San Isidoro, el hermano pequeño de nuestros Cuatro Santos, entre las historias desconocidas de Cartagena

Cartagena

Muy buenas amigos. Como cada semana les invito a pasear y conocer nuestra Cartagena a través de sus pequeñas o no tan pequeñas historias, sus efemérides. Hoy veremos que pasaba en Cartagena en esos días de la semana del 4 al 10 de abril. Vamos a ello.

Empezamos bien, otra vez enfrentándose con la Inquisición. El 8 de abril de 1642, anuncia el Inquisidor Mayor del Reino su viaje a Cartagena mediante un emisario que pide al alcalde que le prepare hospedaje decente, cómodo y amueblado. El alcalde se negó alegando que no entraba entre sus funciones preparar alojamiento al Inquisidor. Días después volvió el emisario anunciando que si no se atendían sus peticiones el alcalde sería multado con 500 ducados y la excomunión y 10.000 maravedíes a cada regidor si no se facilitaba el hospedaje. Ante argumento tan claro, el Ayuntamiento preparó alojamiento, muebles y utensilios. Faltaría más.

Bueno, y de ésta que les voy a contar. El 5 de abril de 1772, el Papa Gregorio XIII decreta que el obispo debe residir en la capital de su obispado igual que el párroco en su parroquia. Ésta es una de las premisas en que se apoyan las repetidas instancias de la ciudad de Cartagena para que el obispo resida en su sede. Bueno amigos, parece ser que aquel obispo no se enteró del decreto de Su Santidad.

El 4 de abril de 1810, por sospechar de sus intenciones y de su propuesta, se niega a José Morante, sargento de Murcia, la pretensión de formar una guerrilla con presidiarios del penal. Vamos, ni Curro Jiménez había pensado una cosa así.

El 7 de abril de 1827, cuando por la calle Medieras pasaba un músico de Marina, le cayó desde un balcón cierta cantidad de agua en el morrión, ya saben, el gorro con plumero de los músicos militares. El músico armó un gran escándalo diciendo que le costaba cuatro pesos el morrión y que tenían que pagárselo. Tuvo que acudir el alcalde del barrio que denunció al dueño de la casa. El morrión tuvo que quedar hecho un asco.

El 6 de abril de 1876, los vecinos de la calle de "los Gitanos" piden que se cambie el nombre de dicha vía por considerar que les perjudica, proponiendo el nombre de "la Paz", el Consistorio no les hace caso y cuatro años después se cambia dicho nombre por el de "Martín Delgado". Pero como saben ustedes, esa calle se siguió llamando “de los Gitanos”, eso sí, también a veces se le llama de Martín Delgado.

Y, por último. Estamos en el 8 de abril de 1944 y, muy pocos toreros han logrado entrar por la puerta grande en el ámbito de la gloria y mantenerse en ella a través de los años. Y uno de estos hombres excepcionales fue Manuel Rodríguez "Manolete". Manolete toreó ese día de 8 de abril en Cartagena con Juan Belmonte y Juan María Pérez Tabernero. Manolete cobró la cantidad de 60.000 pts. Esto, para los aficionados a los toros.

En las Historias desconocidas de la Historia conocida de esta semana, aprovechando que en esta semana se celebran los 1386 años del fallecimiento de nuestro San Isidoro, aunque sea más conocido en Sevilla y esté enterrado en la catedral de León, vamos a recodar algunas anécdotas del hermano pequeño de nuestros Cuatro Santos.

San Isidoro fue un Obispo, teólogo y erudito de la España visigoda, elevado a la santidad por la Iglesia Católica y proclamado más tarde, Doctor Universal de la Iglesia. Nació en Cartagena hacia el año 556, falleciendo el 4 de abril del año 636.

"Isidoro" significa: "Regalo de la divinidad" (Isis: divinidad. Doro: regalo)

Su hermano Leandro que era mucho mayor que él, se encargó de su educación. Parece ser que Leandro era muy severo, y cuenta una leyenda, que siendo Isidoro muy niño huyó de su casa para escapar de la severidad de su hermano y, estando vagando, un día se acercó a un pozo para sacar agua y notó que las cuerdas habían hecho una hendidura en la dura piedra del brocal. Entonces comprendió que la voluntad del hombre puede vencer las duras dificultades de la vida. Y, entonces regresó a sus libros.

Isidoro llegó a ser uno de los hombres más sabios de su época, aunque al mismo tiempo era un hombre de profunda humildad y caridad. Se lo llamó el Maestro de la Edad Media o de la Europa Medieval.

Se formó con lecturas de San Agustín y San Gregorio Magno, aprendiendo latín, griego y hebreo. Al morir su hermano Leandro, arzobispo de Sevilla, lo sucedió en el gobierno de la diócesis. Vivió en una época de transición entre la decadencia de la Edad Antigua, y el nacimiento de la Edad Media.

En ese contexto, se propuso recomponer las debilitadas estructuras culturales de España, y desplegó todos sus recursos pedagógicos para conseguirlo. Propició el desarrollo de las artes liberales, del derecho y de las ciencias, estableciendo en el Concilio de Toledo las bases de una política educativa obligatoria para todos los obispos y obispados del reino.

Isidoro fue un escritor muy prolífico y un infatigable compilador y recopilador. Compuso numerosos trabajos históricos, tratados de astronomía y geografía, biografías de personas ilustres y un diccionario de sinónimos, entre otras obras.

Su obra más conocida es Etimología, monumental enciclopedia que refleja la evolución del conocimiento desde la antigüedad pagana hasta el siglo VII. Este texto, tuvo enorme influencia en las instituciones educativas del Medioevo.

San Isidoro fue como un puente entre la Edad Antigua que terminaba y la Edad Media que comenzaba. Su influencia fue muy grande en Europa.

Hay que destacar que, por la labor desarrollada por estos dos hermanos cartageneros, aparecen en el escudo de la ciudad de Sevilla y, como no, del Sevilla C.F. junto a San Fernando III el Santo, rey conquistador de aquella ciudad.

Amigos, espero que les haya gustado y, nos vemos la semana que viene. Y como ya estamos prácticamente en Semana Santa, les pido que lleven cuidado porque, como saben, el bicho no se ha ido, el bicho sigue ahí.