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Historias del más allá, desde el Campillo de Adentro

La Firma de 'El Garrancho'

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Acaban de escuchar a Florentina Moreno Toval, con 84 años y a Prudencio Madrid Noguera, con 87 años. Narrándonos historias del más allá, desde el Campillo de Adentro. En aquellos tiempos en nuestros campos, muchas personas creían en las apariciones de antepasados o difuntos, que venían del otro lado a comunicar algo a sus familiares, a pedir rezos y misas en bien de aquella alma en pena o a dar algún aviso importante de tragedias que predecían que nos iban a suceder. No había internet, ni radio, ni televisores, ni otro tipo de distorsiones o distracciones. Las conversaciones en torno al fuego del hogar o a la luz de un candil, alimentaban la imaginación o quizás facilitaban la conexión con otras realidades, para algunos visibles. Pruden el del “tío Ramonillo” nació mirando al campo, fué el “cabo tripa” * de siete hermanos varones y Floren “la del columpio”, nació mirando al mar, la de en medio de tres hermanos. Su matrimonio representa el fuerte vínculo existente entre estas poblaciones del oeste cartagenero, muy cercanas y unidas desde sus orígenes.

Año 1920.  Ramón y María, padres de Prudencio y de derecha a izquierda sus hermanos Juan, Ramón y Leandro. Este último murió con 18 años, durante la Guerra Civil en la batalla del Ebro y todavía hoy continúa desaparecido.

Año 1920. Ramón y María, padres de Prudencio y de derecha a izquierda sus hermanos Juan, Ramón y Leandro. Este último murió con 18 años, durante la Guerra Civil en la batalla del Ebro y todavía hoy continúa desaparecido. / Garrancho

* Cabo tripa: Expresión cartagenera. Dícese del hijo más joven de una familia.

La infancia de Prudencio y Florentina se desarrolló durante la posguerra. Los padres de ambos tenían tierras, cultivos y animales, lo que significó que hambre no pasaron, como por aquellos tiempos si le sucedió a mucha gente. Los hermanos mayores de Pruden sí estuvieron en el frente. Uno de ellos nunca regresó del Ebro. Les aseguro que su testimonio es más aterrador que las historias sobrenaturales, que han escuchado al inicio.

Finales de 1940. Florentina, tercera por la izquierda, con sus primos y su hermana en la puerta de su casa de La Azohía- La figura que asoma por la puerta es su padre: &quot; El tío columpio&quot;.

Finales de 1940. Florentina, tercera por la izquierda, con sus primos y su hermana en la puerta de su casa de La Azohía- La figura que asoma por la puerta es su padre: " El tío columpio". / Garrancho

Como han podido oír recuerdan con horror las secuelas que dejó aquel conflicto bélico entre hermanos, amigos y familiares y nos aseguran que “ninguna guerra es buena para nadie”.

Pruden y Floren pudieron ir a la escuela durante un par de años. Tenían que cantar diversos himnos al entrar y salir de la escuela con la izada de la bandera. Ellos no entendían nada de política, ni del significado de aquellas canciones, que sin embargo recuerdan palabra a palabra. Se salieron cuando ya sabían las cuatro reglas matemáticas básicas y leer y escribir, porque en las casas hacían falta manos. Prudencio con 11 años tuvo que tomar el relevo al cargo de las ovejas. Fueron años de pastor muy duros. De los 15 años “parriba”: Labrar, sembrar, segar, trillar, coger esparto, segar palma, de todo. Florentina aprendió a coser en El Campillo. La enseñó una chica que daba clases allí. Pero antes tenía que dejarse todas las tareas propias de las mujeres en la casa y amasar el pan que luego repartían a la cuadrilla de segadores en la que estaba su padre. También trillaba, aventaba, entraba paja y grano en la pajera y a los “tinancos”.

Año 1959. Fotografía pintada del enlace matrimonial de Prudencio y Florentina.

Año 1959. Fotografía pintada del enlace matrimonial de Prudencio y Florentina. / Garrancho

Se conocían desde críos. Floren iba a una tienda de el Campillo que tenía horno a por el pan. Eran los tiempos de las cartillas de racionamiento. Las consecuencias para el pueblo de haber vivido una guerra. Se “ennoviaron” ella con 14 años y el con 17, en un baile de inocentes en La Azohía, en el que Prudencio le mandó al tío Juan el Pelocho y al Luciano, a rebuznarle a “Florica”. A ella no le disgustó: “Siempre era una “gala” que te rebuznara alguno”. Se casaron en 1959 y estuvieron varios años con la faena del campo. Después Prudencio se colocó en la refinería de operario y se bajaron a vivir a San Antón. Estuvo de guarda en el desaparecido “poblao” de Escombreras para los trabajadores, hasta que se retiró, abandonando la ciudad y regresando al Campillo, donde disfrutan de una vejez tranquila a pesar de los inconvenientes, como tener que seguir usando agua de los pozos y aljibes, por la ausencia de agua corriente. Hoy por hoy por increíble que parezca, los Campilleros, ciudadanos cartageneros, recurren todavía a camiones cuba para poder abastecerse. Tras 63 años de matrimonio, no se arrepienten de nada. Insiste mucho Florentina en asegurar que han sido muy felices siempre, a pesar de la dureza de sus vidas y que ahora lo son disfrutando de sus hijos Antonio y Ramón y de sus dos nietos.

Década de los años 70. Matanza tradicional del cerdo.  Floren removiendo la sangre en un lebrillo para que no se cuaje.

Década de los años 70. Matanza tradicional del cerdo. Floren removiendo la sangre en un lebrillo para que no se cuaje. / Garrancho

En la actualidad El Campillo de Adentro forma parte del espacio natural de la Sierra de la Muela, Cabo Tiñoso y Roldán, por lo que está situado en una zona privilegiada con un gran biodiversidad y atractivo, que muestra paisajes maravillosos con multitud de senderos, calas vírgenes, fortificaciones y una magnifica oferta privada de restauración y alojamientos rurales de la empresa Ecoturismo Cabo Tiñoso. Como en casi todo el oeste cartagenero, se sigue esperando la decisiva iniciativa de las administraciones locales y regionales para poner en valor y preservar este patrimonio, aunque esto son historias del más acá, más difíciles de creer, que las del más allá.

Década de los años 80.  Prudencio y su compañero Fulgencio. Guardas en el desparecido poblado de la refinería de Escombreras.

Década de los años 80. Prudencio y su compañero Fulgencio. Guardas en el desparecido poblado de la refinería de Escombreras. / Garrancho

Para ir concluyendo, les dejo con un cuento que Prudencio nos narra de viva voz.

Esta fábula en el recuerdo de nuestros mayores, cobra un especial significado en estos tiempos convulsos. Podría interpretarse como la enseñanza de que la falta de escrúpulos y la ambición personal de algunos gobernantes y poderosos destruye la paz y provoca el sufrimiento del pueblo. Lobos que se disfrazan de pastores y a los que ojalá sus ovejas desenmascaren y se unan como rebaño para derrotarlos.

Año 2022. Florentina y Prudencio en su residencia del Campillo de Adentro, donde disfrutan felices de 63 años de matrimonio.

Año 2022. Florentina y Prudencio en su residencia del Campillo de Adentro, donde disfrutan felices de 63 años de matrimonio. / Garrancho

Que tengan buen fin de semana radioescuchas de la SER de Cartagena

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