Francia vota a favor o contra Europa
Por vez primera los dos grandes partidos franceses, los conservadores (llamados hoy los Republicanos) y el Partido Socialista, no son los favoritos en los sondeos. Once candidatos acuden a la primera vuelta
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París
Este domingo 23 de abril y el 7 de mayo los franceses deciden quién será el próximo presidente o presidenta de la segunda mayor economía del euro. Es una elección que trasciende a Francia, es también por o contra Europa, por la apertura del país hacia el mundo o por el repliegue.
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Por vez primera los dos grandes partidos que han marcado la política francesa en los últimos 40 años, los conservadores (llamados hoy los Republicanos) y el Partido Socialista no son los favoritos en los sondeos. Once candidatos acuden a la primera vuelta.
El muy imputado candidato Fillon
Fue la sorpresa de las primarias de la derecha que dejó en la cuneta al expresidente Sarkozy y venció al más moderado Juppé. François Fillon (Los Republicanos), de 63 años tenía ante él una avenida florida para alcanzar el Elíseo. Lo decían todas las encuestas hasta que estalló el escándalo de los presuntos empleos ficticios de su familia y su imputación después. Pero fueron las medias verdades, su falta a la palabra pública la que estuvo a punto de apearlo del camino. Si algo ha demostrado el candidato Fillon desde febrero es, primero, su desprecio por la moralidad pública; pero también su fuerza. Su obstinación por seguir en la carrera al Elíseo desarmó a los pesos pesados del partido, la mayor parte de los colaboradores que le habían abandonado volvieron.
Desde entonces, el exjefe de gobierno con Sarkozy y varias veces ministro, se desgañita por vender su programa electoral. En Lille lo intentó de nuevo, ante apenas 3.000 personas. "Venís a decir 'basta'. Basta de retroceder ante los enemigos de nuestros valores, basta a la debilidad de la voz de Francia en el mundo... basta de burocracia que impide en lugar de ayudar y apoyar, basta a soluciones tibias que se ofrecen en cada elección y nunca han funcionado".
Presume de que su programa es el más liberal y drástico para reformar Francia. Propone recortar el gasto público en 100.000 millones de euros, suprimir medio millón de funcionarios y eliminar la semana laboral de 35 horas.
En política exterior, propugna por dialogar con Rusia, un gobierno europeo formado por los ejecutivos nacionales y aboga por fusionar el impuesto de sociedades.
Fillon habla a la Francia católica más integrista y quiere reservar la adopción plena a las parejas heterosexuales.
Creíamos que era un político previsible y que lo único extravagante en este hombre tan serio es su locura por la velocidad y las carreras automovilísticas, lo que tal vez se puede explicar porque procede del departamento del Sarthe, donde se ubica el emblemático circuito de Le Mans. Hoy sabemos que también le chiflan los trajes y relojes caros.
El insumiso aspirante sexagenario promete acabar con la "monarquía presidencial"
El extrotskista y exsocialista de 65 anos Jean-Luc Mélenchon (Francia Insumisa) es la sorpresa de este último tramo de la larguísima campaña presidencial. El eurodiputado ha superado al conservador Fillon en algunos sondeos, hasta situarse en tercera posición tras el centrista Emmanuel Macron y Marine Le Pen, empatados.
En Marsella Mélenchon logró juntar 70.000 personas; en Toulouse, este pasado fin de semana, una cantidad similar.
¿Qué es lo que le ha catapultado hacia adelante? Seguramente que es el mejor orador. Traslada la rebelión que muchos franceses añoran, sobre todo los muy jóvenes; y da la impresión que tiene un programa sin riesgos para Francia. Además tiene un equipo muy activo en las redes sociales.
En los dos debates televisivos fue convincente. Se anotó puntos al contraatacar y cortar a Marine Le Pen: "Deje de decir tonterías, déjenos en paz con su palabrería religiosa; el 60% de los franceses no practican ninguna religión".
Si en la forma es brillante y divertido, en el fondo su programa es el más parecido al del Frente Nacional pero con tono ecologista. También Mélenchon quiere sacar a Francia del euro, de la Unión Europea y la OTAN; como ella, quiere acercar Francia a Rusia para afrontar con aplomo a la Alemania de Angela Merkel, a la que ataca sin parar. Y como Le Pen, el aspirante de la Francia Insumisa quiere bajar la edad de jubilación a los 60 y aumentar el ya pesado papel del Estado.
Su propuesta más exótica, la adhesión de Francia al tratado Alba, la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de América junto a Venezuela, Cuba, Nicaragua, y Ecuador, entre otros países.
Como la ultraderechista, Mélenchon habla del miedo a la globalización, promete volver a un supuesto estado de felicidad "cuando Francia no estaba bajo el dumping del trabajo de esclavos de Europa del Este". Sobre la inmigración es muy ambiguo.
Habla a la Francia proletaria, a la rebelde, a los jóvenes insumisos. Promete acabar con la V República "porque está desfasada y porque es como una monarquía presidencial".
En la cercanía, Mélenchon, nieto de español de Murcia, se presenta como un humanista. Cuida su imagen. "Mire esta camisa blanca -dice coqueto- es de camarero parisino, la chaqueta negra de techador y en el ojal un diminuto triángulo rojo, símbolo de la resistencia a la ultraderecha". En su candidatura a la Presidencia del 2012 quedó cuarto, con el 11% de votos.
La patriota candidata Le Pen
Marine Le Pen habla "en nombre del pueblo". La aspirante del Frente Nacional divide el mundo entre buenos y malos. Entre estos últimos está la globalización, el Euro, la Unión Europea y Alemania en el centro, para los que utiliza términos como "servidumbre", "cadáver", "oligarquía financiera", "dumping", "extranjeros", "inmigrantes", "musulmanes".... En el lado bueno está el patriotismo, que ella une a las fronteras, la soberanía, el proteccionismo. Y sobre todo a Francia, Francia, Francia.
En las últimas semanas la intención de voto hacia la jefa del Frente Nacional afloja. Y por eso Marine Le Pen, candidata a la Presidencia de Francia por segunda vez, se radicaliza: "Por Francia pediré una moratoria inmediata de toda la inmigración legal para detener este delirio, esta situación incontrolada que nos hunde hacia el fondo, una moratoria para hacer un balance".
En realidad, el flujo neto de inmigrantes en Francia es muy débil, el 0,3% respecto de la población, contra el 0,7% de la media en la OCDE.
La ultraderechista de 48 años al que todos los sondeos auguran el paso a la segunda vuelta pero ninguno la convierte en jefa del Estado, propone abandonar la OTAN, el euro y la UE. Objetivo, recobrar las cuatro soberanias, la económica, monetaria, legislativa y territorial.
Sus 144 propuestas se resumen en tolerancia nula con la criminalidad y preferencia nacional y de empleo a los franceses que se anclará en la Constitución, para después penalizar a las empresas que contraten extranjeros y tasar las importaciones.
25 premios Nobel de Economía han alertado al mundo contra el programa antieuropeo, anti inmigración y proteccionista de Marine Le Pen. La prima de riesgo de Francia ha subido cada vez que los sondeos la proyectaban hacia la victoria.
La eurodiputada Le Pen está investigada por la Justicia por presunta malversación de fondos públicos, entre otros delitos. Por haber usado el dinero del Parlamento Europeo, el nuestro, para financiar su partido, con el que quiere además destruir Europa. Su inmunidad de eurodiputada le ha servido, por ahora, para no declarar ante los jueces.
Macron vende Europa y la Francia optimista
Cuando Emmanuel Macron presentó su candidatura en otoño nadie daba un euro por su movimiento En Marcha, que hoy cuenta con más de doscientos mil franceses. Demasiado ambicioso. De derechas, se dice del exministro de Economía y exbanquero de inversión que dejó el Gobierno de Valls por sus desacuerdos con las reformas, que consideraba tímidas. De izquierdas, acusan otros, porque el exconsejero de Hollande se opuso al proyecto de retirada de la nacionalidad a los binacionales.
Emmanuel Hollande, se burlan sus rivales para tratar de mostrar que es el “tapado” del fracasado presidente socialista. “Me reprochan estar de acuerdo con unos y otros. Lo reivindico. Porque para construir juntos un futuro hay que encontrar líneas de fuerza común”, ante la división de la izquierda y de la derecha.
Macron pide el voto a los europeístas, a los que quieren la emancipación por el trabajo y la cultura, por la solidaridad activa. Joven, fresco, no ha sido nunca elegido. Sus cualidades son al tiempo sus mayores defectos.
A los 39 años, este hijo de médicos de provincia que se aupó hasta la elitista Escuela Nacional de la Administración del Estado (ENA), es criticado por su inexperiencia política. Pero está bien acompañado, por la izquierda y por la derecha.
El líder estudiantil de mayo del 68, Dani Cohn-Bendit, el economista Jean Pisani-Ferri, el ex alcalde socialista de Paris, el empresario Jacques Atalli (que fuera asesor de Miterrand) y hasta el gobernador actual del Banco de Francia, el socialdemócrata Villaroy de Galloy, apuestan por él. En las últimas semanas se ha unido a él el muy respetado ministro de de Defensa, el socialista Jean- Ive le Drian y el ex jefe de Gobierno Valls, pero esto es más bien un regalo envenenado. Entre los apoyos destacados de la derecha, el de Dominique de Villepin, ex primer ministro de Chirac que dijo ‘no’ a la guerra de Irak
Es el único candidato que reivindica Europa sin disimulo, con Francia y Alemania de locomotora, y destila optimismo. Sus prioridades son la escuela y la seguridad. Sus medidas estrella contemplan la rebaja de la tasa de habitación para el 80% de los franceses, la ampliación del seguro de paro para los autónomos y la unificación de los diferentes sistemas de pensiones. Quiere recortar 15.000 millones e invertir 60.000 y no se comprende muy bien cómo cuadra las cuentas.
Macron, que toca el piano y filosofa, va acompañado siempre de su mujer Brigitte, 24 años mayor, de la que se enamoró a los 17 cuando era su profesora de francés y teatro, ya casada y con dos hijos.