y al religioso Gabriel Delgado que ayudaron una vez en Cádiz al padre y el tío de Samuel para identificar el cadáver y participar en el entierro.
“Después de dos días llamamos incluso a los que organizaron la patera, no sabíamos nada de esas personas que en teoría tenían que haber llegado ya a España. Nos dijeron que no sabían nada, que los estaba buscando Salvamento Marítimo. Gracias a Helena insistieron en la búsqueda pero no los encontraron vivos” recuerda Yanick, este joven de 33 años que asegura que en ese bosque, Bolingo, el lugar donde suelen vivir las mujeres que tienen niños o familias hasta subirse a las barcazas con destino a España, había en ese momento más de 500 personas que estuvieron muy pendientes de la búsqueda de Samuel. Recuerda como la mamá insistía en que todo ese esfuerzo era por curarse del tumor de gran tamaño que tenía entre el cuello y la espalda.
El impacto de la noticia entre sus compañeros del bosque
Hasta que un vecino encontró el cuerpo de Samuel cerca del Faro de Trafalgar en el bosque sus compañeros tuvieron esperanzas “hasta que nos confirmaron la penosa noticia, fue brutal. Todos lloramos y nos quedamos impactados, hasta los niños se dieron cuenta de la tristeza, y era inevitable pensar que nosotros podíamos ser los siguientes muertos, por eso nadie salió en patera hasta un mes después” señala Tresor en declaraciones a la Cadena SER.
"Piensas que no es normal que el destino de esas personas sea la muerte, me afectó mucho y sabía que nuestro futuro estaba en manos de dios, tardé 5 meses en subirme a la patera con la que llegué a España hace ahora 1 año y 7 meses" explica Yanick.
Yanick quiere homenajear hoy a Samuel y su madre recordándolo. En su memoria y en la de otros tantos, pide medidas para acabar con estas muertes, “hay demasiada gente que ha muerto en el mar. Si Europa quiere que la gente deje de venir así, si no quieren más víctimas, tienen que dar visados para que podamos viajar como todo el mundo, en avión. Solo así dejarán de salir pateras” reclama este treintañero.
Después de 11 intentos de cruzar en patera, Yanick pisó Motril
El 8 de mayo de 2017 Yanick completó el viaje más largo de su vida. 5 años después de salir de Duala, una de las ciudades más importantes de Camerún, de cruzar media África, con muertes de más compañeros en el desierto argelino incluidas y con más de 4 años sufriendo en Marruecos al fin, en la undécima vez que se subía a una patera, fue rescatado por Salvamento Marítimo en el Mar de Alborán y desembarcaba junto a medio centenar de compañeros de travesía en el puerto de Motril.
“Estuve casi 5 años en Marruecos, pasé por varias ciudades, Tánger, Rabat, los bosques de Gurugú o Bolingo en Nador, Castillejos cerca de Ceuta, demasiado tiempo. De Nador salí el día que llegué a España pero desde allí había intentado 3 pateras, desde Castillejos había subido a otras dos barcas, en Tánger tuve 5 intentos en patera y finalmente lo conseguí con mis compañeros, entre los que había 6 mujeres”, pero Yanick había pisado ya España antes aunque solo por unos minutos, “ la última vez en 2014 cuando salté la valla de Melilla y estando dentro del territorio español la Guardia Civil abrió la puerta de las verjas y me entregó a los marroquíes, ya me había pasado antes y decidí no volver a saltar” afirma.
Un futuro en los fogones
Yanick está muy agradecido a una de las ONG más conocidas de Madrid en materia de acogida y hospitalidad, SERCADE, y en especial a Carmen Cabrillo una de sus integrantes. Gracias a esta organización está estudiando un módulo formación profesional en materia de cocina en Alcorcón, “ se me da bien cocinar y espero conseguir trabajo cuando me den los papeles dentro de más de un año” augura.
Este ex dependiente de una tienda en el mercado central de Duala, salió para mejorar la vida de su familia, para darle un futuro a su hijo de 10 años, 3 más de los que tendría ahora el pequeño Samuel, uno de los casi 18000 muertos de los últimos 5 años en el Mediterráneo, que gracias a Helena Maleno, el cura Gabriel Delgado, a Andalucía Acoge, a su propia familia o a Yanick hoy no es un número más.