Todo a su deshora
"Nos acostumbramos a la vida trastocada, en la que nada pasa ni demasiado tarde ni demasiado pronto, simplemente ocurre cuando sea. Hace unos meses regalamos un reloj a una amiga, y nos preguntó casi en serio para qué servía"
Todo a su deshora
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Galicia
Si alguna vez las cosas tuvieron un momento, o una hora, ya no. Se acabaron los horarios. Digamos que los horarios murieron, y que se están investigando las causas. A estas alturas, pues, no hay que esperar gran cosa del calendario, y menos aún del reloj. A quién puede chocarle que haya cuarenta grados de más en la Antártida, por ejemplo. O que por aquí haya estado nevando. O que la mejor hora para planchar o poner la lavadora sean la dos de la madrugada. Cada cosa ya a su deshora. Nos acostumbramos a la vida trastocada, en la que nada pasa ni demasiado tarde ni demasiado pronto, simplemente ocurre cuando sea. Hace unos meses regalamos un reloj a una amiga, y nos preguntó casi en serio para qué servía. «Para extender el brazo y que se suba la manga, y a continuación para recogerlo y ver si toca desayunar, comer o cenar», intenté explicarle. Aunque lo cierto es que le regalamos un reloj porque seguramente sigue teniendo sentido hacer cosas que ya no sabemos si lo tienen, y porque quizás algún día vuelvan a suceder a su preciso momento, si al fin somos capaces de distinguir lo que es importante de lo que no, el mayor reto de la humanidad.