Llamamiento a la acción y la responsabilidad

Aranda de Duero

Os animé a presentar reclamaciones ante los abusos que sufrimos los consumidores en hoteles, restaurantes, compañías telefónicas o supermercados. Es necesario dar el paso y armarse de valentía, pues quejarse y lamentarse, sin realizar ninguna acción, no sirve, no soluciona nada y resta energías. Retomo hoy este tema y le doy otra dimensión, que va más allá de ser consumidores, pues seguimos anclados en la queja, acomodados, protestamos y nos enfadamos de forma inconsciente, casi por inercia. Pero, lo cierto es que o nos ponemos en movimiento, o aceptamos que hay asuntos en los que no podemos intervenir. Observarnos detenidamente puede ayudarnos a cambiar esos hábitos de ineficaces y constantes quejas que no se materializan en nada concreto. Comencemos a hacernos esta pregunta, ¿qué hago yo para cambiar, mejorar o resolver el problema del que me quejo? Veamos algunas quejas recurrentes.

Nos quejamos de que Castilla y León está olvidada y tiene numerosas carencias, y que las zonas rurales necesitan mayor atención, oportunidades y servicios. La desmemoria colectiva, el hastío hacia los políticos, o será que no leemos los programas electorales, han llevado al poder en las recientes elecciones de este mes a los que ya estaban, con un reforzamiento conservador. Pero ¿qué hago yo para solucionar el problema del que me quejo? Quejarse sin más es desahogarse, pero no cambia la realidad.

Nos quejamos de las desigualdades y violencias que sufrimos las mujeres. ¿Qué hago yo para resolver el problema del que me quejo?¿Colaboro en visibilizar esa realidad? ¿Normalizo las acciones machistas sin cuestionarlas, perpetuándolas? Al hilo de esto, os comparto la desilusión que cargamos las personas que estamos solicitando en el barrio Allendeduero paredes en blanco para realizar un mural el día de la mujer. Nuestra sorpresa es que varios propietarios han dejado claro que si el mural es feminista no ceden la pared de su local.

Nos quejamos desde hace meses de que por parte del Ayuntamiento arandino hay desinterés por la cultura, por el ocio alternativo, por reabrir la necesaria piscina municipal, y por crear y mantener los espacios verdes. Y, de nuevo, regreso a la pregunta recurrente, ¿qué hago yo para resolver aquello que considero que el Ayuntamiento de mi localidad no está protegiendo e incentivando?

Nos lamentamos de la sequía que está asolando a nuestro país, de los campos resecos, del futuro de las cosechas. ¿Qué estoy haciendo yo para atajar ese problema?,¿Soy consciente del derroche del agua, de que mis acciones y decisiones diarias son importantes? Me viene a la mente lo que está ocurriendo en el desierto chileno de Atacama, donde se acumulan de forma clandestina millones de prendas usadas, o sin estrenar. El consumo desmedido y fugaz contamina el planeta. ¿Puedo hacer yo algo, soy responsable?

Podríamos seguir desgranando más quejas (quejas por nuestra salud, por las baldosas deterioradas, por los atascos producidos al cerrar la Avenida de Castilla) pero que cada uno observe en su interior qué le molesta y qué hace al respecto.

Decididamente, yo voy a dejar de escuchar las quejas ajenas, y voy a quejarme menos. O me muevo y actúo, o me callo. Quejarse sin más es como una mecedora: te balanceas suavemente pero no avanzas.