Respirar aire contaminado aumenta los casos graves de la COVID-19
Es el primer estudio del mundo que aporta las evidencias científicas más sólidas sobre los beneficios para la salud de los infectados al reducir las emisiones de los combustibles fósiles
Madrid
Los elevados niveles de contaminación atmosférica que respiran ahora millones de personas que viven en grandes ciudades como Madrid o Barcelona no aumenta el riesgo de infectarse, pero sí incrementa el riesgo de enfermar por COVID-19 y, además, y esto es lo más importante: aumenta el riesgo de sufrir síntomas más graves. Este es el resultado de una nueva investigación liderada por el ISGlobal, el Instituto de Salud Global de Barcelona.
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En este estudio han participado 9.605 personas que vivían en barrios de Barcelona y Badalona entre los meses de junio y noviembre del año pasado, cuando nuestro país sufría la segunda ola de la pandemia.
Esta es la primera investigación que se hace en España sobre el negativo efecto de la contaminación del aire en la COVID-19, pero también es el primero en el mundo que aporta las evidencias científicas más sólidas sobre los beneficios para la salud de los infectados al reducir las emisiones de los combustibles fósiles que usan ahora los coches o las calefacciones.
Desde el año pasado, una serie de estudios realizados en países como Estados Unidos indican que las regiones con niveles más altos de contaminación del aire antes de la pandemia tenían una mayor incidencia de casos y muertes por COVID-19. Sin embargo, esta investigación realizada en Cataluña aporta más pruebas, porque “el problema es que los estudios anteriores se basaron en casos que habían sido diagnosticados, pero omitieron todos los casos asintomáticos o no diagnosticados”, aclara Manolis Kogevinas, investigador de ISGlobal y primer autor de esta nueva investigación.
Método
Este equipo de investigación decidió combinar la tecnología desarrollada por el equipo de Carlota Dobaño para medir una serie de anticuerpos específicos de virus en un amplio grupo de adultos (la mayor parte entre 40 y 65 años) residentes en Cataluña, con la información sobre la exposición a largo plazo de dichos individuos a contaminantes atmosféricos peligrosos, como el NO2, las partículas en suspensión, el carbón negro y el ozono.
“Este es el primer estudio que realiza un cribado masivo de anticuerpos específicos del SARS-CoV-2 en una cohorte de adultos para examinar la asociación entre su exposición residencial a la contaminación del aire antes de la pandemia, la infección del SARS-CoV-2 y la enfermedad”, añade también Cathryn Tonne, coautor principal de este l estudio.
Mayor gravedad
El estudio incluyó a 9.605 participantes entre los cuales hubo 481 casos confirmados (5%). Además, se tomaron muestras de sangre de más de 4.000 participantes para determinar la presencia y cantidad de anticuerpos IgM, IgA e IgG contra cinco antígenos virales.
Tras realizar estos análisis, para la población total del estudio (los 9.605 participantes), se encontró una asociación entre una mayor exposición a NO2 opartículas finas y la COVID-19, sobre todo, para los casos graves que terminaron en el hospital o en las Unidades de Cuidados Intensivos.
Esta relación causalentre la COVID-19 y la contaminación del aire fue más fuerte para los hombres mayores de 60 años y para las personas que viven en áreas socioeconómicamente desfavorecidas. “Nuestro estudio proporciona la evidencia más sólida a nivel mundial sobre la asociación de la contaminación del aire ambiental y COVID-19”, concluye Kogevinas.
Además, la contaminación del aire también puede contribuir al desarrollo de otras enfermedades cardiovasculares o respiratorias, que a su vez aumentan el riesgo de padecer una COVID-19 grave.
Javier Gregori
Periodista especializado en ciencia y medio ambiente. Desde 1989 trabaja en los Servicios Informativos...