Durante el debate del lunes en Radiotelevisión Española, Pablo Iglesias y Pablo Casado consiguieron más comentarios positivos o neutrales que negativos, mientras que Rivera y Sánchez se llevaron el reproche de los tuiteros. Era previsible que este esquema se repitiera hoy, así que ¿qué ha sucedido en apenas 24 horas para que Casado pase al grupo de los suspensos? Imposible saberlo con seguridad, pero parece que en Twitter, a diferencia de la televisión, la agresividad se paga muy cara. Y el cambio de Casado a una estrategia más beligerante -tal vez forzado por un Rivera muy impulsivo en ambos debates- podría haberle hecho perder en Twitter los puntos que le separaban de la zona roja y aún un puñado más: si el lunes gozaba de un cómodo 61% de comentarios positivos ayer apenas llegó al 45%. Iglesias, por su parte, consiguió un 65% de apoyos el lunes y se permitió sumar ayer un punto más, tal vez gracias a la misma estrategia de equidistancia, condescendencia y reprimenda que parece situarle siempre por encima de sus rivales. Las palabras «único», utilizada en 464 ocasiones por quienes se refirieron a él, «educación» (224) y «respeto» (119) apoyan la teoría de que las formas importan, y mucho, a la comunidad tuitera. Esta hipótesis ganaría aún más puntos al observar las gráficas que distribuyen la aceptación y el rechazo en tramos de cinco minutos y descubrir que los momentos de mayor penalización tuitera -barras rojas- coinciden, curiosamente, con los de mayor enfrentamiento, tanto en el plató de Televisión Española (sobre todo, en el último cuarto del debate) como en el de A3Media (en la mitad). Sea como fuere, conviene apuntar esta teoría para futuros debates, siempre partiendo de la base de que la aceptación o el rechazo de Twitter tenga alguna influencia sobre los resultados electorales, algo muy discutible, pero de lo que probablemente obtengamos buenas pistas el próximo domingo por la noche.