Decálogo para unas Navidades (más) seguras
A veces las guerras se pierden por agotamiento y el sistema sanitario está agotado
Pamplona
No hemos vencido al virus. La probabilidad de una tercera ola es muy alta. No se trata solo de tener camas disponibles en las unidades de cuidados intensivos (UCI). Alrededor de una cama de UCI hay más de una decena de profesionales y, a veces, las guerras se pierden por agotamiento. El sistema sanitario está agotado.
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En los próximos meses puede coincidir el SARS-CoV-2 con otros virus respiratorios como la gripe y otros patógenos que causan neumonías. Todos los años las enfermedades infecciosas respiratorias causan millones de muertos. De hecho, la tasa de muerte es estacional: muere más gente en invierno que en verano.
Hasta que la mayoría de la población esté inmunizada o vacunada, tenemos que seguir teniendo mucho cuidado con este virus. De lo contrario, las próximas semanas pueden ser catastróficas y haber una auténtica carnicería. Quizá lo más recomendable sería un cerrojazo total. En Italia las medidas son mucho más restrictivas.
En Estados Unidos están teniendo un aumento de defunciones después de las celebraciones de Thanksgiving (Día de Acción de Gracias), el equivalente a nuestras Navidades en cuanto a reuniones familiares. Pero hemos decidido convivir con el virus hasta que lleguen las vacunas.
Imagine que el humo del cigarro es el coronavirus
Este virus es silencioso y puñetero. Se transmite por vía aérea, por aerosoles. La transmisión por aerosoles se la tiene que imaginar como el humo del tabaco. Cuando alguien fuma a su lado, imagínese que el humo es el coronavirus. Lo respira como respira el humo del fumador. Después de estar un rato a su lado, toda su ropa huele a tabaco. Pues lo mismo es el coronavirus. Además, antes de que las personas manifiesten algún síntoma de la enfermedad (presintomáticos), pueden ser contagiosas. Y para complicarlo aún más, la mayoría de las personas infectadas nunca presentarán síntomas (asintomáticos), no sabrán que están infectados pero puede transmitir el virus.
La dosis infectiva, la cantidad de partículas virales que se necesitan para iniciar un infección, parece además que es muy baja. Todo esto explica el tremendo éxito que ha tenido este virus para transmitirse con tantísima velocidad por todo el planeta y que sea tan difícil de controlar.
Sabemos qué tenemos que hacer para minimizar el contagio (digo minimizar porque evitarlo completamente es casi imposible): evitar que el virus entre en nuestros pulmones (mascarilla), evitar la entrada por tocar objetos contaminados (higiene de manos), evitar respirar cerca de otras personas (distancia). Sabemos que lugares cerrados, con mucha gente, muy junta, con mala ventilación suponen un riesgo de contagio mucho mayor. Y sabemos que cuanto más levantemos la voz más partículas infecciosas podemos exhalar, por eso hay que evitar gritar o cantar. El factor tiempo también es muy importante: cuanto más tiempo estemos expuestos mayor es el riesgo de contagio.
Teniendo todo esto en cuenta, estas Navidades:
Lo mejor sería no juntarse y cuanta menos gente mejor: cinco, mejor que diez. Prioricemos: mejor sólo con gente con la que convivamos. Si tenemos cualquier síntoma: ¡no vayamos!
Recíbamos con hidroalcohol, lavados de manos frecuente. Demostremos todo nuestro cariño, pero mejor sin besos ni abrazos.
Usemos mascarilla todo el tiempo que podamos. En sitios cerrados mejor una FFP2. Si nos la quitamos, mejor no dejarla encima de la mesa, usemos una bolsita de plástico o, mejor, un sobre de papel.
Si es posible, sentémonos en sitios alternos (en zig-zag) para que no haya nadie en frente nuestro.
Mejor que sirva la mesa una sola persona (pero, ojo, no tiene por que ser su madre, puede ofrecerse usted mismo). Mejor no compartir platos, nada “al centro”.
No brindemos tocando las copas y no mezclemos y confundamos los vasos: bebamos cada uno de nuestra copa.
Procuremos no levantar mucho la voz, cantar o gritar. Si ponemos música que no esté muy alta, para no tener que forzar la voz y evitar aerosoles.
Si es posible, recordemos que siempre es mejor en el exterior que en el interior. Si no podemos, procuremos ventilar con frecuencia: que corra el aire.
Si alguno fuma, que lo haga en el exterior.
Cuidemos especialmente a los más vulnerables: personas mayores o con enfermedades.
Respecto a las compras de Navidad, se aplican los mismos criterios: evitemos lugares muy concurridos, con mucha gente, planifiquemos las compras para que no sean en horas punta y no tengamos que pasar mucho tiempo dentro del establecimiento, vayamos a “tiro hecho”, y ¡apoyemos al pequeño comercio local!
Vamos a intentar disfrutar y celebrar la Navidad, pero de la forma más segura que podamos, tal y como recomienda un grupo de colegas en una guía que conviene leer despacio y compartir, con responsabilidad y sentido común.
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Ignacio López-Goñi, Catedrático de Microbiología, Universidad de Navarra
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.