Zarb, la fiesta beduina con el cordero en el centro
A boca llena, testigo de un típico almuerzo en el desierto jordano de Wani Rum
Wadi Rum (Jordania)
Invitado por Halcón Peregrinaciones, me encuentro toda esta semana entre Israel y Jordania en el primer viaje del año a Tierra Santa que organiza esta prestigiosa agencia.
Aunque la peregrinación tiene un marcado carácter histórico y sobre todo religioso, no puedo ni quiero dejar de referirme al sorprendente destino gastronómico que se ha abierto ante mí.
Empezando por la excelente cocina autóctona y el notable servicio que nos han regalado en los dos hoteles en los que nos hemos hospedado entre el domingo y el miércoles: el Golden Crown de Nazaret, donde hemos seguido la huella de Jesús y María, y el Petra Moon, en Jordania, donde hemos podido disfrutar de una de las siete maravillas de la Humanidad, la Ciudad Rosa cavada en la misma montaña, y del desierto de Wadi Rum, el más importante del país cuyo dos tercios del territorio es desértico. Precisamente en Wadi Rum hemos disfrutado este miércoles de una singular experiencia gastronómica que quería compartir con los oyentes y lectores de Abocallena. Se trata del Zarb, una típica fiesta beduina en la que se come, se bebe, se canta y se baila.
La comida tiene como protagonista al cordero, que se cocina bajo tierra durante cuatro horas. También llamado cordero ouzi, es una receta que se ha cocinado y transmitido durante cientos de años. Bajo el tórrido sol, era una necesidad que los beduinos viajaran ligeros. La mejor forma de hacerlo era creando un horno en la propia arena del desierto. Es un plato para ocasiones especiales, familiar y de celebración. Tradicionalmente, se come con las manos, aunque en esta ocasión utilizamos cubiertos.
Nos lo ha explicado con detalle Amin Shariff, un jordano que estudió en Madrid la carrera de Bellas Artes antes de dedicarse a la enseñanza, profesión que cambió por la de guía turístico hace unos años.
La carne se marina con varias especias y se coloca posteriormente en una bandeja con vegetales cortados. Posteriormente, dicha bandeja se deposita en un horno subterráneo que se ha precalentado una hora antes. Luego, la abertura del horno se cubre con láminas de papel de aluminio y una alfombra antes de enterrarse en la arena y dejarse durante cuatro horas. Después, se extrae de la arena el recipiente y se sirve la carne acompañada de patatas asadas, varios tipos de ensaladas, cuscús, hummus, salsas y arroz. El resultado es una carne de cordero sabrosa, tierna y jugosa, de las mejores que he comido nunca.
Los postres tampoco la desmerecían, con una selección de dulces de la excelente repostería jordana.
Luego, un té moruno espectacular y los bailes y danzas típicas de los beduinos han puesto el broche a una experiencia única y muy recomendable. Felicitar a Halcón Peregrinaciones por la profesionalidad, el celo y la eficacia con la que preparan estos viajes.
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