Marcha atrás
"Gracias a los disparates, por ejemplo, hay guerras. Lanzas un órdago, te lo devuelven, y antes de rectificar, y parecer un perdedor, o un memo, pagando un precio por ello, agigantas el error".

Madrid
Dar marcha atrás es dificilísimo. Es como si la rectificación no estuviese completamente inventada. Tenemos una opinión, y nos desvivimos por ella, fin. De hecho, en los momentos delicados, tras cometer un error, nos decantamos por agrandarlo, a ver qué pasa. Es lo lógico, hasta cierto punto. ¿O vamos a cambiar una decisión solo porque esté equivocada? Nos agrada creer que tal vez un error, si insistimos en él, desemboque en un exitazo; quién sabe. No quiero ni imaginar cómo sería la vida si siempre acertásemos. Decía Dostoievski que los disparates son imprescindibles. El mundo reposa en disparates y es muy posible que sin ellos no ocurriera nunca nada. Gracias a los disparates, por ejemplo, hay guerras. Lanzas un órdago, te lo devuelven, y antes de rectificar, y parecer un perdedor, o un memo, pagando un precio por ello, agigantas el error. Dar marcha atrás es un arte complejísimo. Incluso cuando simplemente lo haces en un automóvil. Mis dos únicos accidentes de coche han sido retrocediendo muy despacio, y sin mirar por el espejo, obviamente.




