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Desapariciones sin respuesta, el caso de Juan Pedro Martínez

Patricia Peiró nos cuenta la historia de una desaparición que sigue sin respuesta después de más de 30 años

Desapariciones sin respuesta, el caso de Juan Pedro Martínez

Desapariciones sin respuesta, el caso de Juan Pedro Martínez

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Madrid

De entre todas las investigaciones policiales, probablemente la de los desaparecidos son las que peor sabor de boca dejen en los investigadores. Seguramente porque son interrogantes que nunca obtienen una respuesta. Una frustración para los agentes y una herida que parece que nunca se cierra para las familias.

Cada año se registran en España alrededor de 25.000 denuncias por desapariciones y, aunque la mayoría se resuelven en las primeras horas o días, hay algunas que permanecen en el tiempo.

En La Ventana hablamos con Patricia Peiró de una de estas desapariciones que nunca se llegó a resolver. Una verdadera espina clavada en los investigadores que trabajaron en ella y un duelo infinito para sus allegados.

La desaparición de Juan Pedro Martínez, un niño de 9 años que viajaba con sus padres en un camión cargado de ácido sulfúrico. El camión se estrelló cuando descendía el puerto de Somosierra. Cuando los servicios de emergencia llegaron al lugar del accidente encontraron los cadáveres de los padres, pero el rastro del niño se perdió por completo.

Los hechos

El 25 de junio de 1986 la Guardia Civil recibió el aviso de un grave accidente de tráfico en el puerto de Somosierra. Un camionero se había salido de la carretera junto a su mujer y ambos habían fallecido. La carga del vehículo era ácido sulfúrico, 23.000 litros concretamente.

Cuando llamaron a la madre de la mujer ésta les preguntó: “¿Y el zagal?”. Pero entre los restos no había ningún niño. Comienza aquí una de las desapariciones más inquietantes, a la que se sigue sin dar respuesta más de tres décadas después a pesar de que se han iniciado varias líneas de investigación.

Las hipótesis

Lo primero fue peinar la zona para tratar de encontrar posibles restos. Por ejemplo llegaron a pensar que el hombre había tirado al niño por la puerta cuando vio que perdía el control del vehículo, pero no apareció nada. La segunda idea con la que trabajaron fue que el ácido habría podido disolver el cuerpo del menor completamente, pero tras las comprobaciones científicas se concluyó que era imposible que el ácido hubiera disuelto un cuerpo humano en tan poco tiempo y además hubiese dejado los cadáveres de los padres intactos. Así que se empezó a pensar e indagar en otros posibles escenarios.

Líneas de investigación

La hipótesis sobre una supuesta persecución cobró fuerza tras analizar el tacógrafo del camión. Este aparato confirmó que el conductor, padre del pequeño, había hecho doce paradas mientras subía el puerto de Somosierra. Pero paradas muy cortas, de apenas segundos.

Esto tampoco es en principio sorprendente porque todos hemos visto que los camiones que transportan mercancías delicadas en ciertos puntos de la carretera prácticamente llegan a pararse en algunos puntos. Lo que sorprendió fue que en la cima, el vehículo llegó a alcanzar una velocidad de 140 kilómetros por hora. Hasta el punto que acabó estrellándose. Aunque los indicios apuntaban a que este súbito aumento de velocidad se debió a que falló el sistema de frenos.

Sin embargo, sirvió también para alimentar la teoría de una supuesta persecución. Más aún cuando surgieron testimonios que apuntaban a que el padre estaba involucrado en asuntos de drogas y el secuestro del niño podría responder a un chantaje o una venganza.

La familia insistió en que se analizaran restos del camión que en un primer momento dieron positivo en heroína, pero que en un análisis posterior este resultado fue negativo. Era una teoría que se tambaleaba en muchos aspectos porque el recorrido que hacía este camionero no era de mucha utilidad para las redes de tráfico de drogas.

Últimas averiguaciones

La última pista que exploraron los investigadores fue la aportada por algunos testigos que afirmaron que poco después del accidente habían visto cómo se paraba cerca una furgoneta blanca y se llevaba un bulto de la zona en donde había caído el camión. Se analizaron miles de furgonetas Nissan en aquel momento, pero esta línea de investigación también fue infructuosa.

Muchos años después, en 2015, se abrió una pequeña ventana a la esperanza cuando el ADN de la abuela del niño se comparó con unos restos hallados en Guadalajara gracias al programa Fénix.

 
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