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El mejor crítico de cine de España que fusiló el franquismo

Juan Piqueras fue uno de los precursores de la renovación de la crítica de cine durante la Segunda República que acabó fusilado por el franquismo y olvidado por la democracia

Foto de Juan Piqueras / cedida

Una de las cosas más difíciles en España es ir recuperando los nombres de aquellas figuras clave en la cultura de nuestro país que lucharon contra el fascismo y por la libertad y la democracia desde distintos ámbitos. Por eso sorprende la aparición de Los años imposibles, un ensayo de Enrique Fibla Gutiérrez, que recupera la memoria de Juan Piqueras, creador de la revista Nuestro cinema y uno de los críticos de cine más importantes de España.

Totalmente autodidacta, nació en Requena, Valencia, y desde allí acabó en el París de las vanguardias. Conoció al círculo de artistas español, con Buñuel y Dalí a la cabeza, que estuvo en la capital gala y sirvió de nexo entre las tendencias europeas y el cine español. Crítico con la forma anquilosada de rodar y producir en España, Piqueras quiso ser un revulsivo para el séptimo arte, pero la guerra y el fascismo acabaron con él. Lo fusilaron en un viaje médico a España. Su mujer lo buscó desesperadamente, como tantas mujeres de presos y represaliados. El escritor e investigador Enrique Fibla encontró a uno de sus nietos por azar y de ahí este libro que resalta su figura, esa que intentó ocultar el gobierno valenciano quitándole el nombre a una sala de la Filmoteca.

¿Cómo describirías la figura de Piqueras?

Lo que es interesante de la figura de Piqueras es que tenía una antena en París que captaba las corrientes que sacudían la cultura cinematográfica europea y mundial. Desde allí, con 28 años, se dedica a irradiar esto de vuelta a España. Me interesa el camino de ida y vuelta de Madrid y París, con paradas en Valencia, Asturias… Rompe un poco la narrativa que solemos tener de que tras los Pirineos no ocurría nada en términos culturales. Él tenía clarísimo que el camino era de ida y de vuelta.

¿Cuándo escuchas hablar por primera vez de Juan Piqueras?

Son muchas veces las pistas más pequeñas las que parecen más insignificantes. Estaba dando los últimos toques a mi tesis doctoral, a él lo trataba desde un punto de vista más académico, y de repente volví a un blog que había consultado en 2015 de un historiador que tiene una tesis maravillosa sobre cine en la República. Me encontré con un post sobre Piqueras muy completo y en la sección de comentarios, esa en la que nunca nos fijamos, leo que es un comentario de la familia venezolana de Piqueras. Es esa sensación de que puedes entrar en contacto con la memoria viva 80 años después de que hayan fusilado a esa persona que buscas. El biznieto, de 14 años, es el que te está diciendo “¡Hola! ¿Qué queréis saber del abuelo?” Sin la familia no hubiera sido posible nada.

Es también la historia de una mujer, Katty, con la que se casó en París, que lo buscó durante años... es también una história de muchas mujeres desgraciadamente y muchas familias?

Lo que me llamó la atención es que era una historia universal. Yo tenía las memorias de Kety sin leer. Cuando las empiezo a leer me doy cuenta, con cierta vergüenza, de que lo que yo había interpretado como un final, que es el fusilamiento de Juan Piqueras en el 36, no es más que el comienzo de una odisea para una mujer, que es la odisea de miles de familias en la guerra. Es un viaje no contado. Me gustaba incluir su voz y sus palabras porque cuenta desde el otro lado, desde la persona que sobrevive y cómo la muerte de una persona, en circunstancias dramáticas, genera una onda expansiva que afecta a muchas personas a lo largo de los años. Y hay que poner el foco en esas mujeres que se quedaron en España recibiendo cartas.

Es también toda una declaración de intenciones explicar la guerra, nuestra historia desde lo íntimo, ¿no?

Puedes explicar la Segunda República, la Guerra Civil, la Represión desde el discurso histórico, algo que es innegable. Pero eso tiende a la abstracción. A través de la biografía completa de esta gente menos conocida es como se trasmite mejor la dimensión de la tragedia que fue el golpe de estado y la guerra.

Hay memorias son capaces de estorbar en el presente, lo digo por el caso de la Filmoteca en Valencia que tú relatas...

De los aspectos que me convencieron de la necesidad de escribir el libro es el escuchar ese lugar común de que sobre la Guerra Civil y la República ya se ha escrito mucho. Isaac Rosa ironiza sobre esto. Estas memorias siguen estorbando. Me llamó la atención este doble olvido impuesto sobre la figura de Piqueras. En los 80, cuando se crea la Filmoteca de Valencia, su primer director le quiere rendir homenaje y resaltar su importancia para la cultura española y valenciana. Le pone su nombre a una sala y en su despacho un cuadro que pintó Josep Renau de Piqueras.

¿Y qué pasó después?

Años después, la sala cierra para reformas y cuando se vuelve a abrir ya no se llama Juan Piqueras, sino Luis García Berlanga, sin avisar. No hay nada en contra de Berlanga, mucho menos, peor ¿por qué se cambia el nombre? Esto ocurre unos meses después de la aprobación de la Ley de Memoria Histórica del gobierno de Zapatero que provocó una gran polémica. Evidentemente en la Comunitat Valenciana y en la ciudad gobierna el PP. El personal de la Filmoteca no estaba de acuerdo y la familia, por supuesto, se enfadó mucho. Retiraron el cuadro de allí, que ahora está en el Ayuntamiento de Requena, ciudad natal. Cuando dicen que estamos obsesionados con la Memoria histórica lo que ocurre es que son ellos los que están obsesionados con quitar la figura de un crítico de la República. Por eso, también me parece muy bonito y valiente de la institución que ahora editen este mismo libro y con ello permitir que esta memoria vuelva por segunda vez a la institución.

Creó la revista Nuestro Cinema, en la que escribieron los grandes cineastas de la época, como Eisenstein, Pudovkin, Bela Balázs, Joris Ivens o Rene Clair. Piqueras publicó además en numerosos periódicos y revistas de la época, e incluso llegó a prologar una edición popular de 'La vida es sueño', de Calderón de la Barca. Y todo esto siendo un autodidacta de Requena, Valencia

Es ese camino o esos múltiples caminos que se cortaron de cuajo con el golpe de estado y que nos hubieran dado un país muy diferente. Esas energías que ya venían desde la proclamación de la Segunda República, son increíbles. Juan Piqueras es una de estas muchas figuras y a mí me llama la atención lo rápido que vivió. Con siete años está recogiendo azafrán con sus padres y casi sin ir al colegio. Gracias a una de esas escuelas nocturnas de inspiración krausista consigue educarse. Con dieciséis años ya está en Valencia autoeditando revistas y haciendo bibliotecas ambulantes. Con veinte ya en Madrid perteneciendo a la bohemia cultural, sin ningún tipo de círculo ni venir de ningún tipo de familia con conexiones culturales. Y después París. Por eso me parece tan importante seguir reivindicando la Segunda República para inspirarnos en la sociedad que queremos.

Hay una característica de él como crítico que señalas y es que se desesperaba ante la incapacidad de la industria cinematográfica de producir películas de interes social y estético

Me veía reflejado en los mismos discurso que yo veía en la crítica de cine de 2010 o 2011 cuando yo hacia mis pinitos como críticos. Era el mismo discurso sobre el cine español. En su caso tenía bastante razón. En aquella época había pocos medios y para muchos productores era una manera de hacer dinero rápido. Había muchos sainetes y españoladas que tenían poco de innovación estética o contenido social. Ese es el proyecto de Piqueras que está inacabado, que era transformar la cultura cinematográfica empezando por la educación. Y luego una gran apertura a incorporar la vanguardia cinematográfica mundial trayendo películas. Tiene esas tres patas: la crítica, la pedagogía y el intercambio cinematográfico internacional.

Pepa Blanes

Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada...