Podemos se prepara como partido para la entrada en el Gobierno: reorganización interna y caras nuevas

Madrid

Podemos se prepara para afrontar una nueva etapa como formación política. A punto de cumplir cinco años y a la espera de que se cierre la fecha de la investidura, los morados comienzan a planificar un escenario en el que se convertirán en partido de Gobierno con sus dos principales caras visibles, el secretario general Pablo Iglesias, y la portavoz parlamentaria Irene Montero, centrando buena parte de sus fuerzas en la labor del ejecutivo como vicepresidente y ministra respectivamente. Fuentes del partido señalan "el diferente papel" que Podemos tendrá que asumir ahora, con la necesidad de apoyar el desarrollo de las políticas que emanan del Gobierno y haciendo una mayor pedagogía, teniendo en cuenta que la exposición se incrementará, mientras intentan mantenerse fieles a sus orígenes reivindicando derechos y libertades desde la calle.

Ya advirtió Iglesias, en su carta a los militantes tras la firma del preacuerdo con Sánchez que, en este Ejecutivo compartido con el PSOE, encontrarán "muchos límites y contradicciones" y tendrán que "ceder en muchas cosas". Por eso, será más necesario que nunca mantener a sus militantes y simpatizantes movilizados. Según explican desde el entorno del secretario general, el "nuevo Podemos" pasa por una reforma de la dirección estatal, otorgando un mayor peso orgánico a tres de sus dirigentes: el diputado canario Alberto Rodríguez, que ya en junio fue nombrado secretario de Organización en sustitución de Pablo Echenique y que tendrá la responsabilidad de pilotar la nave; el secretario de Relaciones con la Sociedad Civil y Movimientos Sociales, Rafa Mayoral, que seguirá la senda que marca su cargo manteniendo el pulso de la calle; y la secretaria de Círculos y Participación, Ana Marcello, quién tendrá especial relevancia en la reorganización de los territorios.

Crecer en los territorios es precisamente otro de los grandes retos que se plantea la organización. Tras haber cedido espacio en el Congreso en las últimas dos elecciones, quedándose sin diputados en algunas comunidades, Podemos quiere ganar peso más allá de la capital. En aquel texto dirigido a los inscritos, el líder morado remarcó que tienen por delante la tarea "de fortalecer nuestra organización y nuestros círculos" escribía, subrayando que es necesario construir una herramienta fuerte "que esté presente en cada barrio y en cada pueblo".

Un objetivo, el de mejorar su estructura territorial, al que se une la necesidad de afrontar la reconstrucción del partido en varias regiones, con direcciones en manos de gestoras. Casos como los de Madrid, Castilla La Mancha, Murcia, Cantabria y La Rioja. Sin olvidar Andalucía, cuyo liderazgo regional, en manos de Teresa Rodríguez, representa uno de los escasos núcleos de oposición interna. Precisamente, a comienzos de año, los andaluces celebran una conferencia política tras la que, en principio, se convocaría una asamblea para renovar los cargos en la que, a buen seguro, los "pablistas" querrán dar la batalla.

Nuevas caras en el Congreso y el futuro a medio plazo

Queda un tercer desafío de cara a esta nueva etapa. La salida de Pablo Iglesias e Irene Montero hacia la bancada azul del hemiciclo, destinada al Ejecutivo, deja un vacío importante en el Grupo Parlamentario. La clave está en la nueva portavocía y en cómo afrontará el grupo la labor parlamentaria teniendo en cuenta que ya no serán oposición. Esta responsabilidad caerá, previsiblemente, sobre la dupla Pablo Echenique-Noelia Vera. Dos miembros del partido experimentados y de la máxima confianza. El primero como ex-secretario de organización, ahora con responsabilidades de Acción de Gobierno, y la segunda como portavoz de la Ejecutiva.

Pero 2020 está marcado también en rojo para Podemos por otra circunstancia. Será el año en que tendrá que perfilarse cuando se celebrará la Asamblea Ciudadana Estatal. Un "Vistalegre III" que será muy distinto a su antecesor, donde el partido quedó fragmentado entre "Pablistas" y "Errejonistas" y derivó en la salida de estos últimos. Tres años después, sin apenas tensiones internas y con el objetivo cumplido de entrar en el Gobierno, será el momento de que los inscritos revaliden al secretario general en su cargo o bien den paso a un nuevo liderazgo quizás femenino, como suelen vaticinar tanto Montero como Iglesias, que guíe al partido en su nueva etapa.