Por qué los costaleros deben vigilar su corazón
Hacer ejercicio físico intenso unos pocos días al año, acarreando pasos de Semana Santa, no resulta nada sano para el corazón a tenor de las investigaciones sobre el mundo del costal realizadas por José Miguel Robles Romero, de la Universidad de Huelva y Juan Gavala González, de la Universidad de Sevilla
Madrid
A nadie se le ocurriría correr una maratón sin una preparación previa o un pequeño chequeo médico. Hacer de costalero es algo parecido.
El campo de la enfermería es responsable del cuidado de las personas, con un especial hincapié en los grupos de riesgo. También de la promoción de la salud y la prevención de enfermedades, para las que una dieta adecuada y la práctica de ejercicio físico de manera regular es crucial para una vida longeva y sana. Los costaleros que cada año, por estas fechas, cargan las pesadas imágenes procesionales no son una excepción.
Como investigadores conocedores del mundo del costal, decidimos estudiar la salud de estas personas. Para ello utilizamos como muestra a la cuadrilla de costaleros de la Hermandad del Prendimiento de Huelva. Un total de 101 integrantes a los que se sometió a la medición de diversas variables:
Un cuestionario sociodemográfico y de hábitos de vida.
Una medición de tensiones arteriales en reposo y en el esfuerzo del trabajo del costalero.
Un análisis de la composición corporal mediante impedancia bioeléctrica segmental. Esta técnica permitió obtener variables como la grasa corporal, la masa muscular esquelética y el exceso de grasa.
El test de Ruffier-Dickson, que nos permite conocer la resistencia cardíaca al esfuerzo y la capacidad que tiene la persona para recuperarse tras el ejercicio.
El test de Abalakov, que nos da cuenta de la fuerza o potencia del tren inferior de los sujetos, puesto que lo que se les mide es la altura de un salto (la llamada 'levantá').
Una cuantificación del esfuerzo del costalero, mediante la medición del peso del paso, cálculos del centro de masa e incremento de peso en la levantá en función a la altura de la cuadrilla.
Todo esto se hizo en el marco de una tesis doctoral defendida en la Universidad de Huelva por José Miguel Robles y codirigida por los otros dos autores de este artículo. Sus primeras conclusiones han sido publicadas en la revista International Journal of Enviromental Research an Public Health
¿Cuál es el estado físico de los costaleros onubenses? Variables como el índice de masa corporal, la relación cintura-cadera y el nivel de grasa corporal son buenos predictores del riesgo cardiovascular. Según nuestros resultados, el colectivo costalero presenta un riesgo cardiovascular a medio-largo plazo elevado por la antropometría, las cifras de tensión arterial y el esfuerzo que realizan.
El aumento de los niveles de grasa corporal provoca un aumento de las cifras de presión arterial en reposo. Por este motivo es importante controlar los niveles de adiposidad, un factor de riesgo para la rigidez arterial en adultos de mediana edad.
En nuestro estudio pudimos cuantificar cómo la tensión arterial aumenta directamente al ganar un kilo de grasa. En los costaleros, durante su esfuerzo, estas cifras se multiplican por dos.
Cabe destacar que la grasa corporal se correlaciona inversamente con la capacidad de recuperación cardíaca después del esfuerzo. Por lo tanto, si consideramos el tipo de trabajo que realizan los costaleros (alta exigencia física en un espacio hacinado con temperaturas elevadas) y las características que suele presentar esta población, podemos concluir que son un grupo de riesgo cardiovascular.
El uso del índice de masa corporal para identificar grupos de riesgo cardiovascular es, en general, interesante. Pero cuando se trata de personas con un alto contenido de masa muscular esto puede dar lugar a falsos positivos. Cuando eso sucede, los resultados no son útiles para la clasificación de personas con problemas coronarios.
El grupo estudiado de costaleros presenta una media de edad que ronda los 28 años y está sujeto a una alta demanda física (48 kg por costalero de media). La preparación física previa es escasa, lo que aumenta el riesgo cardiovascular a medio y largo plazo.
El primer paso: aceptar el problema
Aunque los participantes estudiados perciben su estado de salud como bueno y creen que cuidan su dieta, las mediciones corporales no parecen corroborar esas afirmaciones. Esto dificulta que modifiquen los hábitos nocivos, ya que las diferencias entre salud real y percibida no ayudan a concienciar del riesgo a la población y hacer que cambie a un estilo de vida más saludable.
A la vista de estas conclusiones, lo primero que recomendamos es mantener una dieta equilibrada durante todo el año. También practicar ejercicio físico diario para mantener un peso corporal idóneo.
José Miguel Robles Romero, Profesor de la Facultad del Enfermería de Huelva, Universidad de Huelva y Juan Gavala González, ORCID: 0000-0002-4760-1503 jgavala@us.es, Universidad de Sevilla
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.