Las latas de galletas repletas de hilos y otros objetos imprescindibles de la casa de tus padres
Si, probablemente tú también has tenido alguno de estos entre tus manos
Madrid
Los años pasan, pero los recuerdos permanecen intactos al paso del tiempo. Las mesas camilla con brasero incorporado se han marchado prácticamente sin decir adiós para dar paso a muebles de nueva generación como las baratas mesas Lack que prácticamente todo el mundo tiene en su hogar. Esas mesas sobre las que escribiremos dentro de varias décadas recordando que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero que a día de hoy se han convertido en una solución práctica y sencilla para resolver (casi) cualquier situación.
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La mesa camilla solo es uno más de todos esos muebles y objetos que no podían faltar en las casas de nuestros padres y nuestras abuelas. Unas casas en las que, cada vez que nos sentábamos a comer, lo hacíamos sobre una vajilla de marca francesa Duralex. Puede que no asocies esta marca a ningún plato, y que sea la primera vez que la escuchas, pero seguro que alguna vez te has tomado una sopa sobre ese plato hondo de color ámbar. ¿Lo recuerdas?
De los portallaves con termómetro al furor del ganchillo
Nada más llegar a casa, ya sea la nuestra o la de terceros, nos encontrábamos con un portallaves con termómetro en el recibidor. Un objeto que, por norma general, venía acompañado de fotografías de vírgenes como la de Guadalupe o de la costa de Benidorm. Y es que, aunque fueras más ateo que Galileo Galilei o vivieras en el centro de Malasaña, este tipo objetos se convirtieron en indispensables en cada hogar, tal y como recuerdan los creadores de Yo Fui a EGB, Jorge Díaz y Javier Ikaz: "La tele era fundamental en cada casa pero, si nos vamos todavía más atrás, quizás uno de esos llaveros de pared con termómetro y foto de la costa".
Unos llaveros que adornaban una entrada en la que tampoco podía faltar un tocador decorado por un tapete de ganchillo o un frutero repleto de manzanas, plátanos y uvas de plástico. Por aquel entonces, el ganchillo y el macramé estaban de moda y podíamos encontrarlos en prácticamente cualquier rincón de la casa. Desde el anteriormente citado recibidor hasta en el baño, donde emulaba a un pequeño sombrero para esos rollos de papel de color marrón del elefante.
La costura y las falsas cajas de galletas
La costura estaba muy presente en nuestros hogares. Siempre había alguien preparado para dar una puntada o para coger el bajo de un pantalón. ¿Y dónde guardábamos todo tipo de alfileres e hilos? Mientras que algunas personas recurrían a las clásicas cajas de costura, la gran mayoría de personas optaba por una caja de galletas de marca danesa.
Sí, esa metálica de color azul marino que hemos abierto alguna vez con la esperanza de encontrar alguna galleta de mantequilla y en la que hemos acabado encontrando una esponjita agujereada por varios alfileres y un dedal. Una caja en la que también podíamos encontrar esas tijeras de punta afilada y color metálico e incluso varios botones o imperdibles.
La fiebre por los vasos y los sillones de escay
Los salones de este tipo de casas tenían varios protagonistas. Por una parte los grandes armarios repletos de vasos que nunca llegaríamos a utilizar, una televisión de tubo que apenas tenía un par de canales y los sillones de escay o los de flecos. ¿Quién no recuerda aquellos pegajosos sofás veraniegos de los que era prácticamente imposible escapar tras una siesta después de comer?
Respecto a los anteriormente citados vasos, teníamos de todo tipo. Desde el clásico vaso de Duralex hasta los que te regalaban con Yoplait o Nocilla. En estos armarios de grandes dimensiones también era habitual encontrarse un juego de vasijas de barro e incluso un mortero de color dorado. Todo ello junto a un gran número de figuritas de porcelana y recuerdos de la primera comunión de tus familiares que compartían estante con la Enciclopedia Larousse. Puede que nunca las llegaras a utilizar, pero daban un toque de categoría a tu salón.
De la bolsa del pan a la mesa de formica
A la hora de entrar a la cocina, una bolsa de tela nos aguardaba al otro lado de la puerta. La bolsa en la que guardábamos el pan y que, varias décadas más tarde, ha vuelto para combatir el uso indiscriminado de plástico. Una vez allí nos encontrábamos con azulejos con mil y un motivos estampados. Principalmente flores, aunque también podíamos encontrar todo tipo de figuras geométricas.
Una vez dentro, nos encontrábamos de lleno con las mesas y las sillas de formica. Unas mesas, con un pequeño cajón bajo las mismas, en las que guardábamos todo tipo de trapos y servilletas. También esos armarios de mil y un cajones en los que había todavía más vasos, cubiertos e incluso esas sartenes y cacerolas de porcelana que no podían faltar en ninguna casa.
Por último, y antes de volver a la casa del año 2020, hay que hacer una mención especial a aquellas butacas que, a su vez, eran cajones improvisados en los que podíamos guardar las zapatillas. También para el bidé, que poco a poco se desvanece ante nuestros ojos y todo ese tipo de figuras que han ido desapareciendo de nuestros armarios. ¿Cuáles serán los artículos que recordaremos con añoranza dentro de unas décadas?
David Justo
(Astrabudua, 1991) Periodista especializado en tecnología y buscador de historias virales e inverosímiles...