Lobby contra lobby

Las Palmas de Gran Canaria

Alojarse en una vivienda vacacional es una oferta altamente demandada. Hay viajeros que no pueden, o no quieren, hacerlo en hoteles. Les resulta más atractiva la opción de pasar las vacaciones con las comodidades de sentirse como en casa. Ante su proliferación, el sector alojativo convencional ha reaccionado con virulencia. Especialmente en Canarias, donde se ha tratado de limitar su crecimiento con una regulación restrictiva, que han cuestionado hasta los tribunales.

Los municipios canarios, sin rechazarlas, se han sumado ahora a la tentación de apostar por una normativa que favorecería más a los grandes tenedores que a los pequeños propietarios. Por ello, la Asociación de Viviendas Vacaciones de Canarias, que se ha convertido en un potente lobby, ha sacado del cajón su decreto que, aunque todavía es borrador, pone en evidencia que la presión hotelera no ha disminuido.

Sería conveniente que unos y otros asumieran la realidad de una vez por todas; reconocieran la representatividad de este sector y los incluyera en las negociaciones, para cerrar una norma que no vuelva a tumbar la Justicia. Y no porque competir sea sano, como dice la máxima, sino porque es legal. Es más, lo que va contra la ley es precisamente limitar la competencia.