"Adiós casita", la emotiva carta de despedida de una joven víctima del volcán de La Palma

Los Llanos de Aridane

"Bueno, ya que no me pude despedir de ti, lo hago ahora, de alguna manera u otra he de empezar esto", así arranca la misiva escrita por Valeria Leal que redactó para despedirse de su hogar. Leal arrancó el aplauso ensordecedor del público en el acto de reconocimiento a los profesionales de la psicología que han prestado su servicio durante la emergencia en La Palma. "Gracias por ser mi hogar, mi casa, mi vida, mi seguridad, gracias por haber visto el paso de mis años, por haber sido el hogar donde mis padres una vez fueron felices, por dejarme sentar en tus muros y desahogarme mirando la montaña, por haber calmado mis miedos en cuatro paredes de un cuarto, por mirar con ternura cómo iba cambiando, por llenarte de regalos el Día de Reyes y hacer feliz y unida a la familia. Por ser mi sitio, dónde realmente me sentía en casa", continúa la carta escrita por esta joven de veinte años.

"No olvidaré tus ventanas a cuadros tan difíciles de limpiar, no olvidaré el suelo de la cocina, ni las raspas del bizcochón, siempre estarán en mi corazón esos pasillos, la pileta, los jardines, el salón, la casita hecha por mi padre con todo el corazón, todo eso se va conmigo", continúa. "Gracias por haber albergado tanto amor, por haberme tratado con tanto cariño y por haber sido mi hogar durante 17 años. Gracias por haber sido el hogar de mis abuelos maternos, gracias por hacer feliz a mi abuelo con tu bodega, nunca olvidare las huertas llenas de tanta paz, las gallinas, la azotea, las vistas, las fotos, los recuerdos… Gracias a las dos por haber sido los mejores hogares", prosigue. "Siento no haberme despedido, por eso lo hago ahora, siento no poder volver a oler a casa, levantarme y tener la mejor vista que jamás tendré, gracias por cuidarme y quererme. Hasta siempre carretera Puerto Naos 493 y hasta siempre Alcalá 38", concluye la carta.

"Escribir una carta de despedida es una técnica empleada en psicología. Una herramienta que puede contribuir a poner luz sobre el proceso de elaboración de duelo y ayudar en gran medida al doliente dentro de un proceso terapéutico", explica Carmen Linares, presidenta del Colegio Oficial de Psicología de Santa Cruz de Tenerife. "A lo largo de nuestra vida se van produciendo diversas pérdidas que tenemos que afrontar, aunque no todas las experimentamos de la misma manera, ni interfieren en nuestra vida cotidiana del mismo modo. No obstante, toda pérdida (muerte de un ser querido o un animal al que tengamos afecto, pérdida de un objeto significativo, pérdida de un amor o amistad, etc.) pasa por un proceso de duelo que es importante elaborar adecuadamente", añade Linares.

A pesar de los esfuerzos de las instituciones, la recuperación de los hogares es lenta. Todavía hay más de mil familias en La Palma esperando por una casa para empezar de nuevo

En La Palma hay 1.147 familias que han perdido su primer y único hogar. Unas 70 viviendas provisionales están entregadas ya, es decir, más de mil familias esperan por una vivienda provisional. Gente como Goyo, que desde la erupción está separado de su familia, habita en casas ajenas, con amigos y familiares, apretados, en cuartos chiquitos. Mucha gente sigue viviendo en cuartos de aperos, caravanas, habitaciones sin ventana esperando por una vivienda provisional. La Consejería de Vivienda del Gobierno de Canarias ha entregado 72 de las 104 viviendas que están previstas para poner a disposición de las familias afectadas por la erupción volcánica. Además, se han adquirido 120 viviendas modulares para alojar temporalmente a quienes todavía no tienen un techo. Se han invertido más de dos millones de euros en alojar a los damnificados en diferentes hoteles y se han abonado cuatro millones en indemnizaciones del Estado por la pérdida de la vivienda principal. Además, el Consorcio de Compensación de Seguros ha desembolsado unos 89 millones. Pero a pesar de los enormes esfuerzos de gobiernos e instituciones, restaurar lo que La Palma ha perdido es imposible. Especialmente el triste recuerdo de los hogares felices que se llevó el volcán.