El día uno después de Faus

Jerez de la Frontera

No te gustará saber que el día después de tu partida ha hecho un sol espléndido. Con algo de frío, por aquello de ser febrero aún, pero estaba la cosa como a ti te gustaba para recorrer andando el trayecto que separa tu casa del Mamelón de la calle Pescadería Vieja. Por más que hubieras querido evitar Larga y tomar por el atajo de Tornería, Plateros, Asunción y Letrados para no encontrarte con gente, tus paisanos te hubieran colmado de saludos y besos y estrechado la mano. Y te habrían llenado la copa en cualquier bar, que hubieras aceptado gustoso, y te habrías enredado en la tertulia de cualquier terraza al tiempo que detenías las manillas del reloj con la maestría de nuestro admirado Rafael de Paula.

Lo sé de buena tinta, y no porque me lo hayan contado. Lo experimenté en las ocasiones en las que quedamos en la radio y nos fuimos dando un paseo para tu querencia. Más de sesenta años en la calle, tu única universidad, jugaban a tu favor para ganarte a la gente y sentenciar con cada frase. Cuánto se aprendía de ti. Hostelero con letras mayúsculas. Recuerdo en una ocasión en la que te sacamos del Juanito para tomar algo por ahí junto a dos o tres incondicionales. No comimos mal, pero te quejabas de la moda de los camareros de vestir de negro para disimular las manchas, "con lo bien que viste una buena camisa blanca limpia impecable".

De la despedida en Santo Domingo no te contaré mucho. Muchos amigos y todos los alcaldes jerezanos vivos coincidiendo por primera vez, pero no revueltos. Sólo lo podías lograr tú. Jerezano ilustre con mayúsculas. Orgullo de un sector que se pavonea de su suerte, pero que sobre todo ha sabido seguir la estela de esos hosteleros que fuisteis haciendo camino al andar y a los que os rendimos homenaje en noviembre pasado.

En el día uno después de Faus hemos querido homenajearte Juan Alfonso y yo como mejor sabíamos. Regresando en la máquina del tiempo hasta la esquina privilegiada de la barra del Juanito, donde un hostelero en su mejor momento profesional aleccionaba sobre la vida a un par de veinteañeros.