La brecha educativa de la Covid

El informe ‘Educación y Juventud en la Europa post-covid’ constata los problemas multidimensionales que la crisis iniciada en marzo de 2020 ha dejado en todos los niveles de los sistemas educativos y formativos del continente.

En las etapas iniciales de formación, en las que el apoyo al estudiante es más importante porque no tiene herramientas de autoaprendizaje, esa brecha se hace especialmente notoria entre estudiantes cuyos padres han podido suplirlo y los que no. “Es un tiempo demasiado largo- explica el eurodiputado Marcos Ros Sempere a La SER- y que seguro que dejará consecuencias a largo plazo” ante las que pide ser vigilantes en los próximos años.

Para quienes lo han pasado en educación superior, el problema no ha sido el de la falta de mecanismos de autoaprendizaje, sino la ‘reteorización’ de sus estudios. Al quedarse en casa son los trabajos de laboratorio, las prácticas, el contacto con el ejercicio del conocimiento lo que más ha fallado. Y la falta de movilidad, que tan importante resulta en esas etapas del conocimiento.

El parlamento acaba de aprobar el presupuesto para el nuevo programa Erasmus+, que prácticamente duplica la asignación anual hasta 2027. Eso supone, según Ros, que “de alguna manera se van a suplir las carencias que han sufrido los estudiantes en este periodo de pandemia”.

Sempere critica que el informe, aprobado en la comisión de asuntos educativos del parlamento, no haya evaluado las especificidades de jóvenes con discapacidades físicas y psíquicas. “Sus interacciones sociales están más limitadas y casi siempre asociadas a la rutina escolar”, dice el eurodiputado murciano, que pide medidas concretas para que una situación así en el futuro no suponga cerrar los centros educativos, donde además del conocimiento se generan la cooperación y la empatía entre estudiantes y de estos con sus profes.