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¿Qué factores predisponen a la adicción al alcohol durante la adolescencia?

Determinados comportamientos en la adolescencia pueden hacer que los jóvenes sean más propensos a padecer alcoholismo. Hay factores psicológicos y genéticos que perpetúan este riesgo

Grupos de personas celebran y beben en la via pública sin respetar las mediadas sanitarias por la COVID el pasado 15 de mayo en Barcelona / Kike Rincón (EUROPA PRESS)

Valencia

La adolescencia es una etapa crítica de la maduración del cerebro. En ella se llevan a cabo importantes procesos plásticos y dinámicos, en diferentes regiones cerebrales que conducen al desarrollo del cerebro adulto.

El consumo de etanol en la adolescencia altera la plasticidad cerebral y provoca cambios estructurales y funcionales en áreas cerebrales inmaduras (corteza prefrontal, sistema límbico), los cuales conllevan a déficits cognitivos y conductuales.

Estos cambios, junto con la secreción de hormonas sexuales y las relacionadas con el estrés, pueden afectar al autocontrol, a la toma de decisiones y a las conductas de riesgo que contribuyen a la ansiedad y al inicio del consumo abusivo de alcohol.

Los adolescentes pueden experimentar el riesgo y lo recompensan de manera distinta que los adultos. Especialmente, en condiciones de mayor excitación emocional. Esto hace que los adolescentes sean más vulnerables en la toma de decisiones en los trastornos causados por el estrés.

Si profundizamos en la conducta habitual de estos jóvenes, un 38% de chicas y un 43% de chicos manifiestan un consumo abusivo al alcohol. Estos comportamientos se dan principalmente durante los fines de semana y las fiestas. Por eso, nos preguntamos qué factores genéticos y psicológicos intervienen en el abuso de alcohol durante esta etapa.

Factores psicológicos del consumo de alcohol en adolescentes

La adolescencia, generalmente, se considera una etapa estresante. Durante este periodo, los jóvenes exhiben ciertos comportamientos comunes, como depresión, dificultad para dormir, problemas emocionales, ansiedad y timidez.

Además, los factores estresantes en los adolescentes provocan respuestas neuroconductuales y hormonales que varían en comparación con individuos adultos. Por ejemplo, el estrés provoca que los niveles plasmáticos de la corticosterona (una hormona asociada con el estrés) se mantengan elevados durante más tiempo en los adolescentes que en los adultos.

Todos estos efectos psicológicos, típicos de esta edad, están asociados a los cambios producidos en la maduración del cerebro durante la transición de la niñez a la edad adulta. La maduración de la corteza prefrontal del cerebro finaliza a los 23 o 24 años de edad y es la que controla ciertos impulsos y comportamientos como la atención.

Así, el escaso desarrollo de la corteza prefrontal en el cerebro conduce a los adolescentes a ser impulsivos y a adquirir conductas de riesgo, como el consumo abusivo de alcohol y otras drogas.

Sin embargo, este es uno de otros muchos factores. También tienen una gran influencia los factores ambientales, es decir, los que forman parte del entorno, como la familia, las relaciones sociales con amigos, etc.

Así interviene la genética en la adicción al alcohol

Además de los factores psicológicos, en el abuso de alcohol y la adicción a determinadas drogas también intervienen factores genéticos. De hecho, según varios estudios, los hijos de padres alcohólicos tienen más probabilidades de desarrollar una conducta adictiva.

Hasta la actualidad, no se ha encontrado un gen que esté asociado directamente con el alcoholismo. Sin embargo, se han hallado genes asociados a diferentes variantes de las enzimas que metabolizan el alcohol a nivel hepático: alcohol deshidrogenasa y aldehído deshidrogenasa.

Estas enzimas aceleran la metabolización del alcohol y reducen el riesgo de padecer adicción al mismo. Es decir, estas personas tendrían menos riesgo a padecer alcoholismo porque los niveles de alcohol en sangre no aumentarían excesivamente.

Asimismo, en los cromosomas de personas con abuso de alcohol se han hallado otros genes que están asociados a receptores neuronales (como el GABA y colinérgico). Las variaciones en su expresión parecen estar asociadas a la dependencia al alcohol.

Además de las variantes mencionadas, también pueden intervenir en el riesgo de alcoholismo los cambios epigenéticos (modificaciones en la expresión de genes que no obedecen a una alteración de la secuencia del ADN y que son heredables).

Se ha demostrado, por ejemplo, una correlación entre el consumo de alcohol y una reacción química (la acetilación de histonas) que se da en regiones cerebrales que están asociadas a las conductas adictivas.

¿Por qué se dan estos cambios epigenéticos?

Recientemente se ha observado en modelos de ratón que una de las causas implicadas en los cambios epigenéticos podría ser la respuesta inmune inflamatoria.

El alcohol es una sustancia neurotóxica que, cuando se consume en elevadas cantidades por los adolescentes, es capaz de activar en el cerebro un tipo de receptores del sistema inmunitario denominados TLRs. La activación de estos receptores da lugar a la liberación de moléculas proinflamatorias.

Es importante resaltar que, cuando se comparan los efectos del alcohol en los chicos y las chicas, se observa que la respuesta inflamatoria es mayor en las chicas que en los chicos a los mismos niveles de alcohol en sangre y en cerebro. Estos resultados sugieren que las chicas son más vulnerables a los efectos neurotóxicos del alcohol.

El alcoholismo frena los impulsos eléctricos en las neuronas

Por otra parte, el abuso del alcohol, según estudios realizados en modelos de ratón, dificulta el proceso de mielinización en el cerebro de los adolescentes, cuya función es facilitar que los impulsos eléctricos se transmitan de manera rápida y eficiente a lo largo de las neuronas.

De hecho, mediante técnicas de neuroimagen se ha demostrado que jóvenes que abusan del alcohol muestran una reducción de ciertas regiones cerebrales, como la corteza prefrontal y el hipocampo, regiones implicadas en procesos importantes como son la memoria y el aprendizaje.

De los datos expuestos, se puede concluir que la adolescencia es un periodo de maduración cerebral que favorece que los jóvenes adquieran conductas de riesgo. Además, ciertos factores psicológicos asociados a la adolescencia (como el estrés), factores moleculares (como la activación de ciertos receptores en cerebro) y la expresión de ciertos genes, pueden favorecer que sean más propensos al consumo de drogas como el alcohol.

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Consuelo Guerri, del Centro de Investigación Príncipe Felipe, ha colaborado en la realización de este artículo.

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María Pascual, Profesora de Fisiología e investigadora en la neuropatología celular y molecular del alcohol, Universitat de València y José Miñarro, Catedrático del Área de Psicobiología, Universitat de València

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

 
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