Opinión

Tren a ninguna parte

El comentario de Marisol Delgado en 'La Ventana de Asturias' (30/05/22)

Asturias

Una comitiva muy especial hizo parada este fin de semana en Llanes, Oviedo, Gijón, Avilés y Vegadeo. No es que el emérito haya vuelto de nuevo, no. La comitiva de la que les hablo, ha querido realizar el trayecto ferroviario entre Bilbao y Ferrol para mostrar las dificultades de conexión por tren en la cornisa cantábrica y para reivindicar un servicio de trenes público, social, ecológico, eficiente y sostenible. Parece mentira que, en pleno Siglo XXI, no se pueda realizar ese recorrido más que cambiando, al menos, 5 veces de tren. Si nos fijamos en el tramo de Asturias, resulta que lleva más de 24 horas moverse de una punta a otra. Verdaderamente alucinante.

El tren al que en mi infancia llamábamos “El Carreño”, que nos llevaba a la Playa de Perlora o, ya en la juventud, a la discoteca Reflejos de Candás, ha ido sufriendo una incomprensiblemente progresiva desatención. Consecuencias: frecuentes averías y retrasos; falta de personal, así como de obras de mantenimiento; caótica gestión de enlaces y horarios; estaciones mal cuidadas o, como en el caso de Gijón, trasladadas a zonas más alejadas del centro; y una lentitud propia del caballo del malo. Todo ello fue haciendo desistir hasta a los usuarios más fieles y concienciados.

Resulta curioso cómo se descuida uno de los medios de transporte que más hace por vertebrar los territorios y por el cuidado de nuestro planeta –recordemos, por cierto, que no tenemos otro–. Por más que le doy vueltas, no logro encontrar razones de peso para este abandono al que se ha sometido al tren de cercanías en las últimas décadas.

¿A quién o a quiénes beneficia realmente que no haya más trenes? Yo, ahí lo dejo …