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Venezuela

Voces licenciadas del éxodo venezolano

Hasta tres millones de personas han emigrado desde que comenzó el chavismo. La mayoría, según varios indicadores, graduados universitarios. Hablamos con varios de ellos que han encontrado un modo de vida en Madrid

Decenas de venezolanos se concentraron en la Puerta del Sol el pasado 23 de enero tras la autoproclamación de Guaidó. / JuanJo Martín (EFE)

Madrid

Hasta tres millones de venezolanos, según los últimos datos de la Organización Internacional para las Migraciones, han abandonado el país. La mayoría están en Latinoamérica. El éxodo se ha disparado en los últimos años, sobre todo entre los migrantes procedentes de las clases populares, que han salido hacia países vecinos o cercanos como Colombia -donde se calcula que hay un millón-, Chile, Ecuador, Perú o Brasil. Son la última tanda de un éxodo venezolano que comenzó mucho antes casi a la vez que el chavismo. En Europa, España es el destino principal y acoge a unos 250.000 venezolanos. Casi la quinta parte están en Madrid. Pero no todos han llegado en esta última oleada, algunos lo hicieron nada más licenciarse en Venezuela. Son los licenciados del chavismo que han tenido que buscarse la vida lejos de su país. Estas son algunas de sus historias.

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Jesús, 35 años. Diseñador gráfico.

Jesús nació hace 35 años en la ciudad Valencia, en el norte del país al oeste de Caracas, donde estudió diseño gráfico. Hace 12 años llegó a España, con Chávez ya en el poder. "Nunca me vine por otra razón que no fuera profesional porque entonces el país funcionaba más o menos bien, estamos hablando de 2007". Jesús estudió un máster en Madrid, hizo prácticas en una empresa, luego se incorporó a una de las consultoras digitales más importantes de España y de ahí pasó a la startup digital en la que ahora trabaja. Se ha establecido tanto en la capital que incluso se reconoce como un madrileño más: "No niego mi identidad, he absorbido e incorporado otra identidad más que es la de esta ciudad". Va todos los años a Venezuela en diciembre, por Navidad. Ese contacto anual con la realidad del país le ha hecho vivir en persona el cambio del país que funcionaba en 2007 a la realidad social de hoy. "El país se fue degradando y de pronto llegas a tu ciudad y no hay ningún servicio, la ciudad está a oscuras y se fue apagando todo. El cambio lo he notado estos últimos tres años: el año pasado no hubo Navidad, la gente no tenía dinero ni para comprar una caja de cerveza".

En su última visita, hace poco más de un mes, encontró "familias enteras viviendo en la calle, gente comiendo de los contenedores de los restaurantes" o medios de transporte "con una camioneta como si fueran ganado". Frente a esa realidad, una paradoja: "Fui a echar gasolina al 4x4 de un amigo, unos 70 litros. Preguntamos cuánto era y el gasolinero nos dijo que nada, que con la propina bastaba. Es una locura. El edificio se caía a pedazos, como en una película de terror, pero la gasolina era gratis. Nos dijo el gasolinero que se la paga el Gobierno, pero no sabe cuándo".

Jesús observa los últimos acontecimientos de la oposición, con Juan Guaidó al frente, con moderado optimismo. "El régimen siempre tiene un as en la manga", resume. Sí ve un cambio en la postura de la comunidad internacional, de la Unión Europea y, sobre todo, del resto de países latinoamericanos: "No nos engañemos, se les cortó el chorro de los dólares y de la gasolina". Lo dice desde una posición contraria a Maduro que no es "ni de derechas ni de izquierdas, la oposición es oposición". Mientras se mantiene puntualmente informado ("a través de las redes sociales, es la única manera"), no tiene claro si volverá definitivamente a Venezuela si termina el chavismo. "Sí tengo el sueño de llevar un proyecto empresarial a Venezuela, incluso comprarme un piso en mi ciudad, pero no volver al cien por cien no lo tengo tan claro", termina.

Alejandra, 25 años. Comunicadora social.

Alejandra llegó a Madrid hace dos años con una beca de la Universidad Autónoma. Antes, se graduó en Comunicación Social con Maduro ya en el poder. Hizo sus estudios en la Universidad Católica Andrés Bello, la misma en la que Juan Guaidó estudió Ingeniería Industrial. Ahora es becaria en una empresa digital que presta servicios financieros. "Mi hermana gana 10 dólares al mes y es gerente de marca, un puesto en el que aquí ganaría unos 30.000 euros al año. Yo le tengo que ayudar y gano 700 euros al mes. No tiene sentido", explica. Alejandra detecta los síntomas más preocupantes en la alimentación de los venezolanos: "Mis amigas de la universidad, que son del interior donde la vida es más complicada, solo tienen arroz para comer. Mi familia no ha dejado de comer, pero ya no pueden comer proteínas en todas las comidas. Con mi salario tuve que llevarles dinero, comida o bienes de primera necesidad".

Observa a Guaidó con cierto optimismo y apunta a que "está cumpliendo bien con su papel de interino". "Venimos de un ciclo de vicios, de corrupción, donde hay ciertos mecanismos de supervivencia que no están bien, así que hay muchas cosas que hay que solventar para poder llegar a lo que queremos ser", dice Alejandra. Se queja también de esa visión estereotipada de la oposición como clase adinerada ultraconservadora: "El bipartidismo que había antes del chavismo era progresista. Esta revolución bolivariana no es de izquierdas, han intentado disfrazarla así". Y reflexiona: "Hablo con gente que me dice que los venezolanos teníamos que haber hecho algo más, haber protestado más, incluso haber provocado una guerra. Luego hacemos algo constitucional y la gente se queja de que se autoproclamó, dicen que es un golpe de Estado... Siempre va a haber una crítica".

Óscar, 32 años. Diseñador gráfico.

Óscar llegó a Madrid huyendo hace 11 años de la inseguridad en Venezuela. "Sufrí un intento de secuestro, no lo pasé bien. Estuve un tiempo encerrado en casa, amenazas... Pero ya tienes esa sensación cuando sales de casa alguien te está siguiendo. Hubo una segunda vez que sufrí una persecución de un coche y ya decidí dejar todo, vender todo lo que tenía, ahorrar y en un año pude salir de Venezuela", resume. Dejó atrás un país que "entonces estaba bien, había comida, todavía no era tan inseguro y no se había devaluado la moneda". Y la última vez, hace cuatro años, fue de visita tres días por culpa de una emergencia familiar: "Entonces ya vi que las cosas estaban muy mal, me deprimió. Veías cosas como mercados municipales en la calle y cuando volvías a pasar cuando había cerrado el mercado había más gente que cuando estaba abierto porque buscaban comida en la basura". En estos años ha participado en protestas en España, "porque es en lo único que te sientes útil desde fuera".

En lo político, ve diferencias entre Hugo Chávez y Nicolás Maduro. "Chávez nos arruinó la vida y, a pesar de ser un desgraciado, supo controlar la situación, fue inteligente. La diferencia con Maduro es que no tiene ni idea de gestión de absolutamente nada y todo ha caído en picado desde que él entró de presidente". Respecto a la presidencia interina de Guaidó, defiende "que no ha sido un salto de ley, que se ha hecho conforme a la Constitución y soy muy optimista porque hay apoyo internacional, algo que antes no pasaba". Aun así, de momento, si Maduro deja el poder tiene pensado volver "de vacaciones". "El país va a empezar a mejorar, pero tampoco va a ser un cambio de la noche a la mañana y ya tengo una vida fuera, con nexos en este otro país y un sentimiento de pertenencia. Por mucho que quiera a mi país, es complicado. No me veo viviendo en Venezuela".

 
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