Europa, a la búsqueda de una relación con África a la medida de la nueva realidad
El Parlamento Europeo pide que la Unión firme un nuevo acuerdo que recoja de forma realista la cambiante realidad africana
En la primavera de 2019 España estaba muy concentrada en sí misma. El caprichoso calendario electoral quiso que mayo quedara entre unas elecciones y otras, y eso absorbió todo el interés mediático. Pero, con permiso de aquello, en el mundo estaban pasando varias cosas muy importantes. Una de ellas era que 55 estados africanos pusieron en marcha una zona de libre comercio que abarca casi todo el continente, y que cuando esté a pleno rendimiento cambiará la manera en que esos países se relacionan económicamente entre ellos.
Europa, a la búsqueda de una relación con África a la medida de la nueva realidad
01:17
Compartir
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
<iframe src="https://cadenaser.com/embed/audio/460/001RD010000006345433/" width="100%" height="360" frameborder="0" allowfullscreen></iframe>
Pero el elemento central del debate en Europa sobre su vecina África es el control de la inmigración. Europa sigue mirando a ese continente como si fueran las colonias recién emancipadas y totalmente dependientes. Y eso está tan alejado de la realidad, que el Parlamento Europeo ha votado una resolución pidiendo que la Unión tenga un nuevo acuerdo de asociación que recoja esa nueva realidad africana.
Sobre la problemática mirada europea hacia África y los problemas y pérdida de oportunidades que eso supone, charlamos con Elsa Aimé González, profesora de la Universidad de Comillas y coordinadora de temas de África en la Fundación Alternativas
Si hay una conciencia en el Europarlamento de que la relación tiene que ser más ambiciosa, equitativa y pluridimensional ¿supone reconocer que nuestra relación con los vecinos del Sur es muy unidimensional, desigual y basada en la desconfianza?
La negociación de un nuevo partenariado refleja que se han producido cambios en el contexto africano e internacional en las últimas décadas, y requieren replantearse las relaciones entre los dos continentes. Por ejemplo el creciente interés de actores no europeos, o no tradicionales, que está permitiendo a los estados africanos romper con la relación de dominación y luego de dependencia con Europa. En el mundo actual la relación vertical ya no se puede mantener, no se pueden mantener los recelos de ese tipo de relación. Ahora bien, la Unión Europea tiene mucho que hacer para lograr una política innovadora hacia el continente africano.
¿Parte del problema está en no reconocer esa pluridimensionalidad de actores, que la relación de fuerzas ya no es la del pasado?
Yo diría que sí que hay una conciencia, pero hay falta de capacidad o voluntad política para llevar a cabo una revisión profunda, que es lo necesario, porque hay intereses establecidos y dinámicas históricas muy ancladas en la forma de relacionarnos con África, y especialmente nuestros imaginarios, que dificultan mucho esta relación
El elemento común en todos los discursos políticos sobre África que emanan en europa es que siempre aparece una palabra: inmigración ¿Es posible tener una relación normalizada cuando ese parece ser el único tema que te importa en tu relación con tu vecino del sur, hasta ser una obsesión?
El obstáculo no es la migración, sino la mirada racista y clasista que excluye al que tiene poco y al percibido como culturalmente diferente. La UE tiene una responsabilidad directa en las muertes en el Mediterráneo y Atlántico y que se fundamenta en el miedo al otro. Desde 2014 han muerto 22 mil personas en el Mediterráneo, y muchas más antes de llegar a él. Y sin embargo las personas que migran constituyen una riqueza tremenda de nuestras sociedades, la sustentan y trabajan en sectores clave como agricultura o cuidados. Y pagan sus impuestos aquí. La Unión Europea y la política exterior de la Unión no serán fuertes mientras se nutran del miedo y no combatan la desigualdad local y global.
Hace varias décadas España apenas tenía relaciones con el África subsahariana. Pero si pensamos en la relación existente entre España y, por ejemplo, Nigeria, nos damos cuenta de los lazos comerciales, empresariales, sociales y culturales creados. y eso es fruto de la migración nigeriana a nuestro país. ¿Hay una comprensión en la sociedad europea de todo lo que desencadenan los procesos migratorios globales?
No, hay una ceguera respecto a comprender cómo nuestra realidad local está vinculada a la realidad local de países africanos. Cómo nuestros patrones de consumo están relacionados con el continente africano. Desde el petróleo a lo que ponemos sobre nuestra mesa. Pero esa perspectiva global y esa comprensión de cómo acto cotidianos de aquí afectan a la realidad de allí es muy desconocida.
¿De dónde puede venir un cambio que permita ese conocimiento?
Habría varios mecanismos. Hace falta un mayor conocimiento del continente africano, y un conocimiento de las relaciones históricas de España y Europa con el continente africano. África se desconoce porque no se estudia, ni en escuelas, ni colegios, y poco a nivel universitario. Afortunadamente sí hay más oferta académica, pero sigue siendo escasa. Es necesario resaltar que esa formación tienen que tener un enfoque antirracista, que se nutra de amplios movimientos sociales que buscan llamar la atención sobre la dimensión racista que tienen nuestras sociedades, y sobre el racismo estructural. Eso tiene que ser un compromiso mucho más firme de tolerancia cero a discursos racistas que vemos particularmente en la extrema derecha.
¿Consideras que el racismo de los europeos sigue siendo un componente muy importante en la percepción de la migración africana?
Creo que todavía hoy en día -y lo vemos particularmente en los planteamientos de la extrema derecha- hay un alarmismo respecto a la convivencia con personas que han migrado a la Unión Europea que es la expresión máxima del miedo al otro. Y es un planteamiento xenofobo que se sustenta en un imaginario de homogeneidad cultural en Europa que no solo no existe, porque Europa es históricamente plural, sino que si existiera sería totalitario, porque buscaría silenciar la heterogeneidad. El planteamiento de la extrema derecha es vetusto, no propone nada nuevo sino reforzar el tipo de políticas migratorias implementadas hasta ahora. Tras décadas de políticas migratorias represivas podemos decir que son un fracaso, no porque no sean suficientemente fuertes, como dice la extrema derecha, sino porque parten de un planteamiento erróneo que busca la contención, que han llevado a estirar las fronteras de la Unión Europea fuera de la Unión, porque muchos países vecinos ya están participando activamente en la contención de flujos migratorios, y eso no se ha logrado. Lo que han logrado es que las rutas migratorias sean mortíferas, porque no hay cauces seguros para llegar a Europa. Pensar que las políticas más represivas vayan a lograr lo que no han logrado políticas ya represivas, es defender un espejismo peligroso y mortal. Y pretender que las personas dejen de emigrar es desconocer la idiosincrasia del ser humano.