Cuentos con mascarilla, menos niños y padres fuera: así han sido los primeros días de las escuelas infantiles
Las guarderías han abierto esta semana conscientes de que se enfrentan a un curso muy complicado: tienen muchos menos alumnos que el año pasado, reconocen que es difícil mantener las distancias entre los niños y no saben cuánto tiempo podrán permanecer abiertos
Madrid
1 de septiembre de 2020. Toni Rubio, director de la escuela infantil Bamby, en Pontevedra, ha sobrevivido a su primer día en el centro con niños después de 5 meses y 18 días. Lleva 12 horas trabajando y todavía le queda comprar alguna cosa para el día siguiente. "Esta es una escuela privada, en la que todos hemos hecho de todo y nos ha faltado tiempo. Todas las medidas que hemos tenido que llevar a cabo implican un trabajo sobrehumano del profesorado y eso que este primer día ha sido adaptación, los niños han venido de forma progresiva y ha ido todo muy bien, pero no hemos tenido ni media hora para comer", explica agotado. Lo que más le pesa es que cree que, "al final la parte educativa va a quedar en segundo plano".
La parte económica también le ha tenido preocupado mucho tiempo y sigue inquietándole. El coronavirus se ha llevado por delante muchas guarderías que no han podido hacer frente a los gastos mientras permanecían cerradas y con la incógnita de si este año tendrían alumnos o no. Dado que hasta los 6 años la enseñanza no es obligatoria y ante el rebrote de la pandemia, muchos padres han optado por no llevar a sus hijos a las escuelas infantiles. La de Toni ha arrancado el curso al 60% de su capacidad: "Además, nosotros tenemos a tres trabajadores más pero sin saber si vamos a tener beneficios y si vamos a acabar este mes abiertos. Somos diez trabajadoras de normal. Ahora mismo, con los niños que tenemos, la escuela podría funcionar con cinco o seis como mucho y a media jornada, pero estamos trabajando nueve a jornada completa porque las medidas del protocolo hacen que tenga que contar con todo el mundo. Ahora mismo, no es rentable".
La smart nursery Los bollitos, en Madrid, también ha abierto sus puertas estas semana con menos la mitad de alumnos que el curso pasado: Hace un año se matricularon 44 niños y ahora solo 20", concreta su directora, Andrea Udina. Al tratarse de una escuela pequeña, uno de los momentos más complicados se presenta durante las entradas y las salidas ya que la normativa prohibe que los padres accedan a los centros. "Hoy había una cola bastante importante de peques en la puerta". Cada uno de ellos debe pasar por una alfombra con lejía donde se desinfectan los pies y los carros y se les toma la temperatura. Si superan los 37 ºC, los padres se tienen que llevar al niño y no puede volver sin un informe del pediatra diciendo que está bien", explica.
Como señala el protocolo, los menores solo se relacionan con su clase, pero Andrea reconoce que "es complicado que no se mezclen con otros de diferentes edades porque en cuanto abres la puerta salen corriendo". También han dejado de lado los juguetes pequeños, "difíciles de desinfectar", y este año van a tener mucho más protagonismo los "juegos simbólico del profe con el alumno como cuentacuentos o teatrillos". En ese tipo de actividades, la mascarilla es una barrera importante: "Los profesores tenemos que llevarla durante toda la jornada laboral pero afecta en la interacción con la educadora y, sobre todo, por la parte emocional, porque los niños aprenden imitando y al final cuando hablas con ellos o les cuentas un cuento, salen las emociones. Aprendemos las emociones: alegría, tristeza, sorpresa, miedo, asco… y todo esto con una mascarilla es mucho más complicado de enseñar. Afecta tanto a la interacción como a la parte emocional".
El confinamiento y el verano también pasa facturan estos días. Los niños han pasado muchos meses junto a sus padres, tienen mucho más apego y esta vuelta al cole está costando todavía más de lo habitual", asegura Andrea que espera que, como siempre, en un mes todos estén más o menos adaptados. Alexandra Campeño, la directora de otra escuela infantil de ese mismo barrio madrileño, Nemomarlin de Cuatro Caminos, explica que también han encontrado "niños que han experimentado algún retroceso durante este tiempo por ejemplo en el control del esfínter, con el uso del chupete cuando hacía tiempo que se les había retirado o incluso con la comida, negándose ahora a comer sólidos. Todo esto ha sido fruto de la difícil situación que han pasado, pero que vuelve a reconducirse con tiempo y paciencia".
A pesar de todo, Toni se esfuerza por ver la parte positiva de este reencuentro con los pequeños: "Al final la vida, pese al coronavirus sigue igual, los niños necesitan las mismas cosas y por suerte la parte pedagógica no ha cambiado".
Elisa Muñoz
Periodista en Cadena SER desde 2008. Primero en programas como 'La Ventana', 'Hoy por Hoy Madrid' o...