Bush defiende luchar contra los extremistas violentos dentro y fuera de EEUU
El expresidente del país era el máximo mandatario cuando se produjeron los atentados del 11 de septiembre, y ha intervenido en los actos de homenaje a las víctimas
Washington
El expresidente estadounidense George W. Bush defendió este sábado, en el vigésimo aniversario del 11-S, que el país luche contra los extremistas violentos, tanto los que están en el exterior como los nacionales, porque ambos proceden del mismo "espíritu infame". Bush, mandatario del país cuando se produjeron los atentados del 11 de septiembre, intervino en Pensilvania en el acto en recuerdo de las víctimas del vuelo United 93, aquel "excepcional grupo" que logró impedir un cuarto ataque aquel día al enfrentarse a los terroristas y hacer que el avión se estrellara en un descampado, según la versión oficial.
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El expresidente se refirió a los extremistas de dentro y fuera del país que comparten no sólo su "desdén por el pluralismo" y su "indiferencia por la vida humana", sino también, recalcó, su "determinación por profanar los símbolos del país". Aludía así, de forma implícita, a un episodio reciente de la historia del país, el asalto al Capitolio del pasado 6 de enero por parte de simpatizantes del expresidente Donald Trump, un incidente que Bush ha condenado en numerosas ocasiones. Aseguró que los extremistas violentos nacionales y los del exterior "son hijos del mismo espíritu infame". "Y es nuestro deber seguir confrontándoles", añadió el que fuera presidente entre 2001 y 2009.
En este acto, en el que intervino después la vicepresidenta del país, Kamala Harris, George W. Bush recordó la heroicidad de los pasajeros del vuelo 93 de United Airlines. Un "excepcional grupo" de estadounidenses "valientes, fuertes y unidos" que afrontó una situación "imposible", y que tras "confortar" a sus familias con sus llamadas y mensajes telefónicos pasó a la "acción" y "derrotó los designios del diablo", afirmó.
El vuelo 93 de United Airlines cubría la ruta entre el aeropuerto de Newark (New Jersey) y San Francisco. Pasadas las 10 de la mañana del 11 de septiembre, se estrelló en un descampado de Shanksville (Pensilvania), de acuerdo con la versión oficial.
Según esa versión, los pasajeros del avión intervinieron para evitar que el avión sirviese para alcanzar otro objetivo en Washington, tras saber que los terroristas habían secuestrado otros tres aviones que se estrellaron contra las Torres Gemelas de Nueva York y el edificio del Pentágono en Arlington (Virginia). Los 37 pasajeros del avión, que incluían a cuatro secuestradores de Al Qaeda, y los siete miembros de la tripulación murieron en el siniestro en Pensilvania.