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'Drive my car': razones para ver la película japonesa de moda

La obra que consagra a Ryūsuke Hamaguchi como uno de los grandes directores del cine de autor contemporáneo es una experiencia de tres horas sobre el duelo, la muerte, el arte y la literatura

Fotograma de 'Drive my car' / ELÁSTICA FILMS

En los últimos años, el nombre de Ryusuke Hamaguchi no ha hecho más que crecer y consolidarse como uno de los rostros del cine de autor. Aunque ya tenía una dilatada carrera en Japón, fue su película Happy hour la que le dio el salto internacional con su presencia en el Festival de Locarno y el premio para sus actrices. Con ella dejó claro que lo de cine inmersivo no tiene que solo que ver con el 3D; sino también con una manera de abordar los diálogos, de atender a los detalles y a situación de los personajes dentro del plano, usando el melodrama y un metraje extra largo, contaba la vida cotidiana de un grupo de treainteañeras cuyas dinámicas se ven alteradas cuando una de ellas se divorcia

"Estoy en una fase en la que estoy recibiendo muchos reconocimientos pero para mí lo importante es el proceso de prueba y error, ir mejorando cosas para llegar más lejos aún. No siento que haya llegado a un momento culmen de mi carrera, me queda camino por recorrer", decía el director en una entrevista en la Cadena SER en San Sebastián donde presentó dos películas, Drive my car y La ruleta de la fortuna y la fantasía. Dos títulos que han pasado con premio por los festivales de 2021. La ruleta de la fortuna, una sucesión de relatos sobre el pasado, el azar y las relaciones, ganó el Oso de Plata en Berlín. Drive my car enamoró a la crítica en Cannes y le dio el premio a mejor guion.

"Mi manera de trabajar a la hora de empezar un guion siempre comienza por el diálogo entre los personajes. A partir de los diálogos, me imagino cómo se caracterizan estos personajes y qué piensan. Una vez creada la historia, se trata de darle esa vida a los actores y que llegue al público. Es una forma muy natural de trabajar, por eso la palabra y el diálogo son una forma esencial de mi cine", explicaba el japonés, admirador del cine de Éric Rohmer y experto en alargar el tempo de sus películas hasta acercarlo a la cotidianeidad. Si en Happy hour rodaba un taller de improvisación casi a tiempo real y su mirada nos acercaba a detalles, gestos que servían para entender la complejidad de esas relaciones; en Drive my car, rueda un casting y unos ensayos de una obra teatral.

La película es la adaptación de un relato de Murakami, el escritor japonés más popular. "Las obras de Murakami cuestan mucho de plasmar en el cine. El secreto de su éxito es describir la realidad interna de los personajes y plasmar esto en el cine cuesta mucho, es algo no tangible. Lo que he hecho es seleccionar los elementos más visibles para el cine y describir las realidades sin mezclar la irrealidad. Esa ha sido mi manera de abordar a Murakami", explicaba.

La obra está divida en tres partes, con un prólogo de más de cuarenta minutos donde el director nos introduce en la vida de este director teatral que acaba de perder a su mujer y que ya perdió a su hija. Y es que Drive my car es un relato sobre el peso del pasado y cómo este nos afecta para afrontar el amor, un tema que estaba en su anterior trabajo, Asako, con la que ya estuvo en el Festival de Cannes. Sin embargo, Hamaguchi va más allá que en sus películas anteriores en la complejidad narrativa y en el juego de espejos entre realidad, ficción y metaficción, con esa obra dentro de la película.

Nuestro actor y director de teatro no puede afrontar el pasado y se marcha de Tokio a Hirosima a dirigir Tio Vania, la obra de Chejov, en un festival. Allí conoce a una joven introvertida que será su chofer. Ambos comenzarán a reflexionar y conocerse a bordo de un significativo coche rojo. La maestría del director se plasma en la configuración de los ensayos de teatro. Primero lecturas en torno a una mesa, después los ensayos sobre el escenario. Antes de todo eso, la realización del cásting, con una actriz sordomuda y un actor joven y engreído que fue el amante de su mujer fallecida.

El espejo con la obra de Chejov, con el propio mecanismo de la interpretación y con la introspección interior de los personajes logran momentos de gran emotividad y significado. "No sé por qué pero me gusta mucho la ficción dentro de la ficción. Haciéndolo de esta manera la historia tiene más ritmo, me gusta y queda bien".

Todo culmina con un viaje más, a una zona montañosa y nevada donde ambos protagonistas, el artista y el chófer acabarán aceptando el pasado. El paisaje nevado, el coche rojo y los dos personajes permiten al director trazar tres planos que emocionaron a la crítica de Cannes, festival del que solo rascó el premio a mejor guion. Un guion donde no hay estallidos, ni catársis, simplemente pasa la vida, como en toda la filmografía de este director. Drive my car es una de las películas que está ganando peso en la carrera de los Oscar. Ganó el Globo de Oro, está en todas las quinielas para los premios y podría incluso colarse en otras categorías además de película internacional. Su director parece mantener ese tono tranquilo y humano de sus personajes.

 
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