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Caso Villarejo

Le llamaban Banacek: el imberbe policía que acabó nadando en la cloaca

José Manuel Villarejo, el imberbe policía que acabó nadando en la cloaca y pasó a transformarse en un problema de Estado

El excomisario Villarejo se sienta en el banquillo de los acusados tras cuatro años de instrucción

El excomisario Villarejo se sienta en el banquillo de los acusados tras cuatro años de instrucción

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Madrid

Entre las calles Moratín y Huertas, en el céntrico barrio de Las Letras de Madrid, aún permanece, vetusta y sin apenas cambios, la comisaría de la Policía Nacional de Retiro. Fue allí donde a principios de la década de 1970 empezó su andadura el agente José Manuel Villarejo. Cuando sus compañeros “grises” daban más hostias que los curas y parte del cuerpo justificaba cuando no aplaudía la represión y torturas de elementos como Antonio González Pacheco, más conocido como Billy el Niño.

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Cuentan antiguos compañeros de Villarejo que le conocen desde sus primeros años como policía que “Pepe era distinto”. Le apodaron Banacek por su entonces cabello rubio y cierta semejanza con el actor protagonista de la serie televisiva policial de éxito aquellos años, George Peppard. Agente policial de día y ligón nocturno en salas de fiesta y discotecas de moda en el tardofranquismo y los albores de la Movida madrileña, Banacek se convirtió en asiduo de la disco Cleofás, donde alternó con famosos y comenzó a codearse con empresarios y artistas. Otro de sus compañeros que prefiere conservar el anonimato cuenta que fue allí donde conoció a una vedette que agradecida, le regaló un abrigo de visón que el agente solía lucir como algunos de sus homólogos setenteros del cine norteamericano.

Ya por entonces, estas fuentes recuerdan que Villarejo solía decir que “esto de la policía no da ni para las copas” y que había que “dedicarse a otros bisnes” (sic).

El Padrino

Adentrada la década de los ochenta, conocería a un personaje clave que le promocionaría y bajo cuyo paraguas se transformaría en el Villarejo que conocemos hoy. Se trata del subdirector general operativo de la Policía Nacional entre 1987 y 1994, Agustín Linares. Fue él quien le incorporó al grupo de investigadores y cuando el todavía agente (no fue nombrado comisario hasta que Fernández Chico se convirtió en Director Adjunto Operativo) comenzó a crear su red de empresas, algunas de las cuales, tal y como el propio Villarejo ha admitido, fueron empleadas en operaciones encubiertas, pero que sobre todo las aprovecharía para obtener un abultado patrimonio personal.

Y supuestamente, al menos en parte, logró su riqueza de forma ilícita. Valiéndose del “tejido de troncos” o compañeros en el cuerpo y de la información y datos a los que solo un policía podía tener acceso para emplearlos contra los enemigos de sus clientes, entre los que se encontraban empresarios de todo tipo, abogados o directores de entidades bancarias. Las operaciones Cataluña o Kitchen son otra historia. Aquí, Villarejo y el resto de la cloaca de Interior, ya en tiempos de Fernández Díaz como ministro, empleó sus recursos para atacar al independentismo o destruir las pruebas que guardara el extesorero Luis Bárcenas sobre la caja b del PP y sus dirigentes, mediante el uso de más de 500.000 euros en fondos reservados. Supuestamente, claro.

El declive de Villarejo

Todas las fuentes consultadas coinciden en que la situación de Villarejo comienza a torcerse en 2012, a raíz de su enfrentamiento con el Centro Nacional de Inteligencia por la resolución del secuestro de dos cooperantes españoles y una italiana en la localidad argelina de Rabuni, que tuvo lugar en octubre de 2011. Villarejo intervino en la operación y reclamó una “exorbitada” cantidad por sus servicios en concepto de gastos que algunas fuentes sitúan entorno a los 3 millones de dólares. La cantidad abonada fue muy inferior y el comisario culpó al CNI y a su entonces director, Félix Sanz Roldán, de la rebaja.

Los desaires de Villarejo a los servicios de inteligencia fueron reiterados desde entonces. Se acrecentaron con sus filtraciones a determinados medios de comunicación, su acercamiento a la examante del rey emérito, Corinna zu Sayn-Wittgenstein y con el caso del Pequeño Nicolás, donde al pinchar los teléfonos descubrieron que “Pepe estaba en todos los tinglados”.

"¿Dónde están los vídeos?"

Una denuncia de un antiguo cliente propició su detención en 2017 y el descubrimiento en su domicilio de ingentes cantidades de información que han propiciado la apertura de 30 piezas de investigación distintas. Con todo, sus antiguos compañeros se muestran convencidos de que los investigadores “solo han encontrado aquello que Villarejo ha querido que se encuentre”.

Recuerdan que lo grababa “todo” y en el sumario faltan “muchos nombres” con los que departía “ocasional o habitualmente” el comisario jubilado. También echan en falta “los vídeos de Villarejo”, porque además de las grabaciones de sonido, en ocasiones, acudía a las citas “con una chaqueta preparada con una mini cámara” y “no hay ni rastro” de aquellos vídeos. Están seguros de que Banacek aún guarda un as en la manga que llegado el caso, puede utilizar contra algunas instituciones del Estado.

 
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