El sector privado impulsa la lucha contra el cambio climático
Las empresas aceleran sus objetivos de descarbonización para impulsar una lucha contra el cambio climático en que, según los expertos, concienciar a la población es clave
"Esto es un juego de todos, comprometernos, y meternos presión unos a otros" explica Javier Rodríguez Soler, responsable global de Sostenibilidad global de BBVA
El sector privado impulsa la lucha contra el cambio climático
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Madrid
Celebrada hace ya algunas semanas, la Cumbre de Clima de Glasgow, la COP26, terminó con compromisos por parte de los 200 países participantes que muchos expertos consideran “descafeinados” pero que, de materializarse, supondrán unas mejores perspectivas a futuro en materia de lucha contra el cambio climático. Unos compromisos –como la reducción de emisiones de CO2 en un 45% para el año 2030, la reducción de un 30% de las emisiones de metano o la revisión de los compromisos de reducción en 2022 por parte de los participantes— que, sin embargo, necesitan del impulso y el compromiso del sector privado que es el que, según señala Javier Rodríguez Soler, responsable global de Sostenibilidad de BBVA, ha protagonizado los acuerdos más ambiciosos. “En la cumbre se ha avanzado mucho, pero muy lejos de todo lo que se podría hacer” reconoce Rodríguez Soler, que destaca los avances vividos en las negociaciones del sector financiero. “La COP26 pasará a la historia por el gran avance del sector privado. En el sector financiero en concreto, más de 450 entidades, y BBVA ha sido una de las pioneras, de 45 países, que integran el Glasgow Financial Alliance for Net Zero se han comprometido a ser netas en emisiones en 2050 y esto es un avance muy relevante”, apunta el responsable de sostenibilidad de BBVA.
Descarbonización de las carteras de sus clientes
Y precisamente en esa dirección lleva años moviéndose la entidad que también acaba de hacer públicos en las últimas semanas sus compromisos de reducción de emisiones para 2030. “En el carbón ya nos habíamos comprometido a salirnos completamente en el 2040 a nivel mundial, en el 2030 en mercados desarrollados, y hemos añadido cuatro sectores más: nos hemos comprometido a una reducción en el 2030 del 52% para la generación eléctrica, del 46% para la fabricación del automóvil, del 23% para la producción de acero y del 17% en la producción de cemento” explica Rodríguez Soler, que señala que la entidad trabaja ya para reducir también la exposición relativa de las carteras de sus clientes en otros sectores, concretamente, en el de la aviación, el del transporte marítimo, el de oil & gas, el agro y el inmobiliario, porque, según explica, la presión que siente el sector privado –por parte de sus clientes, pero también de sus trabajadores— para tratar de frenar el cambio climático es creciente. “El sector público tiene las presiones que tiene, pero el sector privado tiene unas presiones muy superiores porque nosotros vendemos productos y servicios, contratamos gente y los empleados quieren trabajar en empresas comprometidas con la sostenibilidad y la descarbonización, los clientes quieren consumir productos y servicios comprometidos. Por tanto, creo que las empresas sienten la presión y la necesidad antes que nadie” señala.
El conocimiento es compromiso
Una presión que, además, en el caso del BBVA, se retroalimenta porque, como explica el experto, la lucha contra el cambio climático “es una cuestión de conocimiento, en cuanto el conocimiento se produce, el compromiso es absoluto” y ese conocimiento es algo que desde la entidad proporcionan a sus clientes de forma proactiva, por ejemplo, informándoles de la huella de carbono que deja su consumo. “Con la utilización de big data y herramientas de Inteligencia Artificial, somos capaces de informar a los clientes de cuál es su huella de carbono. Esto les permite ir modificando sus hábitos de consumo de forma adecuada e ir consumiendo productos bancarios más sostenibles, y les va concienciando”, explica Rodríguez Soler.
Así, enfocada en concienciar sobre la sostenibilidad de las acciones cotidianas, la entidad explica en su propia página web cuáles son las emisiones que producen algunas de las rutinas más habituales para que sus clientes –y los que no lo son— puedan saber que hasta enviar un correo electrónico supone una emisión de dióxido de carbono a la atmósfera —de 4 gramos, concretamente— y que puedan elegir si prefieren ver la televisión —sabiendo que genera 32 kg de CO2 al año— o jugar a videojuegos –lo que reduciría la huella hasta los 20 kg anuales— o que plantar una encina –que absorbe 5000 kg de CO2— es más sostenible que plantar un olivo, que solo absorbe 570 kg durante su ciclo vital. Una página que también trata de concienciarnos de la importancia de la movilidad sostenible, apuntando, por ejemplo, que recorrer un kilómetro en autobús genera 17 gramos más de dióxido de carbono que recorrerlo en tren, pero 81 gramos menos que hacerlo en coche –y que optando por el transporte público a diario se pueden reducir las emisiones entre un 65 y un 75%— y que, además, pone cifras a algunos de los consejos más conocidos para ahorrar: como que si se evita dejar los aparatos electrónicos en modo reposo se puede ahorrar un 7% en la factura de la electricidad o que ésta será un 8% más barata por cada grado que se optimice en el hogar.