Luis Andrés Samperio, la respuesta criminal de ETA al Pacto de Ajuria Enea

Bilbao

El 24 de abril de 1997 dos terroristas de ETA asesinaron al inspector de la Policía Nacional Luis Andrés Samperio Sañudo. Era la hora de comer y Luis Andrés se disponía a entrar en el portal de su casa, en el barrio bilbaíno de Deusto. Dos terroristas le dispararon un tiro en la nuca, que le provocó la muerte.

En ese momento, su mujer y sus dos hijas se encontraban comiendo. María Ángeles Carmona cuenta a Iñaki Arteta en el documental 'Trece entre mil' que "estábamos comiendo el postre. Y de repente sonó ¡bum!. Aquello resonó en la escalera como...Se paró el corazón. Eché a correr a una ventana, me asomé y vi tirado en el suelo a mi marido. La calle, absolutamente vacía. No había nadie. Todo vacío."

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A esa hora, en Los Corrales de Buelna, a doce kilómetros de Torrelavega, Joaquín Samperio comía en casa de su madre. Allí recibieron la llamada de su cuñada contándoles que Luis Andrés había sufrido un atentado. "Llamé a mi padre al trabajo. Salimos de casa, recogimos a mi padre y nos fuimos a Bilbao. De camino nos enteramos de que había muerto", relata al programa 'La ventana de la memoria' de la Cadena SER.

"Fue una sensación de muchos sentimientos: de culpabilidad por lo que había ocurrido, de pensar que podría haberse evitado y, sobre todo, de que todo era mentira y estaba soñando en ese momento", recuerda Joaquín, que recuerda así los días, meses y años siguientes al atentado: "los primeros días son momentos de incredulidad, te apoya muchísima gente, nos sentimos muy, muy arropados y eso nos ayudó a pasar aquellos momentos". Recuerda que, al mes del asesinato, la familia celebró la Primera Comunión de la hija pequeña de Luis Andrés y María Ángeles. "Fuimos valientes y la celebramos". Con el paso de los años, describe, "poco a poco te vas haciendo a la idea, te acostumbras a ese dolor, que revive cada vez que hay un atentado". Durante muchos años ese dolor le impedía mencionar siquiera las siglas de ETA.

El asesinato de Samperio se produjo menos de veinticuatro horas después de que los partidos que del Pacto de Ajuria Enea ratificasen su compromiso de buscar un final dialogado a la violencia y pidieran un gesto a la banda. En aquel momento, Joaquín fue ajeno a ese contexto político. "Todo eso no te importa en ese momento. Al cabo de los tiempos, le prestas más atención, pero tampoco te fijas mucho. Piensas en que tú ya pasaste tu dolor, aportaste a una victima a todo esta sinrazón, que nunca he entendido". En la actualidad, cree que "la clase política tiene mucha culpa de lo que pasó, los unos y los otros" y denuncia que sigan utilizando a las víctimas del terrorismo. "Que no se nos utilice para hacer política", reclama.

El etarra Óscar Barreras fue detenido poco después como uno de los autores del asesinato. Al conocerlo, sus padres escribieron una carta pública suplicando el perdón de la familia Samperio, que remitieron al diario El Correo. "Nunca hemos tenido contacto con ellos", cuenta Joaquín, pero "hoy en día les tengo que reconocer la valentía de escribir esa carta y pedirnos perdón, aun cuando ellos no tenían la culpa de nada".

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Luis Andrés Samperio era, en palabras de su hermano, "un profesional, un hombre consagrado a su trabajo, que le gustaba muchísimo". De hecho, fue felicitado en trece ocasiones por la Dirección general de la Policía por su labor, por la que también recibió la Cruz al mérito policial. "La única vez que le he visto de uniforme", cuenta su hermano, que recuerda que "tenía muchos planes de futuro, porque muere muy joven, con 37 años". Según Samperio, "era una persona muy querida en Bilbao, donde colaboraba con Proyecto Hombre y muchas ONGs". Tras catorce años en Bilbao, en verano iba a ser trasladado a la comisaría de Torrelavega.

El Síndrome del Norte, enfermedad profesional

Por el destino y por su profesión, la familia, reconoce Joaquín, temía por su futuro, aunque "era algo de lo que no se hablaba en casa". 150 policías nacionales, como su hermano, fueron asesinados por ETA, que les convirtió en objetivo preferente de sus atentados. Quienes, como Samperio, sirvieron en el País vasco con la banda activa sufren todavía numerosas secuelas físicas en el caso de los heridos y, en general, psíquicas: depresión, alcoholismo, suicidios, separaciones matrimoniales...Es lo que se conoce como Síndrome del Norte, que Francisco Zaragoza, presidente de la Asociación de Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado Víctimas del Terrorismo (ACFSEVT), conoce muy bien y quiere que el Gobierno de España reconozca como enfermedad profesional.

Con ese objetivo, ha contado en 'La ventana de la memoria', está trabajando junto al Centro Memorial de víctimas del Terrorismo de Vitoria. Ha habido varios intentos, explica, "pero, al ver la magnitud de los datos, decidieron abandonar el programa. Solo en heridos hablamos de más de 7.000 personas". Zaragoza, superviviente a tres atentados con bomba de ETA, sufre todavía varios de esos síntomas relacionados con el Síndrome: "tienes siempre la precaución de revisar el coche antes de cogerlo, no hacer el mismo recorrido...Hay quien retira su nombre de los buzones. En Euskadi no se puede decir todavía a las claras que eres policía, guardia civil o ertzaina. Todavía no".

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