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Fichajes con historia: el viaje de Luis Enrique al eterno rival que añadió 'picante' extra a los 'Clásicos'

Después de cinco años de blanco lejos de las expectativas depositadas, la joya de Mareo emprendió una nueva era en un FC Barcelona donde explotó su potencial y se convirtió en icono

El cambio de aires del exfutbolista Luis Enrique Martínez en el verano de 1996 fue la confirmación de un secreto a voces de uno de los pocos casos de un jugador del Real Madrid que hizo viaje directo hacia el FC Barcelona. El cambio, además, supuso el aumento de una tensión futbolística ya histórica hasta límites insospechados. El asturiano pasó en cuestión de meses de soldado blanco a enemigo público número 1 del madridismo, a la par que su leyenda en el Camp Nou se alimentaba más y más hasta el icono que se ha mantenido en la actualidad.

El Real Madrid se había hecho con los servicios de un joven que tiró abajo las puertas de la élite del fútbol con su puesta en escena. La garra y el pundonor de Luis Enrique sobre el campo estuvieron presentes desde sus comienzos, a los que hubo que sumarle un envidiable olfato goleador que se tradujo en 14 tantos en su primer año como profesional en el Sporting de Gijón.

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Su llegada a la capital fue, según el propio jugador, un "sueño" que había antepuesto a otras ofertas. Sin embargo, las esperanzas depositadas en su figura no se vieron correspondidas con un rendimiento inmediato que conquistara al graderío del Santiago Bernabéu.

El 'blanco' Luis Enrique

Llegado en 1991, Luis Enrique no gozó de un papel realmente protagonista como merengue hasta dos años después. Pero sus números nunca se asemejaron a los firmados en el equipo de su tierra. Víctima de su propia polivalencia, el mediocampista fue ubicado en casi todas las demarcaciones del campo, desde la delantera hasta una parcela defensiva en la que pasó a ejercer de manera habitual como lateral derecho.

Con este nuevo rol y a pesar de sus minutos al alza, sus números de cara a puerta se resintieron. En el lustro completo que defendió el escudo del Real Madrid llegó a superar la barrera de los 200 partidos, aunque las grietas en su relación con el cuerpo técnico dañó el vínculo madridista de Luis Enrique hasta el punto de que su 'no' renovación ya era una noticia cantada meses antes de que su contrato expirara el 30 de junio de 1996.

En aquel último curso de blanco merengue, las desavenencias con el técnico, Jorge Valdano, precipitaron una decisión que ni siquiera pudo modificar la llegada de Arsenio Iglesias a mitad de temporada. La rumorología iniciada en mitad del campeonato sobre una posible marcha al eterno rival fue ganando fuerza progresivamente y con el fin de curso el paso adelante se convirtió en realidad.

Un desenlace de curso pésimo en Madrid, con un sexto puesto al término de la Liga, trajo además la sorpresa extra esa misma semana de un viaje de Luis Enrique a Barcelona para acordar su nuevo contrato. Ni el club azulgrana ni el mediocampista quisieron comentar nada al respecto de esta nueva y arriesgada aventura hasta que expirara su vínculo como madridista. Zanjada esta cuestión, la oficialidad del movimiento no se demoró más allá de un mes de julio que pondría aún más 'picante' a la historia de los 'Clásicos'.

Un 'bombazo' previsto

El coraje de Luis Enrique en el terreno de juego no mermó, sino que vivió el mismo crecimiento que su figura como futbolista. En el Barça se plasmó la mejor versión del asturiano, que se convirtió en uno de los hombres más queridos de la afición culé entre finales de los 90' y comienzos del S. XXI. Todo lo contrario sucedió en la 'Casa Blanca', donde el carisma del centrocampista desde el otro bando hizo saltar chispas en cada uno de sus nuevos enfrentamientos. La tensión era más que notable y fue origen además de actuaciones recordadas aún en encuentros en los que la rivalidad se llevó al límite.

Su sitio, con mayúsculas, resultó ser un Camp Nou en el que terminó retirándose ocho campañas después como todo un icono del barcelonismo. A los 300 encuentros en los que llegó a defender el escudo del Barça hay que sumarle el significado especial que rodeaba a su figura. Este cariño, mutuo entre 'Lucho' y Cataluña, ha seguido fortaleciéndose gracias a un lazo que fue a más con los primeros pasos del exfutbolista en los banquillos. Su casa formativa fue, cómo no, un FC Barcelona que a la postre le brindó la oportunidad de entrenar al primer equipo después de sumar experiencias en la distancia.

 
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