Los empresarios chinos piden al Ayuntamiento de València que siga adelante con la construcción de dos arcos chinos en Pelayo

València

La asociación de Comerciantes Chinos de València mantiene la propuesta de colocar arcos chinos en la calle Pelayo, en el barrio de La Roqueta, para identificar la zona como símbolo de la multiculturalidad. Si finalmente se consigue sería una de las primeras grandes ciudades occidentales en tener unos arcos chinos en el centro y, según el Instituto Confucio de València, supondría un atractivo turístico de primera clase. Sin embargo, los vecinos son reticentes.

La propuesta fue una de las que salió elegida en el proceso participativo de Decidim València de 2020, con una inversión prevista de 14.000 euros, pero el Ayuntamiento quiere rehacer el proyecto tras las quejas de los vecinos, que temen que el barrio se convierta en un "Chinatown" y pierda su esencia, y de la Fundació de la Pilota Valenciana, que quieren hacer un paseo de la Pilota.

"Todas las propuestas son compatibles"

La portavoz de los comerciantes chinos, Kandy Wang, afirma en la SER que todas las propuestas son compatibles y rechaza que su intención sea eliminar la esencia del barrio. Insiste en que los arcos que quieren instalar son un símbolo de multiculturalidad.

En el barrio de La Roqueta hay alrededor de cien comercios chinos: la mayoría son restaurantes, aunque también hay supermercados o peluquerías. El director del Instituto Confucio de València, Vicent Andreu, apuesta por construir esos arcos porque, según explica, sería positivo para todos: atraería a muchos visitantes y el barrio se convertiría en una muestra de la integración entre distintas culturas.

El Instituto Confucio defiende la idea

El Instituto Confucio es el centro que se dedica a la enseñanza y difusión de la lengua, la cultura y la sociedad chinas y su director, Vicent Andreu, destaca la importancia de la comunidad china en el barrio de La Roqueta. Afirma que antes de que se instalaran estos comercios era un entorno degradado y ahora hay mucha actividad económica.

Andreu entiende que los vecinos sean reticentes a estos arcos chinos, por si el barrio se masifica de turistas, pero cree que se puede conseguir un sistema para controlar los accesos y evitar así aglomeraciones.