"¡Por favor, que pidan ayuda!": treinta años durmiendo con un cuchillo bajo la almohada

Tenerife

Marta Jiménez ha dedicado muchísimo tiempo a entrevistar sistemáticamente a mujeres mayores que han sufrido violencia machista. Las pocas que denuncian lo hacen muy tarde, tras haber sufrido treinta años de violencia insoportable en casa. "Es violencia machista y edadista", explica Jiménez, una forma tremenda y silenciada de violencia machista. "No es solo una mujer, nos hemos encontrado con varias mujeres que viven bajo la amenaza permanente, ellos colocan cada noche un cuchillo bajo la almohada para que ellas permanezcan amenazadas, y llevan así treinta años", lamenta Jiménez.

Según la encuesta llevada cabo en el marco de la investigación, más de la mitad de las mujeres han mantenido relaciones sexuales con su torturador por miedo a lo que pudiera hacerle si se negaba (52,5%). Los agresores intentaron obligar a que mantuviera relaciones sexuales contra su voluntad, sujetándola o haciéndole daño de alguna manera, en un 37,5% de los casos. El 32,5% de las mujeres mayores fueron directamente obligadas a realizar alguna práctica sexual contra su voluntad, o que le resultara humillante o degradante.

El 80% de las mujeres participantes han sido cuidadoras de su pareja o expareja en algún momento de sus vidas. Solo en el 20% de los casos la expareja ha sido cuidador de la mujer en algún momento de su vida. En estas situaciones, se ha observado especialmente un aumento de la violencia psicológica y, a continuación, conductas de negligencia hacia ella. "No es solo el género sino también la edad. La edad agrava y las conviente en un colectivo especialmente vulnerable. Las mujeres mayores tienen una historia muy singular y muy terrorífica", añade la investigadora.

El aislamiento impuesto por los agresores agrava su situación. "Muchas son mujeres socializadas en el franquismo y han vivido esto durante trenta o cuarenta años, la violencia era algo que te tocaba, pero que tenías que aguantar porque el matrimonio es para toda la vida", explica Jiménez. El entorno social en contextos rurales tampoco favorece que estas mujeres pidan ayuda. "¡Por favor, que pidan ayuda!", dice la investigadora, porque existen herramientas muy valiosas en el Cabildo de Tenerife, -impulsor de la investigación-, para mejorar sus vidas.

La violencia económica es clave. Las mujeres mayores tienen grandes dificultades económicas que deben afrontar: la media de los ingresos mensuales percibidos por las participantes es de 622,5 euros. El mínimo de ingresos es de 0 y el máximo de 2.000 euros. La mayoría de las mujeres (60%) está excluida de la toma de decisiones económicas en la vida familiar, el 55% no recibe aportaciones económicas para los gastos del hogar y a la mitad no se les deja realizar trabajo remunerado, ni estudiar. Pero además, más de un tercio de las parejas/exparejas se apropian del dinero de las mujeres, y casi un 30%, de su patrimonio.