Ocio y cultura

Almenas y trovadores: Aragón medieval al son de Verdi

Zaragoza es el punto de partida de una de las óperas más populares: Visitamos los escenarios de "Il Trovatore"

El palacio de la Aljafería / Getty

Madrid

De la turbulenta historia del Aragón medieval, uno de los escenarios clave de la Reconquista y de las disputas dinásticas que la siguieron, dan buena cuenta los extraordinarios castillos y fortalezas que enriquecen su espectacular paisaje. Y en mitad de uno de esos conflictos ambientó precisamente Verdi una de sus óperas que le dió más fama: Il Trovatore, que transcurre durante la revuelta del conde de Urgell contra el rey Fernando I. Inspirándose en la obra de teatro El trovador, de Antonio García Gutiérrez, el compositor italiano creó una música tan llena de matices y momentos espectaculares como la complicada historia de amores, acusaciones de brujería y venganzas que se despliegan en la trama.

Verdi nos lleva a un castillo, a un asedio, a una noche en la montaña, a una mazmorra… y aunque el libretista se toma bastantes libertades con el episodio histórico que le da el sabor medieval a la narración, es posible seguir las huellas del trovador Manrico, de su enemigo (y hermano secreto) el conde de Luna y de la desdichada dama Leonora para sumergirse el Aragón que inspiró esta obra maestra.

Uno de los pocos grandes edificios de la época taifa que se conservan, esta espectacular fortaleza ha sido desde siempre una sede de poder: primero, como palacio de recreo de los gobernantes musulmanes de Zaragoza; luego, como la residencia de los reyes cristianos de Aragón; fue asimismo palacio de los Reyes Católicos, más tarde, acuartelamiento y fortaleza militar, y hoy en día mantiene todavía ese vínculo con el mando y el liderazgo como sede de las Cortes de Aragón.

El palacio de la Aljafería, con la Torre del Trovador en primer plano / Getty

El palacio de la Aljafería, con la Torre del Trovador en primer plano / Getty

Toda esa rica historia ha dejado su huella en los elementos arquitectónicos y las decoraciones de sus múltiples estancias, desde los arcos polilobulados de la construcción original hasta el espectacular artesonado del Salón del Trono de Isabel y Fernando. Pero la parte de este conjunto de más nos interesa es la más antigua: la torre defensiva de finales del siglo IX que, gracias a la obra de teatro de García Gutiérrez y a la ópera de Verdi se conoce como la “Torre del Trovador”: su imponente mole, sus gruesos muros y las escasez e irregularidad de sus ventanas inspiraron sin duda la escena del cautiverio de Manrico, que canta a su amada que no le olvide ante la inminencia de su condena a muerte.

El castillo-abadía de Loarre / Getty

El castillo-abadía de Loarre / Getty

En la ópera, el villano de la historia, el Conde de Luna, no sólo es un rival en el amor del trovador; es también un enemigo militar, puesto que Luna sirve al rey Fernando I y Manrico al rebelde Jaime de Urgell. En la realidad, Antón de Luna fue uno de los jefes urgelistas, y el último episodio de la rebelión se vivió precisamente en su fortaleza: El espectacular castillo abadía de Loarre, ya en la provincia de Huesca, a cien kilómetros de Zaragoza. Es uno de los mejores ejemplos de arquitectura militar del románico, y proyecta una bellísima estampa encaramado en un promontorio sobre el que domina la llanura de La Hoya. Además de su muralla y sus almenas, destaca en él la cripta de Santa Quiteria y la Iglesia de San Pedro, con su característica bóveda de media esfera en la única nave del templo. Hay visitas, y visitas guiadas.

En el tercer acto de Il Trovatore, los soldados del Conde de Luna se preparan para asaltar el pueblo de “Castellor”. La referencia más próxima es el el monte del Castellar, en la provincia de Zaragoza, que alberga un conjunto de restos arqueológicos, incluyendo restos de castillos de la era de la Reconquista; en todo caso, el area se encuentra comprendida en el campo de maniobras militares San Gregorio, que la hace invisitable.

A cambio, uno puede visitar en el vecino Teruel la localidad de El Castellar, que -naturalmente- tiene su propio castillo, levantado en el siglo XII (hoy, en manos privadas). Los interesados en monumentos pueden admirar también su iglesia barroca, pero lo que hace único a este municipio es algo mucho más antiguo: los restos de dinosaurios hallados en las últimas décadas, que incluyen huellas y huesos visitables gracias a un paseo acondicionado al efecto.

Portada rococó de la Cartuja de Aula Dei / Francis Raher (CC BY 2.0)

Portada rococó de la Cartuja de Aula Dei / Francis Raher (CC BY 2.0)

Igual que en castillos, Aragón es rico en arquitectura religiosa, así que la dama Leonora tendría fácil encontrar un convento en el que ingresar al suponer muerto a su trovador Manrico (Acto II). Como alternativa a ese innominado cenobio, os proponemos una visita a la Cartuja de Aula Dei, al lado del núcleo urbano de Zaragoza. Además del impresionante edificio renacentista, destaca la iglesia decorada con frescos de Goya, y una espectacular portada rococó, añadida ya en el siglo XVIII. La visita -que organiza la comunidad que gestiona el monasterio, puesto que el edificio sigue teniendo un uso religioso- incluye también un recorrido por algunas de las estancias que utilizaban los monjes cartujos: una celda, un claustrillo, las capillas y la sala capitular.

 
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