Lucena reivindica su pasado judío con la fiesta de la Hanuká
La antigua Eliossana llegó a ser una importante ciudad comercial fundada y habitada por los judíos sefardíes
Córdoba
Lucena puede presumir de ser la única de ciudad de la Península Ibérica que fue fundada por los judíos. Su origen no tiene una fecha concreta, "pero cuentan las crónicas que los primeros judíos llegaron a esta zona tras la gran deportación que siguió a la segunda destrucción del templo de Salomón, allá por el año 750 antes de Cristo", según nos ha contado el presidente de la Asociación Bet Alfasi, de Lucena.
Enamorado de la cultura judía desde que hiciera el servicio militar en Melilla, Francisco Carrasco presume de vivir en una ciudad que durante siglos estuvo habitada exclusivamente por judíos, "aunque fuera de los muros que la protegían también vivían los que ellos denominan gentiles: cristianos y musulmanes", ha añadido.
Eliossana, que así se llamaba Lucena en aquella época, "mantenía excelentes relaciones comerciales con los reinos de Jaén y Granada y llegó a ser una ciudad de referencia para todo aquel que quería estudiar hebreo". La importancia de Eliossana fue tal que, como nos ha recordado Carrasco "cuenta la leyenda que el propio Noe fue enterrado aquí y que sus nietos son los pobladores de Lucena".
Uno de los principales vestigios del esplendor que vivió la ciudad en el siglo XI lo encontramos en el cementerio que apareció durante las obras de construcción de la Ronda Sur, en el año 2006, y que, según Carrasco "está considerado el cementerio judío más importante de Europa".
Lucena reivindica su pasado judío con la fiesta de la Hanuká
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Por quinto año consecutivo, Lucena recuerda su pasado judío con la celebración de la fiesta de la Hanuká, que en esta ocasión está organizada por el Ayuntamiento de la localidad, con la que se conmemora la victoria del pueblo judío sobre los griegos y el milagro del aceite, que permitió encender el candelabro del Templo durante los ocho días de batalla. Según marca la tradición, para conmemorar el milagro, los judíos encienden una vela cada día durante los ocho días hasta completar todos los brazos de la Januquía.