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La lucha por la justicia en Siria continua desde el exilio europeo

En Siria se cumplen nueve años del inicio de las protestas. Con un Bashar al-Assad que se siente vencedor, desde Europa un grupo de abogados y activistas lideran la lucha para que los crímenes del régimen no queden impunes

Cinco millones de niños han nacido en Siria durante la guerra: no han conocido la paz. / ALI HASHISHO (Reuters)

Beirut

Hay fotos de cuerpos sin vida. Cadáveres huesudos, de rostros atormentados. Muestran signos de torturas y malos tratos. Al lado de cada uno, un código numérico. Son más de 50.000 imágenes y juntas conforman lo que se conoce como archivo Cesar. Una macabra base de datos meticulosamente actualizada por el régimen sirio de personas ejecutadas o muertas en sus temidos centros de detención. El archivo salió de Siria a escondidas, gracias a un desertor. También de contrabando, salieron del país centenares de miles de documentos que permiten identificar la cadena de mando de esta maquinaria del terror.

Se cumplen nueve años desde el inicio de las protestas en Siria. Unas manifestaciones que el gobierno de Bashar al-Assad reprimió con extrema violencia, contribuyendo a una militarización del conflicto que derivó en una cruenta guerra civil. Decenas de miles de arrestados nunca regresaron, víctimas de las torturas o de ejecuciones extrajudiciales en las cárceles del régimen. Otros sobrevivieron pero quedaron marcados de por vida.

Desde Europa, un grupo de abogados y activistas lideran la batalla para hacerles justicia, sentando en el banquillo a las principales figuras del régimen por acusaciones de crímenes contra la humanidad y de guerra.

"Después de tres, cuatro, cinco meses bajo arresto, ya no puedes procesar la situación. Tu mente deja de funcionar y tiemblas todo el día. Tu mente se congela, no puede absorber lo que está pasando. Qué es esta tortura? Qué son estas palizas? La gente moría delante nuestro", asegura un superviviente, ex-detenido en la Rama 235 la Inteligencia Militar.

Un centenar de testimonios como este, documentos y las fotos de Cesar son los tres pilares que sustentan el caso legal. Anwar Al-Bunni, un reconocido abogado sirio por los Derechos Humanos, es uno de los impulsores de la causa, que cuenta con el apoyo de organizaciones internacionales. Denuncia un uso generalizado y planificado de desapariciones forzadas, torturas, violencia sexual y ejecuciones extrajudiciales: "Es sistemático, contra todos y en todos lados. Buscan aterrorizar a la gente. Y no empezó en 2011, por ejemplo, este régimen ha usado la violencia sexual contra las mujeres arrestadas desde 1970".

Hasta ahora, se han presentado denuncias contra 60 altos cargos u oficiales del Estado sirio, y apuntan también hacia Bashar al-Assad. Lo han hecho en distintos países europeos, haciendo uso del principio de justicia Universal, que permite encausarles, estén o no en el país. En 2018, las Fiscalías de Francia y Alemania emitieron las primeras órdenes de detención internacional para el entonces jefe de seguridad nacional Ali Mamlouk y el entonces jefe de la Dirección de Inteligencia de la Fuerza Aérea, Jamil Hassan.

Imposible arrestarles mientras no salgan de Siria. Además, Rusia y China protegen diplomáticamente a Assad, vetando en el Consejo de Seguridad de la ONU la apertura de un Tribunal Internacional. Pero para Al-Bunni, esto ahora tampoco es una prioridad.

Desde el exilio en Alemania, asegura que su objetivo es dar esperanza a los supervivientes -él mismo fue víctima de las cárceles del régimen- y quebrar el halo de impunidad que rodea a los criminales. Pero también, ahora que la guerra toca su fin, evitar que la comunidad internacional sienta la tentación de blanquear y restablecer relaciones con el actual gobierno de Damasco: "Estas personas son ahora criminales para las Fiscalías de Europa. No se puede, pues, restablecer lazos con ellos o considerarles parte del futuro de Siria. Si conseguimos esto, no es importante arrestarlos o sentenciarlos ya".

En cambio, la policía alemana si que se pudo detener en febrero del pasado año a Anwar Raslan, un ex-oficial de los servicios secretos sirios a cargo de una unidad que presuntamente torturó a más de 4.000 prisioneros. También vino arrestado uno de sus subordinados. Se les acusa de crímenes contra la humanidad.

Ambos habían entrado en Europa como solicitantes de asilo. Organizaciones de abogados y activistas tienen identificados a más de un millar de criminales de guerra en el viejo continente, tanto del régimen como de grupos como Estado Islámico o Al-Nusra. Esperaban que en Europa sus delitos quedaran impunes. Al-Bunni y los suyos lucharán para que no sea así.

 
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