50 años para descubrir la verdad: las hermanas de Caparrós acceden a la documentación secreta del asesinato del joven en 1977
Las hermanas de Manuel José García Caparrós, el joven de 18 años que murió de un disparo de la policía en una manifestación en 1977 en Málaga, van al Congreso para consultar la información sobre este asesinato

Málaga
El secreto comenzó desde el mismo momento de su muerte. El 4 de diciembre de 1977, sobre las cinco y media de la tarde, un hombre que se presentó como celador del Hospital Carlos Haya de Málaga apareció en casa de la familia García Caparrós. El celador le contó a la familia que su hijo, Manuel José, había muerto en un accidente de tráfico. En realidad, lo había matado un disparo de la policía armada.
Manolito, como le llamaba su familia, tenía 18 años y era uno de los miles de manifestantes malagueños que salieron ese día a la calle a reclamar la autonomía para Andalucía. “Lo estuvieron ocultando desde el minuto cero”, recuerda su hermana, Loli García Caparrós. “Quisieron enterrar ese día, como si no hubiera pasado nada, como si hubiera sido un accidente de tráfico”. Lo mató una bala que le atravesó el torso y que le quitaron en el hospital, a pesar de que llegó muerto. “¿Dónde está esa bala?”, se preguntan aún sus hermanas, 48 años después. “Está desaparecida”.

50 años para descubrir la verdad: las hermanas de García-Caparrós acceden a la documentación secreta del asesinato del joven de 18 años
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Los padres de Loli, Paqui y Puri empezaron entonces una lucha en busca de la verdad, pero murieron poco después. Las hermanas recuerdan cómo su casa cambió de un día para otro. Eran una familia feliz, “con sus achaques”, y de pronto, dejaron de serlo. Su madre, dicen, ya no levantó cabeza: murió apenas tres años después del asesinato. Su padre, ocho años más tarde. Las hermanas se quedaron solas, pero cogieron el testigo de sus padres y continuaron con la lucha.
Después de casi 50 años de portazos y de promesas incumplidas, la familia ha logrado una pequeña victoria. Han conseguido que el Congreso de los Diputados les permita acceder a la documentación que la Cámara guarda sobre el asesinato de Caparrós. Están nerviosas. “Con los vellos de punta”, dice Loli. “La ropa ya no me entra ni en el cuerpo”. Esa puerta, que parecía cerrada con miles de cerrojos, se abre este 18 de noviembre.
Las hermanas han marchado hacia el archivo del Congreso acompañadas por los aplausos de los diputados de Izquierda Unida y de los miembros de la Mesa del Congreso que han facilitado el acceso. "Son mujeres andaluzas, mujeres fuertes, que llevan 48 años luchando", ha dicho Esther Gil de Reboleño.
Las actas de la comisión de investigación
En el sótano del Congreso de los Diputados hay una enorme sala con millones de documentos. “Es el archivo de la memoria de la democracia en sentido estricto”, dice Miguel Ángel Gonzalo, el Director de Documentación y Archivo de la Cámara Baja. Los documentos están organizados en “armarios de seguridad” y dentro de cajas especiales para preservar el papel e impedir que se deteriore.
La pared de la esquina en la que murió Caparrós con un clavel e inscripciones en recuerdo del joven / Sara Selva Ortiz
La pared de la esquina en la que murió Caparrós con un clavel e inscripciones en recuerdo del joven / Sara Selva Ortiz
La documentación que persiguen las hermanas de Caparrós lleva desde 1978 en uno de esos armarios, dentro de una de esas cajas. Son las actas de la comisión parlamentaria que investigó el asesinato: unos dos mil folios. “Hay telegramas, recortes de prensa, informes que recabaron de distintos organismos y las transcripciones de los comparecientes”, explica Gonzalo. Son documentos secretos. No porque un organismo, como el Gobierno, los haya clasificado, sino porque es lo que dictaba entonces el Reglamento del Congreso. En esa época, todas las comisiones de investigación y su documentación eran secretas.
Durante décadas, las hermanas han intentado acceder a esas actas, a través, sobre todo, de las peticiones de los diputados de Izquierda Unida. En el partido, el asesinato de Caparrós es como “una antorcha” que los cargos públicos van pasándose unos a otros. “Siempre hemos tenido muy marcado el que el que tenía un cargo público tenía que hacer algo por Caparrós”, sostiene Toni Valero, diputado de Izquierda Unida por Málaga, que acompaña este martes a las hermanas.
Cada 4 de diciembre, Valero ha acudido a la ofrenda floral que tiene lugar en la esquina de la Alameda de Colón en la que murió Caparrós, un punto en el que sopla el viento frío del puerto. Allí, en esa esquina, la mujer del diputado se puso de parto y allí le ha explicado, después, a sus hijas esa parte de la historia de la Comunidad. “Les conté que una persona, como otra cualquiera, un día salió a manifestarse y en aquellos tiempos eso te podía costar la vida”, recuerda Valero.
Caparrós es un mito y un símbolo para toda una generación de andaluces. No es, apunta el diputado, un héroe de la Transición con muchos apellidos con guiones. “Era una persona sencilla, anónima, que no era dirigente de nada, pero era pueblo”, cuenta.
Izquierda Unida ha pedido en múltiples ocasiones acceder a la documentación sobre el asesinato que hay guardada en el archivo del Congreso. Incluso han conseguido acceder en una ocasión. En 2017, la diputada Eva García Sempere pudo consultar las actas, pero estaban llenas de tachones: anonimizadas. “Entramos con toda la emoción del mundo, con nuestras libretas y bolis, porque no podíamos hacer fotos”, recuerda. “Fue un momento muy solemne”. Pero no fue suficiente. Las hermanas querían acceder a toda la verdad, sin tachones.
La ley de Patrimonio Histórico y el decreto que regula los archivos estatales impedía el acceso a toda la documentación. Lo que establecen esas normas es que solo se puede acceder a documentos secretos que contengan datos personales si se cumplen dos requisitos: que la persona que aparece en la documentación esté muerta o que hayan pasado 50 años. Si eso no se cumple, los documentos se pueden consultar, pero anonimizados.
Para Izquierda Unida, bastaba con interpretar la norma de otra manera para permitir el acceso a las hermanas. “Siempre ha habido resistencia burocrática, interpretaciones de la legislación que nosotros no compartíamos. Yo creo que tiene que ver con algo más profundo y es esa omertá que se ha impuesto sobre lo que pasó en la Transición”, sostiene Toni Valero. “Se ha intentado imponer un relato oficial de la Transición muy edulcorado en donde al final se ha mitificado y, como en toda mitificación, te da un relato de la historia que es falsario, porque la Transición fue dura”.
Pero hay algo que sí ha cambiado: la aprobación de la Ley de Memoria Democrática. La norma abrió un resquicio legal: si los documentos trataban sobre la guerra civil, la represión franquista o sobre el período de la transición y si, además, las personas que querían acceder eran interesadas directas o herederas, también podrían acceder. Sin tachones. Las hermanas Caparrós cumplían esos dos requisitos. Un cerrojo menos.
Lugar de memoria democrática de Andalucía que recuerda la muerte del sindicalista Manuel José García Caparrós / Sara Selva Ortiz
Lugar de memoria democrática de Andalucía que recuerda la muerte del sindicalista Manuel José García Caparrós / Sara Selva Ortiz
El Congreso, además, para adaptarse a ese cambio legal aprobó en septiembre de 2025 un cambio en la norma que regula el acceso al archivo del Congreso, contemplando estos supuestos especiales. Y la Mesa, que tiene la última palabra, terminó de dar el visto bueno. Eso es lo que ha permitido que la puerta se abra del todo.
Miguel Ángel Gonzalo y su equipo han preparado toda la documentación para que este 18 de noviembre las hermanas la puedan consultar, durante el tiempo que quieran, en una sala del archivo. También podrán llevarse los documentos a su casa, de vuelta a Málaga. “Es un honor recibirlas en el Congreso”, dice el Director de Documentación.
En Izquierda Unida, lo celebran. “El hecho de dignificar y de saber lo que ocurrió es lo fundamental cuando estamos hablando de verdad, justicia y reparación”, apunta Toni Valero. La lucha de las hermanas Caparrós, cuenta, les ha trascendido y es ya la lucha de la sociedad andaluza.
La placa que recuerda el asesinado de Manuel José García Caparrós en el centro de Málaga. / Sara Selva Ortiz
La placa que recuerda el asesinado de Manuel José García Caparrós en el centro de Málaga. / Sara Selva Ortiz
La comisión quedó en nada: los diputados no llegaron a ninguna conclusión clara sobre los autores. Pero ellas esperan encontrar respuestas. “Quiero ver quiénes testificaron, quién dio la orden para que la policía saliera a la calle… No sé lo que me voy a encontrar”, dice Loli con incertidumbre.
Después de 48 años peleando, lo han conseguido. Este martes se llevan los dos mil folios a su casa, para estudiarlos con detenimiento y ayuda legal. Han llegado al Congreso "con el corazón en la mano" y se han marchado "con frío" por no saber exactamente aún qué recogen esos documentos. "Buscamos la verdad", sentencian.
Ellas han accedido al secreto, pero el Congreso advierte que eso no significa que los documentos dejen de serlo. El secreto perdura hasta que pasen 50 años. "Pero yo el pen con la documentación no lo voy a guardar en un cuadro", dice una de sus hermanas, con ironía.

Sara Selva Ortiz
Redactora de la sección de Nacional. Antes trabajó en el equipo de Hoy por Hoy, en Economía, en Informativos...




