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Pedro Strecht, sobre los abusos en la Iglesia de Portugal: "La Iglesia no debe sentir la investigación como un ataque sino como un mecanismo de ayuda"

"España es un país grandísimo. Es imposible que haya un número tan pequeño de casos"

"Es imposible que en España haya tan pocos casos": el investigador de los abusos de la Iglesia en Portugal

Madrid

El psiquiatra infantil Pedro Strecht (Coímbra, 1966) fue designado el pasado noviembre por la Conferencia Episcopal Portuguesa para coordinar la comisión que estudia los abusos a menores. Está convencido del verdadero interés de la jerarquía católica de su país en llegar hasta el final aunque reconoce que ha habido división y resistencias por parte de algunos obispos y de los sectores más radicales de la iglesia. Una situación en la que ve paralelismos con España y con la Conferencia Episcopal Española (CEE) que se sigue negando a una investigación histórica como la que él lidera: "Pienso que la Iglesia no debe sentir esta investigación como un ataque sino como un mecanismo de ayuda. No estamos contra nadie, estamos juntos con el deseo de la Iglesia de saber la verdad y muy probablemente ayudando a la Iglesia a renovarse para un nuevo futuro". Él opina que la mejor opción para los obispos españoles es investigar y afrontar las consecuencias: "Yo pienso que sí y además es la posición, muy clara, del Papa Francisco que ha tenido el coraje de afrontar el problema y decir vamos a entenderlo, vamos a resolverlo y vamos adelante para saber la verdad".

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Entre los argumentos de los obispos españoles para no abordar un estudio histórico de los abusos a menores es que en España no hay muchos casos. "No llegan a mil en ochenta años" llegó a decir el secretario general de la CEE, Luis Argüello, contabilizando los que habían salido publicados en la prensa. Pedro Strecht cree que esa cifra no es creíble: "España es un país grandísimo. Es imposible que haya un número tan bajo de casos. Además, es un país que histórica y culturalmente es parecido a Portugal en varias circunstancias. La Iglesia fue muy importante para acoger y cuidar de los más pobres, los discapacitados durante muchos años y con certeza que en esas situaciones ha habido casos de abuso. Lo que pasa es que la mayoría no hablará nunca". Es lo que se conoce como efecto iceberg:" Sólo llegamos a conocer el 25-30% de todos los casos. La mayoría de los niños y adolescentes guarda silencio ya sea por miedo, vergüenza, culpa... Muchísimas personas callan durante décadas".

El responsable de la comisión para estudiar los abusos en Portugal recuerda que en Francia la cifra de más de 200.000 víctimas de abusos por parte del clero - 300.000 si se añadían catequistas o responsables de movimientos juveniles - se alcanzó por extrapolación. Strecht destaca que muchas de las personas que han contactado con ellos creen que no han sido las únicas víctimas de su agresor: "Responden que, si eso les pasó a ellos, por ejemplo, cuando estaban en la sacristía, puede que les haya ocurrido a otros niños". Hasta ahora el caso más antiguo que ha llegado a la comisión portuguesa es el de una persona nacida en 1933 que sufrió abusos en los años 40. Nunca había hablado de ello hasta ahora.

Este experto en abusos infantiles, con amplia experiencia en el tratamiento de víctimas, cree que una comisión parlamentaria como la que han propuesto Unidas Podemos, ERC y Bildu en el Congreso no es lo más adecuado para investigar un tema tan delicado: "Yo pienso que para las víctimas lo mejor será siempre hablar con personas que les generen confianza, con personas que se muestren como neutras, como profesionales y no como políticos defensores de esto o de aquello. Yo pienso que tiene que ser una comisión técnica profesional. Puede ser el Gobierno el que la impulse o la constituya o quien aporte los recursos económicos para hacer posible el estudio, pero pienso que tiene que estar formadas por personas que sean elegidas por su capacidad profesional y por su idoneidad. Pueden tener su vida personal, pueden ser más o menos católicas o no católicas, separados, divorciados, casados... Pero si están allí es estrictamente por su parte profesional porque sin eso las personas, las víctimas, se van a encerrar más en sus silencios y en sus miedos".

Pedro Strecht, que atiende a la Cadena SER por video conferencia desde su consultorio en Lisboa, explica en un casi perfecto castellano que una parte importante de su investigación será repasar los casos de abusos publicados en la prensa e indagar en los archivos de las diócesis. El periodo que acaban de empezar a estudiar abarca desde 1950 a la actualidad. Para recibir posibles denuncias han abierto una página web. Hay prevista además una campaña de información en los medios y con carteles en los ayuntamientos para dar a conocer la comisión y los canales de denuncia. Hasta el momento, desde que se presentó la comisión a principios de enero, han recibido alrededor de 150. "Más que los números nos interesan las personas. No sé si es bueno llegar a 300, a 1000 a 1500 víctimas... Creo que lo importante es llegar a ellas, a cada una". El lema de la comisión es Dar voz al silencio. "Sinceramente pienso que las personas quieren y desean ser oídas, para saber que creemos en ellas y por encima de todo pienso que quieren recuperar su dignidad, perdida hace muchos años en circunstancias de ese tipo, y eso para nosotros es lo más importante".

La Comisión Independiente para el Estudio del Abuso Sexual contra Niños en la Iglesia Portuguesa - ese es su nombre oficial - presentará sus conclusiones a final de este año. Strecht , sin querer anticipar conclusiones, avanza que es muy posible que el estudio certifique que "cuanto más retrocedamos en el tiempo más percibamos que el clero no tenía una formación específica en esta área de los abusos a menores o que muchas personas repetían en los niños y adolescentes algo que ellos ya habían sufrido, porque habían sido víctimas, perpetuando inter generacionalmente los abusos". Además, cree que hay un tema que inevitablemente habrá que tratar: "La sexualidad en la Iglesia y la forma en la que es vivida. Esta es mi opinión personal, pero creo que tiene que haber mujeres en la iglesia, creo que el celibato debe ser algo opcional - si la persona lo quiere hacer muy bien y que si quiere ser padre y tener su vida familiar que pueda hacerlo - y vivir este aspecto de la sexualidad como algo normal, positivo en la vida y no como un obstáculo para la vida religiosa".

"Aceptar este desafío no fue algo fácil para mí"

Pedro Strecht confiesa que se lo pensó mucho antes de aceptar el encargo de la Conferencia Episcopal Portuguesa: "Aceptar este desafío no fue algo fácil para mí. Mi familia, mi mujer y mis hijos, me dijeron que no lo aceptara porque yo ya pasé por todas las dificultades del proceso de Casa Pía hace 20 años -el abuso de niños en esta institución pública en el que se vieron implicados políticos, diplomáticos y celebridades del país-. Fue muy complicado porque tuvimos que tener protección policial todos los días durante tres años y diez meses (por las amenazas que recibían) y temíamos que se fuera a repetir la misma pesadilla". Finalmente hubo algo que le convenció: "Comprendí que teniendo la posibilidad de escoger a las personas con las que quería trabajar no iba a estar solo. Quería gente a la que conocía desde hace muchos años y que profesionalmente para mí son fantásticos, de varias áreas porque es un equipo multidisciplinar, y ese fue el principal motivo que me llevó a decir: ok, vamos a aceptarlo".

Fue el propio presidente de los obispos portugueses, José Ornellas, quien le llamó el pasado mes de noviembre para encomendarle el trabajo: "Concertamos una primera reunión con los tres miembros de la dirección de la Conferencia Episcopal Portuguesa. Aquello fue muy importante para mí porque en ese momento me dieron libertad total para escoger el equipo que yo quisiera y para pedir los medios que necesitaba para hacer este trabajo. La entrevista fue muy bien y lo que yo intenté asegurarle es que actuaría siempre con total independencia". Strecht designó un equipo de cinco personas en el que hay una asistente social, un psiquiatra, un ex ministro de justicia, una socióloga y una directora de cine, Catarina Vascocelos, premiada en el último Festival de San Sebastián, el miembro más sorprendente del grupo y a la que eligió porque quería alguien que representara la sociedad civil y que conectara con las nuevas generaciones. Ahora que ya han arrancado el estudio han decidido ampliarlo con una periodista y con personal informático para el tratamiento de datos.