Aquella vendimia que se fue

Jerez de la Frontera

Mañana miércoles regreso a Madrid después de un fin de semana largo de despedida del verano. Todavía hoy tengo la oportunidad de disfrutar de Jerez, y en este septiembre de vendimia e inicio de una nueva vida para el vino de nuestra tierra, no puedo resistirme a mirar atrás. Sí, lo admito, con cierta melancolía. Hubo un tiempo, que algunos recordamos, en el que la vendimia era uno de los momentos más singulares del año. La ciudad se fundía con una tradición ancestral que ha sido siempre la seña de identidad de Jerez, de su vida, de su proyección internacional. Aquello terminó porque no se adaptaba a una sociedad cambiante que exigía otra manera de celebrar. Pero de laminar a actualizar hay un amplio abanico de posibilidades para que no todo se perdiera. De aquel acto del nacimiento del vino a las puertas de la Catedral, abarrotada de gente; de aquella feria de septiembre que todos esperábamos con tanta ilusión; de aquella ciudad entregada y entusiasta, ya no queda prácticamente nada. No sé si hay una ciudad en España con tanta identidad como Jerez que haya mutilado, por una mala decisión política, tanta historia, sin posibilidad de reinventarse para adaptarla a los tiempos, sin perder su esencia. No todo está perdido, si se quiere, se puede, pero en estos tiempos de polarización política, ahora mismo, lo veo imposible