«Lo hago porque me lo puedo permitir y tengo la intuición de que puedo mejorar Twitter», con esta declaración de intenciones, Elon Musk explica su compra de la red social por 44.000 millones de dólares (41.000 millones de euros) que pagará en efectivo. Una oferta que ha presentado a Twitter como «o lo tomas o lo dejas», desde una posición de superioridad ya que sabe que la compañía pierde dinero y se encuentra en una posición delicada. Tal es el grado de preponderancia que Musk, el hombre más rico del mundo, se ha permitido hasta hacer una broma y pagar por encima del precio que se preveía en un principio: se hablaba de 50 dólares por acción pero acabará pagando 54,20 dólares. Esos 4,20 dólares adicionales —que suponen unos cuantos millones de dólares— es el precio de la marihuana. Un gesto que el mercado ha interpretado como si el magnate quisiera demostrar que está pagando como si estuviera pagando unas drogas. Los mercados han respondido con satisfacción a esta compra con la esperanza de que Musk le dé la vuelta a una compañía y la haga rentable. Twitter ha ganado 5,6% en la Bolsa y el IBEX 35, ha arrancado este martes con un rebote del 1,49% tras las caídas de la víspera. La compra ha tenido una buena acogida en las Bolsas pero no tanto en la opinión pública, que critica que una sola persona administre la libertad de expresión de 395 millones de personas. La senadora estadounidense Elisabeth Warren piensa que este acuerdo «es peligroso para nuestra democracia» porque «los multimillonarios como Elon Musk se rigen por un conjunto de reglas diferentes a los demás, acumulando poder para su propio beneficio». Plantea además que se cree «un impuesto a la riqueza y reglas estrictas para responsabilizar a las grandes tecnológicas». El exsecretario de Trabajo de Estados Unidos Robert Reich también ha alertado de que, todos aquellos que ahora piden libertad, en realidad lo que buscan es estar libres de sus responsabilidades pero Elon Musk sigue defendiendo que «la libertad de expresión es la base de nuestra democracia y que un espacio como Twitter es una plaza digital donde se debaten los hechos vitales para el futuro». Lo cierto es que cuando el multimillonario habla de la compra de Twitter suele hacer referencia a la libertad de expresión pero todo hace indicar que se trata más de un negocio, como muchos otros que controla el empresario. Ya ha anunciado que entre sus objetivos están descansar menos en la publicidad (que ahora supone el 90% de la red social) y más en las suscripciones. Además, quiere que haya menos bots y spam: «Si nuestra oferta de Twitter tiene éxito, venceremos a los robots de spam o moriremos en el intento», apuntaba Musk.