Las invisibles
El comentario de Marisol Delgado en 'La Ventana de Asturias' (13/06/22)
Asturias
En una de las mejores películas de los últimos tiempos, 'Roma', el director Alfonso Cuarón nos muestra la vida de Cleo, empleada del hogar de una familia de clase alta en el México de los años 70. Una empleada del hogar que apenas tiene vida propia, pues las necesidades de la familia son continuas. Un fiel reflejo de las innumerables historias de sumisión y explotación que este colectivo aún sigue protagonizando.
La Organización Internacional del Trabajo promulgó en 2013 el llamado Convenio 189 para instar a los estados a dotar de condiciones decentes la labor de las trabajadoras domésticas –digo trabajadoras porque el 95% son mujeres– En estos años, 35 países lo habían ya ratificado. Al nuestro le ha costado casi 12 años. Parecía que nunca era el momento de terminar con la precariedad y la falta de derechos de este colectivo (por no tener, no tienen ni derecho al paro). Han sido invisibles. Y eso que son muchas y llevan años movilizándose para lograrlo.
El pasado jueves el dictamen del Congreso a favor de este Convenio 189 hizo saltar por todo el país miles de gritos y de lágrimas de esperanza y de alegría. El ministerio de Trabajo, con Yolanda Díaz al frente, está ya con los trámites para, como ella dice: “Saldar una deuda histórica con miles de mujeres”. Los trabajos del hogar y de los cuidados, se están colocando, por primera vez, en la agenda política.
Puede que la pandemia haya servido para darnos cuenta de que las personas que desempeñan trabajos en los hogares son esenciales. Ya está bien de negarles sus legítimos derechos. Ya está bien de envolverlas con el grueso y pesado manto de la invisibilidad.