¿Volver a casa por Navidad? La afirmación se convierte en pregunta para muchos jóvenes en época de COVID-19
Pasar estas festividades con la familia se convierte en una decisión complicada por el coronavirus, en especial para los jóvenes que estudian o trabajan lejos de sus domicilios habituales
Madrid
“No priorizo ni doy tanta importancia a la Navidad como para que me importe más que asegurarme del bienestar de mi familia”, dice David. Este año ha decidido no viajar desde León, donde estudia el grado de Biología, a Benavente, en Zamora, el lugar en el que reside su familia. De ella lo separan 74 kilómetros de distancia, aproximadamente una hora en coche y una pandemia. Por eso, se queda en casa, pero no en su domicilio habitual, el de su familia, sino en el piso en el que se aloja durante el curso.
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Una decisión que antes no incluía la variable ‘COVID-19’ y cuya resolución era, por lo tanto, más sencilla. Ahora se convierte en una odisea para muchos jóvenes que están lejos de sus seres queridos desde hace meses. Para algunos, incluso, la incertidumbre característica del 2020 genera situaciones de gran estrés que pueden derivar en cuadros ansioso-depresivos, como ha percibido el psicólogo Vicente Prieto en su consulta. A causa de la pandemia del coronavirus, este año es necesario añadir los signos de interrogación a una de las frases más oídas en estas fechas: ‘Vuelve a casa por Navidad’.
Pese a todo, Marta ha decidido regresar a Valencia durante las festividades. Trabaja en Zaragoza como psicóloga interna residente, y no quería pasar la Navidad sola en una ciudad a la que ha llegado hace unos tres meses. Para estar con su familia, ha extremado las precauciones antes de viajar a la Comunidad Valenciana. Como ella, Patricia, Enrique o Miriam, entre muchos otros, han escogido volver a su domicilio habitual y han tomado, para ello, diversas medidas.
“Sufrir desde lejos”
Las circunstancias de este año han alterado las realidades personales de cada individuo. De hecho, cada uno ha vivido la crisis sanitaria de una forma distinta, dependiendo también de las cartas que les han tocado. Son muchos meses “extraños”, asegura Prieto, miembro del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid, que añade que quienes no residen junto a sus familias están fuera de su “contexto habitual” y tienen que “estar” y “sufrir desde lejos”.
Andrea, como David, no vuelve a casa estas Navidades. Pero ella, al contrario que el benaventano, tenía previsto pasar las fiestas con sus padres y su hermano en Madrid, después de llevar meses sin verlos. Planeaba viajar desde Barcelona, donde se encuentra estudiando un máster en la primera vez que reside fuera de su domicilio familiar más allá de su Erasmus en Países Bajos. Pero su familia ha dado positivo en coronavirus. “Los planes se han truncado un poquito”, indica sin perder el buen humor y agradecida de que “no haya pasado más” y de que sus padres y hermano “hayan podido pasar la COVID en casa.
“Es un poco duro verlo desde lejos”, expresa, a la vez que afirma tener una sensación de impotencia al no poder hacer nada desde la capital catalana: “Te sientes como un poco inútil porque no puedes estar allí cuidándoles, aunque si estuviera allí no podría hacer nada tampoco. Está muy fuera de mi alcance hacer cualquier cosa”. La adaptación a este tipo de situaciones depende de “la experiencia de vida” del joven, según Prieto: “Eso va a ser lo que marca el límite entre adaptarse a lo que hay o resistirse a ello. Por lo tanto, unos no van a sufrir y otros sí van a sufrir más de lo que uno puede pensar”. Asimismo, el psicólogo recomienda guiarse por objetivos, s decir, centrarse en lo que uno mismo puede hacer. Aun así, Prieto insiste en que, en último término, depende del individuo y de sus circunstancias.
A veces, volver no es “negociable”
“La afectación de las familias también va a depender de la demanda que haga cada una y de la presión que esto ejerza”, apunta Prieto. De hecho, no es el único que usa el término “presión familiar” en sus respuestas. Patricia también se refiere a ella como un factor de peso a la hora de tomar la decisión de volver a casa en Navidad. Ella regresa a Soria desde Sabadell, en Barcelona. Después de terminar el grado en Biología decidió trasladarse allí para estudiar un máster. Para Patricia, viajar a Castilla y León en estas fechas no fue “muy negociable”: “Si mi familia está en casa y quiere estar conmigo, no me deja comer aparte y se enfada, pues lo tengo que hacer”.
De acuerdo con el psicólogo, esto añade “una presión importante”. Esta insistencia se suma al deseo propio de compartir estos días con la familia y la intensidad de la variable emocional “se va alejando de las racionales”: “Y en estos momentos lo que debemos tener es más razón que emoción”. No obstante, recalca que, a nivel psicológico, “hay personas que realmente necesitan” volver a casa y, de hecho, ya ha realizado varios certificados para facilitar el desplazamiento: “Ya puede estar cerrado el universo, pero hay personas que llevan muchísimo tiempo separados de sus familiares y no estamos hablando de una situación normalizada”.
En la consulta, Prieto ha percibido que hay una mayor frecuencia de “cuadros ansioso-depresivos”, aunque “no solamente porque se vaya a hacer una celebración distinta”. La preocupación se suma en ocasiones a la imposibilidad de desplazarse y esto incrementa el nivel “de impotencia y de indefensión”: “Y no hemos hablado de las personas que ya tenían trastornos psicológicos antes de la pandemia”.
Algunas de las opciones: test, cuarentena o no poder viajar
La decisión, al final, pertenece a cada uno de nosotros. La mayoría de las comunidades ha abierto sus fronteras a familiares y allegados y nunca las han cerrado a residentes habituales. Por eso, cada uno de estos jóvenes y muchos otros ha tomado su propia decisión basándose en sus circunstancias y tomando las precauciones que ha considerado. Enrique y Miriam tienen el mismo origen y destino: de Madrid vuelven a casa de su familia, en Olula del Río, en Almería. Como hasta allí el trayecto no es directo, han decidido ir en tren. Lo prefieren frente al autobús en este contexto de pandemia.
Sin embargo, Enrique ha decidido hacer una cuarentena de diez días antes de irse a casa y Miriam, un test rápido al llegar a destino. Su situación tampoco es la misma: él estudia un máster, que puede seguir online, pero ella trabaja como profesora en un instituto. Pese a que Miriam ha tomado todas las medidas habidas y por haber, lo vive “con mucho miedo e incertidumbre”. Frente a ella, Enrique nunca se ha planteado “dejar de ir” y cree que “tomando las precauciones necesarias” se puede hacer “sin problema”.
Aun así, cada caso es un mundo y hay también mucha gente que no puede volver. Para estas personas, lo importante, según Prieto, es anteponer la razón a la emoción, que es normal en estas fechas, y acordar con la familia la forma alternativa de celebrarlo. El psicólogo insiste en la ventaja que ofrecen las nuevas tecnologías, ya que facilitan “estar lo más cerca posible” de nuestros seres queridos en unas Navidades completamente atípicas.