Barbastro cumple con la tradición y reparte 9.000 crespillos
El homenaje a Rosario Solorzano era uno de los momentos más emotivos de la cita. El crespillo es un postre típico de Barbastro y el Somontano que toma como base las hojas más tiernas de las borrajas
Barbastro
La plaza del mercado de la ciudad del Vero acogía este domingo la edición número 29 de la tradicional fiesta del crespillo, organizada por el Grupo Tradiciones y patrocinada por el Ayuntamiento de Barbastro con la colaboración de la Asociación de Empresarios Somontano de Barbastro.
En la fiesta del crespillo participaban más de ciento cincuenta cocineros y voluntarios que desde primeras horas de la mañana elaboraban 9.000 crespillos en los 14 hornillos ubicados en la plaza del mercado. Los Dulzaineros de Barbastro amenizaban la fiesta. Estada era la localidad invitada y una de las principales novedades era la elaboración de crespillos texturizados a cargo de Valentia.
El crespillo es un postre típico de Barbastro y el Somontano cuya elaboración difiere de uno a otro cocinero, pero que siempre toma como base las hojas más tiernas de las borrajas. Esta verdura se reboza en una masa elaborada principalmente con huevo, harina, anís y levadura, se fríe y se espolvorea con azúcar o canela. También hay quien le añade el cocimiento de la naranja, e incluso leche.
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Crespillera de honor
El Grupo Tradiciones decidía este año homenajear a Rosario Solorzano que participa en la fiesta desde la primera edición (1994)y además dispone de un hornillo propio. La presidenta del Grupo Tradiciones y la portavoz, Elita Davias, y María Jesús Sampietro explicaban que “el homenaje a Rosario Solorzano es más que merecido puesto que participa en la fiesta desde la primera edición".
Rosario Solorzano se mostraba muy agradecida a la organización por el reconocimiento y explicaba que es un “orgullo participar de esta emblemática fiesta”.
El alcalde de Barbastro, Fernando Torres, adelantaba que “se espera que pueda estar presente el año que viene en la XXX edición de la Fiesta del Crespillo, un certificador de la organización que edita el Libro Guinness de los Récords”.
El Grupo Tradiciones y el Ayuntamiento de Barbastro organizan esta fiesta popular que cada año cuenta con más adeptos, tanto en la elaboración de los dulces como en su degustación. En su preparación participan cerca de un ciento cincuenta cocineros y voluntarios que, repartidos por los hornillos, van llenando cientos de bandejas de crespillos para que los barbastrenses y visitantes los degusten gratuitamente.
Huevos, harina, azúcar, leche, aceite de oliva, anís, levadura, gaseosa y anís en grano son los ingredientes necesarios para convertir las hojas de borraja en los tradicionales crespillos del Somontano, un dulce típico que se pone en valor en esta jornada popular que se celebra desde hace más de dos décadas y que en 2015 fue declarada Fiesta de Interés Turístico Regional por el Gobierno de Aragón.
Más de 80 kilos de harina, de azúcar y de docenas de huevos, cerca de medio centenar de litros de leche, alrededor de 220 litros de aceite, 24 botellas de anís, dos kilos de anís en rama, dos cajas de levadura y otras de gaseosas son los ingredientes necesarios para convertir las más de 12.000 hojas de borraja en los tradicionales crespillos.
La Fiesta del Crespillo reparte cada año entre 9.000 y 13.000 unidades de este postre que hace las delicias del público. Se desconoce el origen de la palabra crespillo aunque la receta básica está clara: siempre toma como base las hojas más tiernas de las borrajas. Esta verdura se reboza en una masa elaborada principalmente con huevo, harina, anís y levadura, se fríe y se espolvorea con azúcar o canela. También hay quien le añade el cocimiento de la naranja, e incluso leche. Cerca de un centenar de voluntarios colaboran en el desarrollo de esta cita gastronómica de gran interés.
Según la tradición, el 25 de marzo, fiesta de la Encarnación, se elaboraba este postre en los hogares de Barbastro y del Somontano para propiciar el ‘preñado’ de las oliveras y augurar una buena cosecha. Con esta costumbre, los agricultores agradecían los frutos recogidos de la tierra.